Por Silvio Humberto Bibiano Ventura.
En fechas recientes, entre muchos de los acontecimientos que han sacudido a la opinión pública están los relacionados con los efectos de fenómenos naturales que en diversas partes del mundo, incluyendo nuestro país, han mostrado su fuerza destructiva como una protesta a las agresiones que la humanidad ha llevado a cabo en contra de la naturaleza, durante los últimos 150 años de aplicación del modelo capitalista de desarrollo.
El mencionado modelo económico y social, ha propiciado que las industrias generen miles de toneladas diarias de sustancias que se incorporan a la atmósfera con un efecto contaminante; de la misma manera nuestros mares, ríos, lagunas y fuentes de agua, son afectados continuamente con descargas indiscriminadas de desechos de todo tipo. Al mismo tiempo, el consumo de energía para la producción, el transporte, el servicio en oficinas e incluso en uso doméstico, se lleva a cabo al margen de los criterios de racionalidad. En esa misma línea, tanto en poblaciones pequeñas, medianas y grandes, el manejo de la basura se ha convertido en un problema que aparte de provocar un deterioro de imagen, daña gravemente el medio ambiente ante la ausencia de sistemas de reciclado o de rellenos sanitarios.
Por si esto fuera poco, el consumo de la población no sigue patrones críticos que permitan dar respuesta a las necesidades reales, dicha conducta va desde la costumbre de adquirir alimentos elaborados bajo dudosas normas de higiene, hasta la compra indiscriminada de productos con escaso valor nutritivo pero continuamente promocionado a través de medios publicitarios que invitan a un consumismo irreflexivo.
Mención por separado merece el trato que se hace a determinadas especies de animales como parte de una práctica común en algunos casos, atribuida a la tradición y en otros para la subsistencia o bien como parte de una distracción. En muchas regiones del planeta se realizan prácticas que afectan el entorno ecológico; quemas, uso excesivo de pesticidas y de otras sustancias que contaminan el suelo y los mantos freáticos. En esta breve lista podemos notar que la actitud del ser humano no ha sido de cuidado y de protección al entorno, sino que por el contrario, poco a poco hemos afectado los ciclos y destruido la naturaleza con la idea de que existe una renovación de la misma. Sin embargo, hoy estamos frente a una serie de fenómenos naturales que nos indican lo contrario; el cambio climático con sus variantes ha provocado graves afectaciones a la población mundial y de no asumir las medidas convenientes para detener estas prácticas sociales, muy pronto nos veremos amenazados en nuestra subsistencia sobre el globo terráqueo.
Ante la presencia de efectos del modelo de desarrollo vigente, durante la última década del siglo XX, en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se formó una comisión de especialistas para integrar las evidencias de daño ecológico que a la fecha eran una muestra de los graves problemas que estaban por presentarse. Además, efectuar un estudio serio acerca de las medidas que deberían asumir los gobiernos de las naciones con mayores deterioros de su entorno.
Una primera conclusión fue que el actual modelo de desarrollo es el responsable de las problemáticas que el planeta estaba mostrando, que en ese nivel, los efectos tenían una implicación globalizada y que de continuar con ese ritmo, ni la tecnología ni el crecimiento económico de las naciones, en forma aislada, podría resolver esta problemática en un plazo corto. Con esta premisa es posible afirmar que estamos frente a un modelo de desarrollo insostenible si deseamos conservar el planeta, en suma, de continuar igual, está latente la amenaza de la destrucción del sistema biológico y en consecuencia, una alteración del sistema social y por tanto, está en riesgo la supervivencia de la humanidad. En el ámbito de la economía, el modelo ha propiciado un desequilibrio entre las naciones con un trato desigual entre los desarrollados y aquellos que aún no alcanzan tal nivel. En estas condiciones, vivimos en un mundo donde cada día el número de ricos se reduce y el de pobres crece aceleradamente; a partir de esas condiciones, las tensiones sociales serán en poco tiempo insostenibles.
Con este panorama donde se manifiesta la continua degradación ambiental y la creciente expansión de la pobreza, como dos factores capaces de colapsar cada uno los sistemas a los que pertenecen, surge la necesidad de modificar las prácticas de crecimiento y los estilos de vida que fomenta el sistema capitalista. En este sentido, urge asumir una actitud responsable orientada a la transformación de fondo, construyendo una perspectiva global; es decir, una propuesta cuya instrumentación sería para todos los países con la intención de implantar un modelo de desarrollo alternativo, capaz de impulsar al género humano con un ritmo sostenible. De igual manera, el estudio enfatiza la búsqueda de un desarrollo y no de un crecimiento, entendiendo al primero como una vía que supone potenciar capacidades y permite mejorar gradualmente al individuo y a la sociedad bajo nuevas formas de pensar y actuar.
Los resultados del estudio fueron analizados en diferentes espacios como el Foro Internacional de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Rio de Janeiro, Brasil (1992).Más tarde, en 2002 se llevó a cabo la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible en Johannesburgo, Sudáfrica (2004). En ambos foros se establecieron las bases para las agendas de atención del tema en los próximos años. Como acción concreta se propuso el Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible (DEDS 2005-2014); cuya organización ha estado a cargo de la UNESCO; el objetivo de la propuesta es integrar los principios, valores y prácticas del Desarrollo Sostenible o Sustentable en todos los aspectos de la educación y el aprendizaje, con miras a abordar los problemas sociales, económicos, culturales y medioambientalistas del siglo XXI.
Con el proyecto mencionado se intenta una gran acción que permita impulsar cambios de comportamiento de población y gobierno en busca de una sociedad sustentable para todos. El planteamiento es integral, pues se considera que centrar la atención sólo en la naturaleza ya no es suficiente; el fenómeno no puede desvincularse de la sociedad, el medio ambiente, la economía y la cultura. Con esta visión integral será posible alcanzar un desarrollo con bases firmes para la sustentabilidad.
En otras palabras, el impulso de una educación por la sustentabilidad está orientado a construir con urgencia un modelo de desarrollo que atienda las necesidades humanas y respete los limites ecológicos del planeta; este nuevo modelo deberá considerar las necesidades del presente, sin comprometer las posibilidades de las futuras generaciones, con la finalidad de que ellas tengan la oportunidad de atender sus propias necesidades con los recursos planetarios y a su vez, evitar las desigualdades sociales.
Esta visión obliga a la sustitución de los valores promovidos por el actual modelo de desarrollo así como la transformación de las estructuras sociales y económicas. El utilitarismo, el consumismo, el economicismo, el individualismo, la insolidaridad, la competitividad agresiva, la acumulación excesiva de capital, entre otros, son conceptos que tendrán que ser revisados y posiblemente sustituidos.
Por otra parte, el modelo de Desarrollo Humanístico, Integral y Sustentable estaría basado en los siguientes principios:
• Socialmente justo; porque busca soluciones a la marginación, a la pobreza y a la desigual distribución de la riqueza.
• Solidario con las futuras generaciones; porque considera que deben heredar un planeta con recursos.
• Integral; porque incluye lo personal, lo social, lo económico y lo cultural.
• Respetuoso y creativo; porque busca desarrollar el respeto a la diversidad y a las alternativas existentes.
• Económicamente viable en materias de energía y servicios; porque estaría basado en fuentes de energía alternas y servicios controlados con uso racional.
• De aplicación universal; porque tendría participación y aplicación en todos los países de los cinco continentes.
• Pacifista; porque busca la solución a las tensiones internas mediante mecanismos democráticos, el diálogo y el consenso para impulsar el desarrollo.
En este nuevo contexto, cobra vital importancia el papel de la educación formal, entendida como un producto social e instrumento de transformación de la sociedad donde tiene lugar, para sumarse al cambio junto a otros agentes sociales que pugnan por transformar las estructuras sociales, económicas y las relaciones de producción e intercambio de bienes, incidiendo en los patrones de consumo para sustituir al actual modelo de desarrollo.
El propósito fundamental de la educación para el desarrollo sustentable es lograr que tanto en lo individual como en lo colectivo, se comprenda cabalmente a la naturaleza en toda su complejidad existente en el planeta; reconocer que existe una interacción de fenómenos físicos, biológicos, químicos, sociales, culturales y económicos. Se pretende que a partir de ese conocimiento, se adquieran valores y habilidades traducidas a prácticas cotidianas de participación responsable y eficaz en la prevención y solución de los problemas ambientales, con una gestión orientada a mejorar la calidad de vida de todas las especies que existen sobre la tierra.
La Educación para el Desarrollo Sustentable (EDS), propone un cambio hacia un modelo de desarrollo humano, ecológico y sostenible en el cual prevalezca la idea de un nuevo estilo de vida basado en un desarrollo entendido no únicamente como crecimiento económico cuya base ha sido una relación agresiva con su entorno, afectando los recursos naturales, especies y al propio ser humano a quien percibe como un ente productivo, con derechos mínimos. Por el contrario, el nuevo modelo de desarrollo busca conciliar los elementos productivos y sociales en un clima de respeto tanto con el medio como con todas las formas de vida, conservándolas para el disfrute de las generaciones futuras.
Los ejes temáticos contenidos en la propuesta a cargo de la UNESCO para impulsar la Década de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sustentable (EDS) son los siguientes:
1. Urbanización sostenible.- Mediante procesos de decisión responsable, las ciudades pueden convertirse en fuentes de oportunidad para el progreso social, económico y de mejora ambiental a nivel local, nacional y mundial.
2. Consumo sostenible.- Se refiere a los modos de consumo de bienes y servicios que no dañen al medio ambiente ni a la sociedad. La EDS promueve una ciudadanía responsable y emprende una lucha contra los efectos de los hábitos y estilos de consumo insostenibles para la sociedad y los recursos.
3. La paz y la seguridad humana.- Estos dos factores son fundamentales para la dignidad y el desarrollo humanos: Las situaciones de inseguridad y conflicto constituyen siempre una amenaza para el desarrollo sostenible de las culturas. La EDS desempeña un papel crucial en la promoción de los valores de paz.
4. El desarrollo rural.- Se pretende incrementar el acceso a la educación básica de las poblaciones rurales; mejorar la calidad de la educación básica en estas regiones; desarrollar planes de educación básica que respondan a las necesidades de aprendizaje de estos grupos.
5. La diversidad cultural.- La educación ha de respetar la diversidad; los valores, el conocimiento, los idiomas y las cosmovisiones asociadas a la cultura, predeterminan la manera en que se abordan los asuntos de la educación para un desarrollo sustentable en cada contexto de las naciones. La propuesta educativa aspira a promover una enseñanza que respete el conocimiento tradicional e indígena y fomente el uso de las lenguas propias, integrando estos elementos a los programas educativos de cada nivel.
6. Igualdad de género.- La discriminación por razones de sexo suele estar implantada de manera estructural. En algunas sociedades las mujeres están excluidas en las decisiones familiares o comunitarias, con una afectación al acceso a fuentes de ingresos. Por ello, es preciso incorporar los temas de igualdad de género en las temáticas educativas; la participación cabal y equitativa de las mujeres resulta esencial para garantizar un futuro sustentable.
7. Promoción de la salud.- La mala salud estorba al desarrollo económico y social. El hambre, la desnutrición, el paludismo, la violencia, el VIH-SIDA, entre otras enfermedades, tienen grave repercusión negativa en la vida de las sociedades. La educación y la información médica, son medios poderosos para inducir cambios en los comportamientos, por ello el entorno escolar debe ser seguro y saludable.
8. Medio ambiente.- Las temáticas ambientalistas abarcan temas de interés público: el agua, el cambio climático, la diversidad biológica y la prevención de catástrofes naturales. No puede haber desarrollo económico y social a largo plazo en un planeta devastado. La tarea de enseñar a la sociedad a comportarse de manera responsable y a respetar el entorno, es el núcleo central de la EDS.
En síntesis, la sociedad mundial tiene que reconocer que formamos parte de un ecosistema global, con múltiples interrelaciones con el medio y que en muchos de los casos es éste quien nos condiciona y que por tanto somos nosotros como género humano los que debemos modificar nuestra actitud hacia el entorno. En este sentido, es urgente establecer una relación de respeto con la naturaleza, de tal manera que mediante una suma de esfuerzos seamos capaces de lograr una reconciliación con ella, conscientes de que está en juego la supervivencia del ser humano y de todas las demás especies que habitan el planeta, es por ello que la EDS de convierte en una alternativa viable para salvar a nuestro entorno. Los gobiernos tienen la última palabra.
Bibliografía:
Documento UNESCO: El Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible. ONU 2004.
Documento ONU (1997): La Situación Social en el Mundo. Departamento de Información Económica y Social y de Análisis de Políticas. Nueva York, USA.
PALOS, José (1998). Educar para el Futuro: Temas Transversales del Currículum. Ed. Desclée de Brouwer. Bilbao.
PALOS, José (2004). Educación y Desarrollo Sostenible. Barcelona, España.
Jiménez, Luis M. (1996): Desarrollo Sostenible y Economía Ecológica. Editorial Síntesis, Madrid España.
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