Javier Ortiz Aguilar
Existen al menos, dos acuerdos entre los
historiadores; el primero, que no hay ambivalencia en el concepto “historia”.
Desde el siglo XIX, Historia, (con mayúscula) significa conocimiento de
los hombres en su tiempo, e historia (con minúscula) se refiere a la realidad
histórica, objeto de estudio de la Historia. Es decir, El objeto de estudio del
historiador son las diversas prácticas significativas de los hombres en cada
época.
Decir
“los hombres en su tiempo” no es una forma retórica, sino la alusión a la
naturaleza temporal de los hombres, cuyas ideas y acciones están condicionadas
por una tradición y un proyecto. Esta temporalidad da diferentes dinámicas y
perfiles a las culturas en el tiempo y en el espacio, y a la vez distintas
razones para recordar un pasado que, al historiador, presionado por su tiempo,
le interesa.
Estas
convicciones formadas en mi experiencia docente resurgen en la medida que
avanzaba la lectura del texto titulado Maestros destacados de la Escuela
Normal Veracruzana durante las décadas quinta, sexta y séptima del siglo XX,
cuya autoría es Lisardo Enríquez Luna y el diseño de la edición es Edén O. Enríquez
González.
El
interés aumentaba en primer lugar por la escritura ágil, y por lo convincente
de sus ideas. Obviamente en mi caso se incrementa, porque el autor, a pesar de
estudiar en una institución de educación superior distinta, y de una edad
menor, participamos de la misma generación, en el sentido de orientar nuestra
percepción del mundo y de los ideales que el espíritu de la época imponía. Por
ello, la mayoría de los maestros recordados no eran ajenos a mi formación
académica e influyeron en mis preocupaciones intelectuales y compromisos
ideológicos.
Los
maestros aludidos, emblemas de la docencia y la cultura, son: Raúl Contreras
Ferto, Aureliano Hernández Palacios, David Ramírez Lavoignet, José Luis
Melgarejo Vivanco, Wilfrido Sánchez Márquez, María Dolores Flores Morales,
Guadalupe Álvarez Naveda, Mateo Oliva Oliva, Miguel Vélez Arceo, José Acosta
Lucero y Víctor Raúl Domínguez.
Los
datos básicos de sus maestros muestran que pertenecen a una generación de
docentes. Las fechas de nacimiento de 8 de ellos, oscilan entre 1908 y 1933, y
reciben su título de profesor de educación primaria entre los años 1930 y 1949.
7 egresados de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana y uno de la Escuela
Nacional de Maestros. Sólo uno no cursa la carrera de docente, puesto que
estudia en el Conservatorio Nacional de Música. Y otro estudia, además de la
escuela Normal Danza folclórica en la Academia de la Danza Moderna. El docente
que no pertenece a esta generación, pero que actualiza el proyecto de la
generación citada, y podría decir. Muy cercano a las nuevas generaciones no
aporta datos.
Las
fechas de nacimiento indican que esta generación principia en el tiempo de
preparación de la Revolución Mexicana, Los años de titulación coincide en la
absoluta mayoría de los casos, en la época más transformadora de la Revolución.
No obstante, los cambios que llamaron “la primera muerte de la Revolución
Mexicana”. Ellos continuaron difundiendo los valores de la Escuela Mexicana.
Por su honestidad intelectual y su lealtad política, participan en la nueva
administración púbica y la dirección del sistema educativa, conservando el
respeto de las nuevas generaciones. Los maestros de la Escuela Normal
Veracruzana, con formación artística, se dedican a la producción y enseñanza
del arte nacional: la música popular y la danza folclórica. Por cierto, de gran
impacto en la sociedad nacional.
Por
supuesto, Lisardo asume que la Benemérita Escuela Normal Veracruzana no es un
concepto, por lo contrario, comprende hombres concretos (con tradiciones,
compromisos, sentimientos aspiraciones, etc.). Esta compleja realidad
educativa, la rememora, que muchas veces parece nostalgia: informa de su
pertenencia a la generación Olímpicos que egresa en 1969. Este año
cumple medio siglo de pasar de su compromiso de aprender a la responsabilidad
de formar a las nuevas generaciones. Por ello termina la introducción con el
propósito de sus recuerdos: “
Tal
parece que su justificación es únicamente rememoración y nostalgia por haber
estado en una institución formadora de docentes, donde las relaciones entre
maestros y alumnos son propias de una auténtica comunidad educativa. Todos
saben de las reuniones que celebran las generaciones de normalistas cada año y
las visitas frecuentes de los egresados a su alma mater. Sin embargo, no se reduce a una experiencia vital, ni
el pretexto para reconocer públicamente a los maestros que lo influyeron más en
su formación profesional y en su conciencia ciudadana; sino es un aporte a una
revisión histórica. Pues el recuerdo de los maestros, se hacen público en el
año que la Escuela Normal Veracruzana, cumple su 130 aniversario.
Por
ello en el último capítulo denominado Escuela
Normal Veracruzana, iniciadora de un movimiento, lleva al lector a tomar
conciencia de ser la precursora de la modernización educativa de nuestra
nación. Pues la influencia ideológica y la participación de muchos de sus
egresados. Están presentes en gran parte de las entidades federativas de
nuestro país. Con ello justificaría el nombre de Benemérita. No obstante, su actividad está presente, rebasando los
límites establecidos por la normatividad del siglo XIX. Ahora ofrece seis
licenciaturas, además de diplomados y posgrados. El lector puede inferir que la
institución educativa, de la que se sienten orgullosos los veracruzanos, no
solo es historia, sino una institución viva, capaz de coadyuvar en el tránsito
a la modernización educativa que el país necesita.
De
ahí la necesidad de ampliar la revisión de este momento histórico para iniciar.
De la manera que sea más eficiente, un debate sobre este periodo. No para hacer
apología, sino para uncir la tendencia histórica con el proyecto de
modernización educativa. Puesto que hacer prospectiva del sistema educativo, no
conduce a las metas anheladas
[i]
Enríquez L., Lisardo. Maestros destacados de la Escuela Normal Veracruzana
durante las décadas quinta, sexta y séptima del siglo XX. Jalapa. s/e; 2019
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