Silvestre
Manuel Hernández
Coordinador
del Consejo Editorial de Tlanestli.
Amanecer.
Investigador
de Ciencias Sociales y Humanidades,
UAM–I,
Ciudad de México.
silmanhermor@hotmail.com
Para ver el
vídeo, base de este trabajo, entrar a YouTube
y teclear
Silvestre Manuel Hernández.
Agradezco a Leny Andrade Villa
su ayuda en la
grabación de la entrevista.
Nicolás
Maquiavelo (1469–1527), en sus obras, reflexionó sobre el hombre y sus
acciones, sobre lo que lo iguala a los otros, sobre sus deseos, pasiones e
instintos. Su modelo más acabado fue el homo
politicus, el ragionar dello Stato,
en donde buscó la individualidad del acontecer social, lo que la realidad dice para el entendimiento del estado de cosas. Sus fundamentos
estuvieron en el estudio de la historia (conjunción de antigüedad y
contemporaneidad), en lo que ésta devela para el saber de las instituciones y
sus gobernantes. Su análisis se justificó en una “razón instrumental” a través
de la cual “objetivó los sucesos pasados y presentes”, los hizo objeto de
conocimiento, los indagó a partir de su naturaleza y no de su idealización, buscó
su comprensión, el por qué de su funcionamiento y el cómo podrían aplicarse a la vida
cotidiana para darle un orden y llegar a esa verdad efectiva del acaecer humano.
Los
problemas que abordó, y la forma de explicarlos, siguen siendo motivo de análisis
“afortunados o virtuosos”, ya sea en cuanto a lo que se dicen o en tanto a lo
que se callan; pero cuya raíz pervive en el corpus maquiaveliano,
inquietándonos en busca de una respuesta, de un sentido con el cual aquietar el intelecto. Y sí, tal vez sigamos
compartiendo la inscripción de Ferroni en el monumento de Maquiavelo en la
Iglesia de Santa Croce: Tanto nomini
nullum par elogium. “A nombre tan ilustre no hay elogio que pueda
igualarse”.
Estimados lectores de Tlanestli, tengo el honor de entrevistar
al Dr. Jérémie Duhamel de la Universidad de Montreal, es Dr. en Filosofía
Política por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Su tesis
de doctorado versó sobre la representación de la virtud del ciudadano en
Maquiavelo, Montaigne y Hobbes. Sus líneas de investigación son la historia de
las ideas políticas modernas y la filosofía política contemporánea. En la
actualidad, está por terminar un trabajo sobre el pensamiento político de
Maquiavelo, y otro sobre la relación entre derecho y moralidad en Thomas
Hobbes. Asimismo, realizará un curso postdoctoral con una investigación sobre
las teorías republicanas de la virtud cívica.
Silvestre Manuel
Hernández (SMH)
Nos acabas de brindar una conferencia sobre Niccolò Machiavelli y el problema
de la Fortuna.[1]
Un tema bastante desarrollado, al menos en apariencia, por ciertos pensadores,
tanto en Europa como, en nuestro caso, en Latinoamérica. Y, una síntesis muy
puntual, ¿por qué hablar sobre la Fortuna a la luz del ámbito de la
contingencia? Cuando en tu conferencia hablas sobre el ámbito de la
contingencia, me remito mucho a los problemas de la tragedia en Grecia.[2]
Por favor.
Jérémie Duhamel (JD)
Sí. Es una cuestión algo difícil. Porque, como lo dijo muy bien el profesor
Velázquez, hace rato; hay toda una historia detrás de ese concepto y porque… No
estoy seguro de haber entendido perfectamente bien tu pregunta. ¿Por qué…? Por
qué yo decidí abordar el tema de la Fortuna a través del prisma de la
contingencia.
SMH.
Exacto.[3]
JD.
Ok. Bueno, porque me parece muy importante. Cuando leemos a Maquiavelo, leerlo en
su contexto, por así decirlo, y deshacernos de ciertas interpretaciones que me parecen
algo anacrónicas. Por ejemplo, Leo Strauss, justamente, quien hace un trabajo
muy riguroso, muy meticuloso en cuanto a la interpretación del tema de la Fortuna;
me parece que lo lee, que lo interpreta a través del prima hegeliano, así como
si de manera subyacente hubiera algo como una filosofía de la historia; que no
me parece adecuada para la época de
Maquiavelo.[4]
Entonces, lo contingente, aparece ahí nada más para dar cuenta de lo imprevisible
que es cada situación.
Desde luego, hay otras interpretaciones;
entre ellas el trabajo de Althusser, quien nos dice que Maquiavelo es el primer
pensador político que piensa la coyuntura.[5]
Bueno, me parece que eso es un punto de partida, pero no es una conclusión,
porque Maquiavelo dice mucho más cosas. Y, sí, Maquiavelo es un pensador de la
coyuntura, de la situación específica con la que nos topamos; pero, al mismo
tiempo, también hay ciertas características propias de esas situaciones en
general, podemos decir. Yo creo que lo contingente es el denominador común de
todas esas circunstancias específicas que siempre nos sorprenden: siempre son,
en parte, imprevisibles. Entonces, me parece que dar cuenta, e insistir en esa
dimensión de la situación, que siempre cambia, que es impredecible, cambia
totalmente nuestra manera de pensar la virtud política, de pensar la actuación
política y de pensar la prudencia política.
SMH.
En este ámbito de la coyuntura. En la cultura de Occidente leemos, entre
comillas, a veces, a Maquiavelo como el creador de la ciencia política. Me
interesa más ver el ámbito de la racionalidad instrumental, como define la
racionalidad Max Weber, el gran sociólogo alemán. ¿Qué entendemos nosotros, o
qué podríamos entender respecto a la racionalidad en Maquiavelo, no apelando
únicamente al Príncipe, sino a las Istorie fiorentine y los Discorsi sopra la prima decade di Tito Livio.[6]
JD.
Es una muy buena pregunta, y eso me permite, quizá, matizar un poco lo que
acabo de decir. Porque tampoco en Maquiavelo es pura imprevisibilidad, tampoco.
En todos sus escritos trata Maquiavelo de desarrollar lo que yo llamaría
“pautas de acción”. Bueno, y es que sí, los tiempos cambian, las circunstancias
siempre cambian, pero hay “esquemas de acción”, hay esquemas que él trata de
identificar; el término que utiliza es “esquemas de la adversidad”, son
esquemas recurrentes de la adversidad, así lo dice en los Discursos. Entonces, a mí me parece que en Maquiavelo, en sus
obras, son las dos cosas: por una parte nos dice, ojo, las circunstancias te
van a sorprender; pero al mismo tiempo, a la luz de la historia, podemos,
podemos remitirnos a una cierta racionalidad, a ciertas “reglas de prudencia”.
Yo creo que eso es, “reglas de prudencia” que nos pueden guiar hasta una cierta
virtud, que nos puedan ayudar a
orientarnos, en parte, pero ya es algo. A mí me parece que el individuo virtuoso
o el individuo prudente, para Maquiavelo, es alguien que puede tomar en cuenta
los dos elementos.[7]
Sí, seguro mañana me va a sorprender; pero, al mismo tiempo, tengo herramientas
teóricas, prácticas, para disipar, en parte, lo que pueda pasar.
SMH.
Ahora vamos a una suerte de paralelismo. Tenemos una obra histórica, política,
cultural en términos generales, de la cual nos has hablado en tu conferencia.
¿Qué pasa con el ámbito de la literatura, en especial, con La Mandrágora? Estamos viendo, en un ámbito de lo que tú expusiste,
un carácter de la historia como tal; en la literatura, estaríamos hablando, en
Niccolò Machiavelli, de lo que es la sociedad de su época, a través de la
ridiculización. ¿Te acuerdas de La Mandrágora?[8]
JD. Sí, claro. Es
muy interesante eso. Yo no he trabajado mucho la obra literaria. Pero, quizá es
otra perspectiva hacia lo mismo; finalmente, hacia la misma realidad social y
política. Yo lo que encuentro, porque he analizado los Capitoli, de la fortuna y de la ambición, por ejemplo, es que
Maquiavelo trabaja los mismos temas, los aborda de una manera un poco distinta.
Pero, algo que singulariza en parte mis investigaciones es que le doy mucha
importancia a esos textos. Pues, siempre hago el esfuerzo de leer al florentino
a la luz de otras obras consideradas como menores, para ver si no nos indica
que el problema es más complejo de lo que uno se imagina al ponderar El Príncipe o los Discursos.[9] Y
en cuanto a la Fortuna, vemos esa complejidad en la manera en que Maquiavelo
toma el problema y cómo la desarrolla, porque es una complejidad que se reduce,
que se ha tenido en las interrelaciones más importantes de nuestro autor. Me
parece que vamos cada vez hacia menos complejidad en el análisis que Maquiavelo
hace de la Fortuna. Que al leer esos Capitoli,[10]
cuando yo me siento en confianza con respecto a mi propia interpretación,
porque concuerda más con lo que entiendo de las reflexiones que desarrollan los
discursos de lo que es la Fortuna.
Otro texto que es fundamental, que es considerado
como menor; bueno, también pertenece a esas obras de registro a la vez
histórico, poético y literario, que son los
Decennali,[11]
que hay algunos ahí, que es un análisis muy interesante de la coyuntura de lo
que pasa en los últimos años. Así, me parece que es muy importante tomar en
cuenta ese texto, en particular para entender lo que Maquiavelo mismo piensa de
su coyuntura, de la evolución, de lo que hubo a fines del 94, de 1494.[12]
Entonces, para contestar de manera más breve, me parece que es fundamentalísimo
referirnos a esos escritos, incluso si lo que queremos es interpretar los
textos políticos.
SMH.
Respecto a los grandes historiadores de la filosofía política, tú trabajaste a
Strauss, podemos hablar de George H. Sabine,[13]
el gran estudioso inglés. Podemos hablar de que hay una hipostación del poder
en toda la obra de Maquiavelo, es decir, que Maquiavelo está haciendo una
especie de fundamentación del poder, de cómo se da a través de la historia, del
devenir de la cultura y del pensamiento del ser humano en la literatura.
JD.
Sí, por supuesto, es cierto, yo creo que es una hipótesis central que
prevaleció durante muchísimo tiempo. No creo que sea tanto el caso; yo creo que
la misma historiografía se matizó en los últimos años, en particular, con la
cuestión del poder que, bueno, fue, efectivamente, cómo llegábamos a la obra de
Maquiavelo, pero que es una hipótesis fuerte en términos teleológicos, que
tiene implicaciones muy fuertes, que a mí me parece que nos hace desviarnos de
muchas cosas que encontramos en Maquiavelo. Pero, al mismo tiempo, yo creo que
sí hubo, cómo decirlo… que había interpretaciones de Maquiavelo y que hubo un
montón en los últimos treinta o cuarenta años. La interpretación de Lefort, es
una de ellas.[14]
Después de esas grandes interpretaciones originales, se da un punto de partida
también para la historiografía. La gente, no sé, autoridades republicanas; e
incluso sucesores de Strauss, quizá son un poco más prudentes que su maestro. Pero
me parece que lo que tú dice, yo no lo veo tanto, ahora, no lo veo como el
principal riesgo que corremos en cuanto a la interpretación de Maquiavelo en la
Modernidad.
SMH.
Retomo esta última parte. Estamos pensando aquí, en términos hermenéuticos,
cuestiones de la discursividad, de espacio y tiempo. Ahora, cuál sería,
metodológicamente, la pertinencia para acercarnos a los textos fundamentales de
Niccolò Machiavelli.
JD.
No estoy seguro de haberlo entendido bien.
SMH.
En tu conferencia, te comentaba el Dr. Velázquez Delgado con respecto a la
espacialidad; es decir, a poner a Maquiavelo en su contexto. Ahora, desde un
punto de vista hermenéutico, tú lo sabes, trabajamos siempre cuestiones de
espacio y tiempo, pero cómo se da el discurso, en este caso el maquiaveliano.
Ahora, la pregunta es muy puntual, ¿metodológicamente, sería plausible hacer una
especie rastreo hermenéutico de la obra maquiavélica para ver su importancia en
la actualidad, con las categorías y conceptos que manejamos ya en filosofía
política?
JD.
Es una gran pregunta. Tú dices que es una pregunta puntual, pero podemos
tardarnos horas contestándola. A mí me parece que hay dos cosas; efectivamente,
lo que dije acerca del contexto tiene implicaciones muy importantes a nivel
hermenéutico. Ahora, el método que yo adopto para leer a Maquiavelo, eso claro
que sí. No leemos a Maquiavelo de la misma manera cuando le acordamos o
atribuimos valor importante al contexto, cómo van variando las leyes, cómo va
cambiando la historia, cómo va cambiando la experiencia de Maquiavelo en la
línea que él tiene hacia sí mismo, hacia su situación y hacia su obra. Ahora
bien, que si eso lo podemos rescatar: algo de ese método para hoy en día, no
sé, yo temo mucho eso de “Maquiavelo hoy en día”, qué nos puede decir
Maquiavelo hoy en día para entender mejor lo que nos está sucediendo y etc. Yo
lo que rescataría, precisamente, es la idea de la prudencia, es decir, no
sabemos exactamente lo que va a pasar que, por definición, la historia, la
política, generan cosas imprevistas, cosas imprevisibles, sorpresas. Quizá eso
también es lo que hace que la vida tenga un valor a nuestros ojos, pero al
mismo tiempo sí la podemos de anticipar en parte, en parte, pero nunca hay que
ser presos de esas reglas de prudencia, gracias una lectura muy meticulosa de
la historia, de un análisis muy meticuloso de los procesos, de los fenómenos
sociales, económicos, nunca hay que quedarse presos de los resultados, de las
hipótesis a las que llegamos a través del análisis meticuloso. A mí me parece
que esa idea de la prudencia, en Maquiavelo, es muy actual.
SMH.
En este nuevo contexto maquiaveliano, tenemos dos personajes, no sé si hayas
trabajado a Girolamo Savonarola, o al menos tengas el referente.[15]
JD.
Sí, sí.
SMH.
Perfecto. Tenemos, en Maquiavelo, como que el Renacimiento, en términos
políticos, está determinado por Machiavelli, Guicciardini y Savonarola. ¿Cómo
podrías tú ver esta especie de trinomio, ya sea tanto en el ámbito de la
historia, de la política o, digámoslo así, variaciones religiosas?
JD.
Claro, claro. La primera cosa con la que coincido con el profesor Velázquez y
contigo, es que tenemos que leer a Maquiavelo a la luz de su contexto
intelectual, y esas son las tres figuras más importantes. Ahora bien, a
Savonarola, me parece que Maquiavelo le debe muchísimo, a nivel conceptual,
sobre todo esa cuestión, pero ya lo han demostrado otros. Acerca de la
conceptualización de los tiempos, eso de la cualità
dei tempi viene de Savonarola. A mí lo que me interesa muchísimo son las
diferencias entre Maquiavelo y Guicciardini, yo coincido, totalmente, con una
interpretación que desarrolló John McCormick que, me parece, es uno de los
lectores más importantes, hoy en día, de Maquiavelo.[16]
Porque él es crítico de la Escuela de Cambridge y sobre todo de Quentin Skinner.[17]
Y, lo que dice McCormick, es que el momento maquiaveliano más bien corresponde
al pensamiento de Guicciardini porque, efectivamente, cuando comparamos de
manera muy cuidadosa las dos obras nos damos cuenta que hay grandes
diferencias, más allá de la crítica que Guicciardini le hace a Maquiavelo en
cuanto a la historiografía, hay cosas. Por
ejemplo, a la adoración y al conflicto civil en Maquiavelo, ahí Guicciardini…
eso… causa muchos problemas. Pero, más allá de esos desacuerdos puntuales, me
parece que (yo coincido con McCormick) representan dos corrientes distintas del
republicanismo. Guicciardini, yo creo que encabeza un republicanismo
aristocrático, que viene quizá de Cicerón, en el que el equilibrio, a la vez
político y social, presupone la virtud de los aristocráticos, de lo que diríamos
va a ser Les petits noms, que son unos cuantos virtuosos que permiten el equilibrio
social y político.[18]
Maquiavelo no se inscribe en esa tradición; para él, el equilibrio no es un
término que utilice, porque las cosas siempre se están moviendo, pero él
apuesta más bien a una apertura de las instituciones al pueblo, al conflicto
entre los humores, como lo conocían. Entonces ahí, efectivamente, en una
lectura comparativa con Guicciardini, nos damos cuenta de la singularidad de
Maquiavelo en la historia del pensamiento político moderno, y también en la
historia del mismo republicanismo.[19]
SMH.
Y en Savonarola, ¿qué encontramos?
JD.
No… Por eso, yo te dije desde un principio que yo no había trabajado tanto esa
relación que es muy complicada, sobre todo porque están en juego lo teleológico
y lo teológico, lo de la religión, y eso no es un tema sobre el cual haya
trabajado mucho, eso se lo dejo a otros. Sí, es importante insistir en la
herencia conceptual que es importantísima, Maquiavelo retoma de él una
terminología que podemos ubicar en Savonarola. Eso es importante, porque después
nos permite ver cuál es el uso que Maquiavelo hace del término.
SMH.
Dentro de este ámbito, también mencionaste al gran pensador francés René Descartes
y que podemos correligionar con el concepto de Modernidad. Varios pensadores, dentro
de ellos españoles como Miguel Ángel Granada;[20] en
nuestro caso, aquí en México, Velázquez Delgado; o en Argentina Carlos Gende;[21]
mencionan que la Modernidad empieza, a veces, a finales del Renacimiento o que
inicia, filosóficamente, con René Descartes. ¿Qué vínculo podríamos tener?
JD.
Es que depende de cómo definimos el concepto de Modernidad. Para mucha gente
Maquiavelo es el último de los antiguos, para muchos es el primero de los
modernos;[22]
entonces, no hay una buena respuesta ahí, en esa pregunta. Por ello, depende de
cómo definamos los términos, pero yo veo que Maquiavelo… a mí no me causa
ningún problema inscribirlo dentro de la Modernidad, ningún problema, porque
vemos que después de él surgen tradiciones críticas, a veces, apologéticas, o
más o menos apologéticas. Pero me parece que, en cuanto al término de Fortuna,
ya hay un giro importantísimo que se da en esos años. También en Guicciardini,
pero yo lo veo lejos, muy lejos de lo que hubo antes, sin necesidad de decir
que Maquiavelo sea pregalileano o alguna cosa por el estilo. Yo creo que se ha
trabajado muy poco acerca de los siglos XVI y XVII, en las primeras décadas. En
lo que me concierne, al pensamiento político, se ha trabajado muy poco sobre
esta época clave de nuestra historia. Yo me acuerdo mucho que en el famoso libro
de Quentin Skinner, que es una referencia del 68`, se ve cómo lee a los autores
del XVI y XVII: ellos anuncian lo que va a pasar después. Entonces hay toda una
complejidad que se pierde y, más que eso, hay una creatividad que se pierde
porque no es nada más Maquiavelo, es Thomas Moro, Guicciardini ya dijimos,
después viene Lavoisier, Montaigne y no es cierto, que, lo único que se deba
rescatar de esos autores es lo que otros van a pensar para nosotros. Yo creo
que hay innovaciones conceptuales, me imagino que esto merecería más atención.
SMH.
Retomo esto último que comentas. ¿Con qué conceptos o categorías de análisis
historiográfico te quedarías, de la obra de Maquiavelo?
JD.
La de la virtud, que es la que he trabajado y es la que a mí me parece que es
un tema recurrente en su obra, y más que eso es la dificultad que surge a la
hora de interpretarlo. Es muy difícil traducir el término de virtud, hoy en
día, desde el francés o el inglés, es muy difícil. Entonces, en mi tesis, en el
libro que estoy ahora escribiendo sobre Maquiavelo es, precisamente, el hilo
conductor que yo decidí tomar: esa idea como un punto de entrada a la obra de
Maquiavelo, porque nos permite, me parece, justamente como es polimorfa la
virtud, nos ayuda a ver muchas cosas, a desestabilizarnos mucho. Me parece que
eso, a nivel hermenéutico, es el consejo que le daría a cualquier lector de
Maquiavelo, que lo hagan más complejo, que tomándolo al pie de la letra,
hacemos el texto más peligroso y menos interesante, de alguna manera. Y gracias
a la virtud, me parece que es un muy buen punto de entrada, porque no
corresponde a ninguna definición de la virtud política que tenían los antiguos
y que tuvieron después los modernos.
Publicaciones de
Jérémie Duhamel
“Machiavel
et la vertu intellectuelle de prudence: étude du chapitre XXV du Prince”, en Revue canadienne de sciences politique / Canadian journal of political
science, vol. 46, 2013.
“Fondements
et statut des vertus guerrières chez Thomas Hobbes”, dans Ninon Grangé (dir.), Penser la guerre au XVIIᵉ siècle, Paris,
Presses Universitaires de Vincennes, 2012, pp. 117 – 137.
“Vers
une politique de l’inquiétude: crainte et espoir chez Thomas Hobbes”, dans Klesis: revue philosophique, No. 14,
2010, pp. 31 – 56.
“Claude
Vaure”, dans Luc Foisneau (dir.) Dictionnaire des philosophes français du XVIIᵉ siècle, Paris, Classiques Garnier, 2013.
“Montaigne et Hobbes: deux penseurs de la vertu
ordinaire du citoyen”, dans Thierry Gontier et Emiliano Ferrari (dirs.), L’Axe Montaigne–Hobbes, Paris,
Classiques Garnier. [Aparecerá en el 2014]
[1] El Capítulo XXV de El Príncipe es donde se aborda el tema
de la Fortuna. El título es el siguiente: Quantum
fortuna in rebus humanis possit, et quomodo illis sit occurrendum / Quanto
possa la Fortuna nelle cose umane, et in che modo se li abbia a resistere / En
qué medida están sometidos a la Fortuna los asuntos humanos, y de qué forma se
le ha de hacer frente.
[2] No se pase por alto que la
contingencia, en gran medida, fue lo que permeó las obras de los dramaturgos
griegos. En ellas, el hombre estaba abandonado a la voluntad de los dioses, su
existencia estuvo signada por el destino, por lo aleatorio, por la
vulnerabilidad.
[3] Por precisiones estilísticas, he cambiado algunas
palabras y expresiones del entrevistado, sin que esto haya modificado el
sentido de la respuesta ni el contexto de las cuestiones abordadas.
[4] Sobre el particular, consúltese
Leo Strauss, Pensées sur Machiavel,
trad. de M.P. Edmond y T. Stern, Paris, Payot, 1982.
[5] Al respecto, véase Louis
Althusser, Machiavel et nous, Paris,
Tallandier, 2009.
[6] Ediciones en castellano: Historia de Florencia, pról., trad. y
notas de Félix Fernández Murga, Madrid, Alfaguara, 1979, LIII + 501p; Discursos sobre la Primera Década de Tito
Livio, trad. de Luis Navarro, en Obras
Políticas, La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1971, pp. 55 – 300.
[7] Maquiavelo, en el capítulo VI de El Príncipe, habla sobre la virtud. El título
reza: De principatibus novis qui armis
propriis et virtute acquiruntur / De Principati nuovi che s’acquistano con
l’arme proprie e virtuosamente / De los principados nuevos adquiridos con las
armas propias y con virtud.
[8] Véase Nicolás Maquiavelo, La Mandrágora, trad. de Alejandro
Manara, México, Fontamara, 1995. En esta obra de teatro, escrita en 1518, el
florentino desvela un mundo corrompido donde el ser humano aparece en su
realidad social e íntima, en medio de su miseria, debilidad, codicia y maldad.
Aquí, las correlaciones de los ciudadanos, desde el pícaro hasta el fraile, y
del burgués al aristócrata, se muestran ajenas a toda idealización; los
protagonistas son presos de las pasiones y los intereses, y la finalidad del
discurso literario se enfoca a evidenciar la corrupción de la virtud.
[9] Respecto a la primer obra,
escrita en 1513, pero publicada hasta 1531, puede verse la edición de Sansoni,
Firenze, 1957; o la traducción de Miguel Ángel Granada para Alianza Editorial,
México, 1992.
[10] Este trabajo pertenece al legado
literario del pensador florentino, son versos.
[11] En 1506, Niccolò Machiavelli
inició la publicación de sus Decennali,
poema en tercetos sobre los sucesos florentinos acaecidos entre 1494 y 1504.
[12] Recuérdese que en agosto de este
año, las tropas de Carlos VIII de Francia entraron a Italia. El monarca se
adueñó del reino de Nápoles, que arrebató a Alfonso II de Aragón. Así, terminó
el régimen de los Médici, encabezado por Pedro, quienes fueron expulsados de
Florencia en noviembre. Lo que trajo como consecuencia la instauración de la
República, adecuada a la doctrina de Girolamo Savonarola.
[13] Véase su estudio “Maquiavelo”, en
su libro Historia de la teoría política,
trad. de Vicente Herrero, México, Fondo de Cultura Económica, 1988, pp. 249 –
264.
[14] Véase Claude Lefort, Le travail de l’oeuvre Machiavel (1972),
Paris, Gallimard, 1986.
[15] Sobre la importancia del fraile
dominico, tanto para la historiografía renacentista, como para la exégesis de
la religión de su tiempo, la magia, la profecía, la herejía y la situación de
Florencia a finales del siglo XV; véase Jorge Velázquez Delgado, Girolamo Savonarola: ensayos sobre profecía
y filosofía en el Renacimiento italiano, México, del Lirio, 2013.
[16]
Véase John P. McCormick, Machiavellian Democracy, Cambridge, Cambridge University Press,
2011.
[17]
Obras determinantes de Quentin Skinner son: Machiavel (1981), trad. de M. Plon,
Paris, Seuil, 2001; “Machiavelli on virtù
and the maintenance of liberty”, en Visions
of Politics, Vol. II, Cambridge, Cambridge University Press, 2002, pp. 160
– 185; “Machiavelli’s Discorsi and
the pre–humanist origins of republican ideas”, en G. Bock, Q. Skinner y M.
Viroli (dirs.), Machiavelli and
Republicanism, Cambridge, Cambridge University Press, 1990, pp. 121 – 141.
[18] Sobre las advertencias y consejos
que el político renacentista, consejero de los Médici, servidor de León X y
embajador cercano a Fernando el Católico, Francesco Guicciardini, véase De la vida política y civil, trad. de
Felipe González Vicen, Buenos Aires, Espasa–Calpe, 1947.
[19] En cuanto a la comparación y
diferencia, de Machiavelli respecto a Guicciardini, Emilio Pasquini anota: “É
invece analogo il punto di partenza metodologico, in un individualismo
prammatistico; ma a differenza del Machiavelli, in Guicciardini non è dato ricostruire
un sistema originale di dottrine, una filosofia della storia, cioè, o una teoria
di scienza politica”, véase la introducción a Francesco Guicciardini, Ricordi, Italia, Garzanti, 1995, XVIII.
[20] Véase su libro Cosmología, religión y política en el
Renacimiento. Ficino, Savonarola, Pomponazzi, Maquiavelo, Barcelona,
Anthropos, 1988.
[21] Uno de los textos clave de Jorge
Velázquez Delgado, sobre estas cuestiones, es ¿Qué es el Renacimiento? La idea de Renacimiento en la conciencia
histórica de la modernidad, México, Universidad Autónoma Metropolitana,
Iztapalapa, 1998.
[22] Para De Sanctis, Maquiavelo fue
la aurora que precedía los tiempos modernos… es la ciencia, la técnica, la política
pura. Véase George Uscatescu, Maquiavelo
y la pasión del poder, Madrid, Guadarrama, 1969.
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