Gilberto
Nieto Aguilar
La
“señora” violencia, así, con respeto (o con miedo), es definida por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) como “el uso intencional de la fuerza
física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que
tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un
traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte”.
La
violencia siempre ha estado presente en la historia de la humanidad. Existen
muchos análisis de este fenómeno y en el caso mexicano actual, algo está
fallando en el Estado que no logra contener los altos niveles de violencia.
Diversos países y regiones han dedicado tiempo para erradicarla como un lastre
social a través de la aplicación de la ley y de una cultura bien orientada de
paz, respeto y cuidado del otro.
Desde
2008 en que se declaró la guerra al narcotráfico, lo único logrado ha sido un
terrible incremento en las cifras declaradas (más las que se ignoran) sobre
ejecuciones y homicidios que han invadido todos los rincones de la patria (en
especial Veracruz) para sumarse a las otras muchas formas de violencia en los
comportamientos sociales.
En
cifras de la OMS, desde el maltrato infantil, en el cual una cuarta parte de
los adultos confiesan haber sufrido, y el abuso sexual de una de cada cinco
mujeres y uno de cada trece varones, probablemente han causado alteraciones en
la salud mental y física de los victimizados que puede afectar el curso normal
de sus vidas y las de sus cercanos.
Cada año
se cometen en todo el mundo 200 mil homicidios entre jóvenes de 10 a 29 años,
lo que supone un 43 por ciento del total mundial anual de homicidios y el 83
por ciento de estas víctimas son hombres. También hay registro de diversas
formas de maltrato a las personas mayores tanto en la familia, la comunidad
como en las instituciones.
Los
feminicidios, que antes se escuchaban como lejanos cuentos de terror que no
podían ocurrir en nuestras vidas, nuestras familias, las mujeres de nuestro
entorno, hoy son sucesos comunes. En estas últimas semanas, los feminicidios de
Íngrid y Fátima han causado gran indignación entre la población y se han vuelto
queja y símbolo de la violencia contra la mujeres en todo México
(#UnDiasinNosotras).
Los
hombres y las mujeres que han sido objeto de malos tratos durante la infancia,
han estado expuestos a escenas de violencia doméstica contra sus madres y al
uso nocivo de alcohol; quienes han vivido en entornos donde se practicaba o
aceptaba la violencia en cualquiera de sus formas, había normas diferentes para
cada sexo, la creencia de derechos sobre las mujeres, son más proclives a
cometer actos violentos y las mujeres a sufrir la condición de subordinación y
un mayor riesgo de ser víctimas de la violencia de pareja (OMS).
Las
consecuencias de la violencia a nivel socio-profesional pueden entorpecer el
desarrollo económico y social de un país. Urge la aplicación de la ley y de
medidas preventivas de todas las formas de violencia. Para ello es necesario un
enfoque multisectorial y la mano decidida del gobierno en sus tres niveles.
Urgen programas preventivos eficaces que presten apoyo a los padres y les
aportan ideas y conocimientos para bien criar a sus hijos y sembrar una cultura
de paz.
gnietoa@hotmail.com
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