jueves, 13 de mayo de 2021

Esperanzas que fortalecen

 

 


De Alicia Soto Palomino

 

El 23 de abril se celebra el día internacional del libro, en otras ocasiones esta fecha la había pasado efectuando actividades relacionadas con la promoción de la lectura y escritura. En algunas ocasiones  había realizado talleres con jóvenes y niños, vinculando  la lectura con la ciencia, las artes y actividades lúdicas en un ambiente festivo.

 

En esta ocasión, las circunstancias en las que tuve que recordar este día fue muy distinto, pues desde las siete de la mañana tuve que formar parte de una larga fila de personas que esperábamos que nos administrarán la vacuna contra el covid 19.

Parecía que todo iba estar muy bien, puesto que en días anteriores se había estado realizando esta actividad para todos los docentes de manera ágil y  eficaz, por ello, tenía la confianza de salir pronto de esa empresa y dirigirme a celebrar el día internacional del libro con los promotores de lectura y mi familia.

 

A las 9:00 de la mañana el sol comenzaba a iluminar y calentar el espacio circundante de la zona Universitaria, las colas se hacían cada vez más extensa, las preguntas del por qué no se avanzaba, no llegaban. Después un maestro encargado de la comunicación por parte de la SEV nos dijo que no había vacunas en el espacio del nido del Halcón. No sabía la razón y  lo único que nos pedía,  era esperar nuevas indicaciones.

 

Estuvimos cerca de cuatro horas más, esperando  sin movernos y nadie  nos informaba nada. Los rumores eran diversos… Cerca de las tres de la tarde logramos avanzar hasta la entrada del campo de la USBI, parecía que nos habían permitido entrar al paraíso pues los árboles verdes nos brindaban su sombra y frescura. Nos ubicaron bajo un puente y nos colocaron en zigzag y ahí estábamos más  de 200 personas, juntas codo a codo. Confiando en que recibiríamos la anhelada vacuna. De repente, una nueva voz se levantó y nos comunicaron que se habían terminado las vacunas que debíamos esperar tres o cuatro horas más... En ese momento sentí que las esperanzas me faltaban, que todo el esfuerzo, el optimismo se estaba derribando; de pronto nuevamente las voces se alzaron y comenzaron a surgir ímpetus de inconformidad, los ánimos ya se estaban transformando y pasaban súbitamente de una calmada resignación  a un vigoroso reclamo.

 

Finalmente nos condujeron hasta   las mesas de registro. Después de entregar los documentos y firmar, nos hicieron pasar  al recinto del nido del Halcón. Fue como si nos transfirieran  a otra dimensión, después de tanto sufrimiento de pasar tantas horas  bajo el intenso sol, sin comer, sin tener los servicios necesarios para ir al sanitario o sentarse a descansar. Llegamos al paraíso. Al descender por los escalones del graderío un ambiente nuevamente de confianza inundó cada una de las almas de los que estábamos ahí. Con una organización magnífica nos condujeron rápidamente a la administración de la vacuna, las orientaciones adecuadas y la espera para las reacciones de ésta. Para ello, ya habían transcurrido nueve horas y media. Todo esto me ha dejado claro  que una vez más los docentes contamos con  tolerancia, paciencia, optimismo y que necesitamos un trato similar tanto de las autoridades como de la sociedad. Porque eso,  nos permitirá  salir adelante de cualquier situación  adversa que se nos presente.

 

Gracias por confiar en nosotros y tengan por seguro que muchos docentes comprometidos con nuestra vocación, retribuiremos la confianza depositada.

 

Cualquier día es propicio para seguir celebrando el día internacional del libro. Todos los días que tengamos la oportunidad de estar con los libros debemos aprovechar para seguir fomentando el amor por la lectura, escritura y la tolerancia, de esta manera estaremos construyendo  mejores escenarios y estaremos preparados para los requerimientos del mundo actual.

 


 

No hay comentarios: