Por Samuel Nepomuceno Limón
Al parecer, en la resolución de problemas tienen presencia al menos tres factores: primero, las diversas inteligencias del sujeto (Howard Gardner), que van a actuar sobre los otros factores; después, la posesión de un conjunto de habilidades desarrolladas y, por último, un cúmulo de informaciones y experiencias relativas a las circunstancias que tienen incidencia en los problemas. Particularmente, en cuanto hace a las habilidades necesarias, hemos de señalar que durante algún tiempo se han considerado las dificultades para que las aprendidas en un contexto determinado puedan ser aplicadas en otro distinto. Como el siguiente caso: “Sabe cómo se pinta, pero no sabe pintar”.
Al llevar la atención hacia los aprendizajes que se adquieren a lo largo de la vida ha de tomarse en cuenta que nadie nace con conocimientos ya formados. Por ello se precisa que cada niño elabore o construya aquellos que le son necesarios para su desenvolvimiento en el ambiente tanto físico como social. En el otro extremo de la vida, una persona anciana habría desarrollado ya las inteligencias para hacer uso de lo que ha ido aprendiendo a lo largo de su existencia.
¿Qué conocimientos habrá ‘almacenado’ una persona? ¿Cómo los habrá adquirido? La complejidad de la vida en sociedad facilita con su interacción la adquisición de aprendizajes. Algunos de ellos han de ser formados o inducidos, en particular en la escuela; otros más, serían derivaciones de conocimientos adquiridos con anterioridad, a manera de aplicaciones o generalizaciones. Un chofer, por ejemplo, aprendería a manejar un vehículo determinado, en ciertas calles. Con el paso del tiempo, lo que sabía sería utilizado para aprender a conducir un vehículo de una marca o modelo diferentes. Si aprendió inicialmente en un automóvil y en la actualidad conduce un autobús de pasajeros, tuvo que haber aprendido a operar botones, pedales y volantes probablemente en más de un coche distinto. Sólo que cada vez su aprendizaje era más rápido, pues lo que ya sabía le facilitaba adquirir los nuevos conocimientos. En su situación, dependerá de la práctica el grado de habilidad que alcance con cada vehículo distinto… hasta que llegue el momento en que lo que sabe le baste para operar cualquier clase de unidad.
Cuando un aprendizaje previo influye sobre otro posterior, ya sea facilitándolo o incluso entorpeciéndolo, algunos teóricos hablan de la transferencia del aprendizaje. Esta palabra es la traducción del vocablo inglés transfer, empleado inicialmente para definir la situación. Aunque la traducción sea ‘transferencia’, aquí preferimos mantenerla, castellanizando su pronunciación, para restringir su significado al de influencia positiva o negativa de unos aprendizajes sobre otros. La razón es que, en rigor, al parecer no se da una transferencia, en su acepción de traslado, de pase de un lugar a otro, como la simple translación o desplazo del aprendizaje de una situación A a una situación B. Incluso en trabajos de investigación que algunos han realizado con niños que tienen necesidades educativas especiales se observan dificultades para que se dé el tránsfer en el desarrollo de habilidades, pues la influencia señalada pareciera tener mayor lentitud.
El conocimiento del fenómeno tránsfer permite a docentes y entrenadores organizar experiencias de aprendizaje sobre la base del grado de similitud entre ellas. En el jardín de niños, por ejemplo, los chicos aprenden a amarrarse los cabetes. Éste es un aprendizaje compuesto que se integra por el modo en que se introducen las agujetas en los ojillos y pasan de un lado del zapato al otro, a la vez que incluye el amarre. Un pequeño que haya aprendido, merced a la práctica, a pasar los cordones entre los ojillos que se corresponden, ascendiendo cada vez un lugar, podrá aprender después a pasarlos de modo horizontal dejando el ascenso a un pase corto vertical de un ojillo al siguiente. Después de ser capaz de atarse los cabetes de sus zapatos puestos, podría aprender también a colocar cabetes y amarrarlos de zapatos quitados, o quizá hacerlo en los zapatos del compañero. En sentido estricto, cada caso significaría un aprendizaje, y el alto grado de similitud entre las experiencias correspondientes facilitaría los nuevos aprendizajes. Aquí, aprender equivale a desarrollar habilidades, es decir, llegar a realizar la operación rápida y automáticamente, para lo cual habría que disponerse previamente de las ejercitaciones necesarias. Es en estos casos cuando algunos autores hablan de una generalización del conocimiento, cuando unos se ‘aplican’ en circunstancias distintas a las que rodearon su adquisición.
El asunto llena muchas páginas en libros que se ocupan del aprendizaje. Algunos autores buscan el ahorro de aprendizajes en distintas situaciones tratando de que lo aprendido en unas simplemente se aplique, con éxito, en otras, lo que, en la práctica, no siempre es posible. Se preguntan: ¿Cuántas cosas habría que aprender si lo hiciéramos con todo lo que necesitamos hacer en la vida? Afortunadamente entra en acción el tránsfer, y al hallarse en una circunstancia novedosa será posible el desempeño porque lo que faltaría por aprender sería mínimo si ya se contara con conocimientos o habilidades desarrolladas muy similares a la situación dada.
Veamos una situación muy frecuente: por ejemplo, se informa a alguien sobre cómo se realiza una tarea; enseguida se pide al sujeto que la lleve a cabo… y falla. ¿Pero si ya se le explicó bien, por qué no pudo hacerla? Pensamos que se trata de dos asuntos diferentes, aunque se refieran a la misma situación. Escuchar una explicación tiene lugar en el ámbito de lo verbal; llevar a cabo una tarea, en especial si es de ejecución, corresponde a lo sensoriomotor. A veces se da un paso intermedio: se enseña con el ejemplo cómo se realiza la tarea, para dar paso a la imitación, como se observaría en una clase común de baile o en el entrenamiento de un carpintero. Creemos que para que una habilidad se desarrolle se requiere su ejecución una y otra vez, hasta que los movimientos se vayan automatizando. Que no bastaría con la información, aunque ésta sí documenta la habilidad, sobre todo cuando incluye las razones que sustentan cada etapa o fase de la ejecución. Información y habilidad vendrían siendo dos cosas diferentes. No sería de esperarse una transferencia directa, en su sentido de traspaso, de las palabras a la acción.
En ocasiones el tránsfer resulta negativo, es decir, entorpecedor del aprendizaje de una nueva habilidad, situación que sería equivalente a lo que Gaston Bachelar, en filosofía, y Guy Brosseau, en pedagogía, denominaron ‘barrera epistemológica’.
La influencia de unos conocimientos sobre otros se observa en el caso en que alguien desea aprender a pintar acuarelas. El sujeto podría tratar inicialmente de dominar la dosificación del colorante en las diluciones de agua, el resultado de las combinaciones por la transparencia de los colores, el grosor y definición de los trazos del pincel sobre la superficie del papel, entre otros rasgos, empleando, digamos, la pintura en pastillas. En un segundo momento, lo que significaría otro aprendizaje, las actividades se efectuarían con, supongamos, acuarela líquida. En un tercer tiempo el aprendizaje podría hacerse con acuarela en tubo. El orden de los aprendizajes con cambio en los materiales sería indistinto; lo que desea señalarse es que probablemente el aprendiz encuentre mayores dificultades durante el aprendizaje realizado en primer lugar debido probablemente a la ausencia de experiencia previa en el trabajo con colores manualmente diluidos. En el mismo sentido, quizá el último aprendizaje resultara el más rápido, debido al tránsfer que se presenta entre ambos aprendizajes. Así, cuando el sujeto deba utilizar tinta china de color para pintar un cuadro, alcanzará más rápidamente la habilidad del caso.
El transfer como influencia y no como transferencia podría observarse también en el empleo de matrices, también conocidas como cuadros de doble entrada, diagramas de árbol, diagramas de huesos de pescado, diagramas de flujo, organigramas, la resolución de problemas aritméticos. Sería muy difícil aprender a manejar estos recursos en todas las situaciones posibles. Por lo general, se aprende su manejo en unas situaciones y después quizá habrá necesidad de utilizarlos en otras en que no se cuente con la experiencia de su ejecución. Sin embargo, es factible la aplicación, pues lo que se sabe apoya para afrontar los retos que representan una nueva aplicación. Si tal nueva aplicación ha de realizarse repetidamente, habría un nuevo aprendizaje.
Según Mayer y Wittrock (1996) el transfer es “el efecto que el conocimiento aprendido en una situación previa (tarea A) tiene sobre el aprendizaje o ejecución en nueva situación (tarea B)”. Elvira Carpintero Molina (El proceso del transfer: revisión y nuevas perspectivas, en Internet) señala: “En la educación, una de las principales metas es promover el transfer (Bruner, 1960; Marini y Genereux, 1995). Durante el periodo escolar no se puede enseñar todo lo que el alumno debería saber, ya que es imposible definir y localizar todas las variaciones de un problema. Por tanto, conocer y dominar este proceso facilita el aprendizaje de nuevos conceptos y evita su demora y la memorización masiva de información. Sin embargo, preparar a los estudiantes para resolver problemas con los que no se han enfrentado anteriormente y dotarlos de herramientas útiles para dichas situaciones, no es tarea fácil”.
Las facilidades que unos conocimientos otorgan para la adquisición de otros constituyen un filón aprovechable en todos los niveles educativos. A pesar de que el fenómeno del tránsfer parece facilitar las cosas, siempre será recomendable brindar el mayor número posible de experiencias diferentes, aunque cercanas entre sí por algunos factores que las relacionen. Cuando se dice que los aprendizajes están encadenados, y que las lagunas que van quedando en unos tienden a su crecimiento hasta entorpecer el avance, se está haciendo referencia a la relación que existe entre conocimientos de distinta naturaleza pero similares en algunos de sus aspectos. Habrá ocasiones en que, sin la presencia de unos no sería fácil avanzar en la adquisición de otros. Eso lo saben bien los maestros de química, física y matemáticas.
E. Carpintero Molina refiere algunas de las limitaciones que se presentan para el tránsfer. Dice en otra parte de su trabajo: “Adoptar un criterio de evaluación estrecho y restringido donde exista una única respuesta correcta no promueve el transfer. Los experimentos, generalmente, presentan tareas separadas de modo que los estudiantes asumen que son independientes y que para resolver cada uno de los problemas, de modo inmediato, exclusivamente puede utilizarse la información dada”.
Según el mismo artículo, “Alexander y Murphy (1999) destacan ciertos obstáculos instruccionales que impiden que se produzca el transfer al disminuir la motivación de los estudiantes. Entre ellos, consideran que la necesidad impuesta a los profesores para cubrir un determinado programa provoca un mínimo o inexistente empleo del tiempo en el aprendizaje y enseñanza de estrategias en profundidad. El aumento, a lo largo de las décadas, de los conocimientos e informaciones que se imparten en el colegio confina a un superficial tratamiento de la materia. Concretamente, las autoras denominan a esta barrera ‘mencionar vs. enseñar’”.
A fin de no abusar mucho, una última cita: “La similitud entre las situaciones no es reconocida por los alumnos y no aplican un método de resolución en un contexto diferente al aprendido. Esto es debido a que los alumnos reciben conocimientos de las distintas materias, pero no son capaces de relacionarlos. Además, el modo de presentar los contenidos no favorece este transfer pues se presentan de forma aislada, sin relación entre las áreas. Así, los estudiantes ven cada asignatura como un grupo aislado de contenidos y no pueden relacionarlas y, aun menos, transferir sus conocimientos a la vida diaria, pues parece que lo que se presenta en el aula son conocimientos diferentes de los de la vida”.
Consideramos que el tema se presta para intentar profundizar en el asunto, dadas las bondades que el fenómeno señalado ya está ofreciendo en algunos aspectos del aprendizaje. Conocerlo y aprovecharlo más cabalmente contribuiría al mejoramiento de los aprendizajes.
1 comentario:
MUY BUENO
Publicar un comentario