José Martí
INSTITUTO DE RELACIONES CULTURALES
MEXICANO-CUBANAS
“FLORES MAGÓN-MELLA”
Prof. Wilfrido Sánchez Márquez
28 de Enero de 2016
J
|
osé Martí el héroe nacional de nuestra
hermana República de Cuba, el poeta sublime, el luchador social extraordinario,
radicó en nuestro país durante varios años, en el lapso de su estancia en
México se integró plenamente a la vida y a la problemática nacional de un
Estado en proceso de cambio convulsivo de su régimen social, el de la dictadura
al liberalismo.
Su participación activa al lado de los
constructores del régimen liberal mexicano fue muy intensa a grado tal que nos
dejó los escritos que reflejan su honda mexicanidad:
“¡Oh México querido! ¡Oh México adorado,
ve los peligros que se acercan!
¡Oye el clamor de un hijo tuyo que no nació de ti!...Tú te ordenarás, tú entenderás, tú te guiarás, yo habré muerto, ¡Oh
México, por defenderte y amarte!
“José Martí vino por vez primera a
México, donde desde hacía algún tiempo vivían sus seres queridos, llegó a
Veracruz el 8 de febrero de 1875”, cuando solamente habían transcurrido 8 años
del fin de un conflicto armado que duro 13 años y que concluyó en 1867 con el
triunfo del liberalismo y la expulsión definitiva de nuestro territorio del
ejército francés.
Del puerto de Veracruz, se trasladó por
ferrocarril a la capital de la República.
“Era la media noche cuando el tren entró
en la estación de Buenavista. Ahí lo esperaba don Mariano, (su padre), a quien
acompañaba un buen vecino y amigo, don Manuel Mercado que ocupaba el puesto de
Secretario del Gobierno del Distrito Federal”.
Su contacto con los intelectuales de
aquel tiempo, se hizo a través de la Revista Universal, que era nido de
liberales; ahí se relacionó con la realidad mexicana, con los hombres de la
Reforma y con los pensadores liberales mexicanos, entre éstos: el “Maestro” Guillermo Prieto, el poeta indígena Manuel Altamirano,
Ignacio Ramírez “El Nigromante,” Juan A. Mateos, orador, novelista y dramaturgo,
Hilarión Frías y Soto, Juan de Dios Peza, Justo Sierra, Francisco Bulnes, y
otros más”; también se integró a la masonería mexicana, cuyos miembros
participaron destacadamente en la formulación del ideario del liberalismo y en
la lucha armada que después de tres años concluyó con la expedición de las
Leyes de Reforma y la instauración del régimen liberal en el Estado Mexicano.
En 1884 escribió un artículo sobre la
personalidad y la ejecutoria de Benito Juárez:
“Ese nombre resplandece como si fuera de
acero bruñido; y así fue en verdad, porque el gran indio que lo llevó era de
acero, y el tiempo se lo bruñe…A Juárez, a quien odiaron tanto en vida, apenas
habría ahora, si volviese a vivir, quien agradecido, no le besase la mano.
Otros hombres famosos, toda palabra y hoja, se evaporan. Quedan los hombres de
acto; y sobre todo los de acto de amor.
El acto es la dignidad de la grandeza. Juárez rompió con el pecho las
olas pujantes que echaba encima de la América todo un continente; y se
rompieron las olas, y Juárez no se movió.”
Después de la muerte del Presidente
Juárez, surgió un serio conflicto entre los aspirantes a ocupar la presidencia de la República; las
ambiciones desatadas pusieron en peligro la estabilidad del país; ante esta situación
Martí expresó:
“Oh México querido! ¡Oh México adorado,
ve los peligros que se acercan! ¡Oye el clamor de un hijo tuyo, que no nació de
ti! Por el norte un vecino avieso se cuaja…Tú te ordenarás, tú entenderás, tú
te guiarás: yo habré muerto, Oh México, por defenderte y amarte”.
“En cada uno de sus escritos, Martí
hablaba como mexicano. México le había ganado y penetrado hasta lo más íntimo
de su ser, sintiendo sus tragedias y sus luchas como propias”.
Al finalizar su primera estancia en
nuestro país y retornar a su patria expresó:
“…digo adiós a este México a que vine
con el espíritu aterrado y del que me alejo con esperanza y con amor, como si
se extendiera por toda la tierra el cariño de los que en ella me han querido”.
(1° de enero de 1887).
En 1891 Martí escribió sus Versos
Sencillos que dedicó a su íntimo amigo Manuel Mercado; en unos de sus cuartetos
escribió:
Tiene el conde su
abolengo,
Tiene la aurora un
mendigo,
Tiene ala el ave: ¡Yo
tengo
Allá en México un
amigo.
Cuando retornó a México, se instaló en
la casa de su amigo entrañable Manuel Mercado. Allí estrecha sus relaciones con
Gutiérrez Nájera. Entre los asiduos interlocutores se encontraba el poeta Amado
Nervo quien dejó escrita la siguiente constancia: “Lo conocí, nutrí mi espíritu
con su verso radiante; y, oyendo hablar al patriota, creí en la libertad…”.
Cuando Martí consideró haber cumplido la
misión que lo trajera a México, y ya había sembrado la semilla de la
independencia en Cuba en nuestro país, donde dejaba constituidos dos nuevos
clubes revolucionarios: el Josefa Ortiz, de damas y el Miguel Hidalgo integrado
por caballeros, retornó a Cuba para incorporarse y encabezar la lucha por la
independencia de su patria.
El 18 de mayo de 1895, un día antes de
su muerte en combate, tomo la pluma para escribir al fraterno amigo Manuel
Mercado, una carta (inconclusa) que ha sido catalogada como el “Testamento de
José Martí. En la primera parte de este documento se lee:
“Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo
1895.
Mi hermano queridísimo: Ya puedo
escribir, ya puedo decirle con qué ternura y agradecimiento y respeto lo
quiero, y a esa casa que es mía, y mi orgullo y mi obligación; ya estoy todos
los días en peligro de dar mi vida por mi país y ´por mi deber…de impedir a
tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan los Estados Unidos por las
Antillas y caigan con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América. Cuanto
hice hasta hoy, y haré, es para eso”.
Al día siguiente, el 19 de mayo, “cuando el sol se encontraba en el
cenit iluminando a la vega de Dos Ríos, Martí montando su corcel blanco,
revólver en mano, de cara al enemigo,…se lanzó sobre los cuadros españoles
agazapados en la maleza: una descarga cerrada, humo y olor a pólvora, todo gira
a su alrededor, y se desploma sobre la tierra Cubana, atravesando el pecho y el
cuello por las balas españolas”.
Martí lubricó con su sangre generosa
toda su obra. “Y
aquel cuerpo pequeño comenzó a crecer, agitarse y extenderse por sobre el
continente americano y por sobre toda la faz de La Tierra”.
Recordemos de Martí el siguiente
cuarteto:
NO ME PONGA EN LO
OSCURO
A MORIR COMO UN
TRAIDOR
¡YO SOY BUENO Y COMO BUENO
MORIRÉ DE CARA AL
SOL”
José Martí, el poeta
L
|
os vínculos entre las aspiraciones del
pueblo cubano y las luchas independentistas de José Martí con el ideario de la revolución
iniciada en el Asalto al Cuartel Moncada, son muy estrechos, a grado tal, que
podemos afirmar que ambos movimientos libertarios son partes de un mismo
proceso histórico.
El conocimiento, el análisis, la
comprensión y la evolución de las maneras de pensar, sentir, decir, escribir y
actuar de José Martí durante su multifacética vida, son indispensables para
valorar objetivamente las metas y los propósitos alcanzados por él durante su
fructífera existencia, su presencia en el pueblo de Cuba durante su desarrollo
histórico y la influencia que el libertador y poeta ha ejercido en los pueblos
de América Latina y del mundo subdesarrollado.
De la premisa anterior, se desprende la
necesidad de dar respuesta a las preguntas: ¿Quién fue, cómo fue y qué hizo José
Martí?
Para resolver estas interrogantes,
imaginariamente acudimos a él solicitándole sus datos personales. A manera de
tarjeta de presentación nos entrega uno de sus libros titulado “VEROSOS
SENCILLOS”. En este poemario encontramos dispersos los versos que bosquejan
un autorretrato del autor:
“Amo la sencillez y
creo en la necesidad
De poner el
sentimiento en formas llanas y sencillas”.
“contra el verso
ornado, el verso natural”
I
Yo soy un hombre
sincero
De donde crece la
palma,
Y antes de morirme quiero
Echar los versos
del alma.
II
Yo vengo de todas
partes
Y hacia todas
partes voy:
Arte soy entre las
artes,
En los momentos,
monte soy
…
Oculto en mi pecho
bravo
La pena que me lo
hiere:
El hijo de un
pueblo esclavo
Vive por él calla y
muere.
V
Mi verso es de un
verde claro
Y de un carmín
encendido:
Mi verso es un
ciervo herido
Que busca en el
monte amparo.
VII
Estimo a quien de
un revés
Echa por tierra un
tirano:
Lo estimo si es un
cubano
Lo mismo que
aragonés.
XVII
¡Arpa
soy, salterio soy
Donde vibra el
Universo:
Vengo del sol, y al
sol voy:
Soy el amor: soy el
verso!
XXIII
No me pongan en lo
oscuro
A morir como un
traidor.
¡Yo
soy bueno y como bueno
Moriré de cara al
sol!
XLIV
Tiene el conde su
abolengo:
Tiene la aurora un
mendigo:
Tiene ala el ave: ¡Yo
tengo
Allá en México un
amigo!.
Entre los aspectos integradores de la
personalidad de Martí, destacan el de luchador social y el de poeta. Ambos se
entrelazan formando una unidad indisoluble.
Su antología poética refleja, en su
mayor parte, una realidad, la realidad del pueblo… y está escrita en una forma
y lengua sencilla, fácilmente comprensible y apropiada al nivel de
enseñanza-aprendizaje, a las experiencias cotidianas y al ambiente familiar del
pueblo, a sus tradiciones y al habla popular, al respecto decía:
“O la literatura es cosa vacía de
sentidos o es la expresión del pueblo que la crea”.
Martí era partidario de una literatura
que facilite al pueblo, aún en condiciones sociales y culturales adversas,
encontrar acceso al arte. Clarifica su ideario poético, expresando:” Para andar entre las multitudes, de
cuyos sentimientos y alegrías, el poeta quiere hacerse intérprete, ha de oír
todos los suspiros, presenciar todas las agonías, sentir todos los goces e
inspirarse en las pasiones comunes de todos…Es preciso vivir entre los que
sufren. Por grande que sea el poeta, antes de que pueda encontrar los sonidos
vigorosos que alientan los corazones, anuncian los grandes sucesos y los
inmortalizan, fuerza es que el pueblo goce, bendiga, maldiga, espere y condene.
Sin estas condiciones, el poeta es planta tropical en clima frío. No puede
florecer”.
En la introducción de sus VERSOS
LIBRES, nuestro poeta dejó esta autoevaluación de su poesía:
“Estos son mis versos. Son como son. A
nadie los pedí prestados…La poesía tiene su honradez, y yo he querido siempre
ser honrado…Así como cada hombre trae su fisonomía, cada inspiración trae su
lenguaje. Amo las sonoridades difíciles, el verso escultórico, vibrante como la
porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava”.
En lo que toca a las masas populares de
indios, negros, mulatos y mestizos… Martí
atribuía una importancia singular a las etnias indígenas; también exigía
la integración plena del hombre negro a la nación y a la sociedad.
Los problemas del negro cubano le fueron
familiares desde la infancia. En el poema suyo evoca un recuerdo de niñez, en
el que describe la importación, el tratamiento y el castigo cruel de los
esclavos negros:
XXX
El rayo surca,
sangriento,
El lóbrego
nubarrón:
Echa el barco,
ciento a ciento,
Los negros por el
portón.
El viento fiero
quebraba
Los amácigos
copudos;
Andaba la hilera,
andaba,
De los esclavos
desnudos.
El temporal sacudía
Los barrancones
henchidos:
Una madre con su
cría
Pasaba, dando
alaridos.
Rojo como el
desierto,
Salió el sol del
horizonte;
Y alumbró aun
esclavo muerto,
Colgado a un seíbo
del monte…
Un niño lo vio,
tembló
De pasión por los
que gimen:
¡Y
al pie del muerto, juró
Lavar con su vida
el crimen!
Martí percibe y expone con hechos la
función social del arte y de la estética y los expresa nítidamente en el texto
siguiente:
“Lo que ha de hacer el poeta de ahora es
aconsejar a los hombres que se quieran bien, y pintar todo lo hermoso del mundo
de manera que se vea en los versos como si estuviera pintando con colores, y
castigar con la poesía, como un látigo, a los que quieren quitar a los hombres
su libertad, o roben con leyes pícaras el dinero de los pueblos, o quieran que
los hombres de su país los obedezcan como ovejas y les laman las manos como
perros”.
La problemática social es una constante
en la poesía martiana.
Esta corriente tiene manifestaciones
extraordinarias en otras ramas del arte como la pintura, la música, el teatro y
la danza.
Martí aspiraba a la conformación de una
sociedad justa, humanista y equitativa. Sus ideales ahora tienen vía de
realización plena en la Cuba revolucionaria cuyo pueblo ha traspuesto el
cincuentenario de su lucha heroica y ejemplar hacia el socialismo. Concluimos
con una de las expresiones de mayor fuerza, forma y contenido de la escuela
poética martiana, mundialmente conocida y admirada: “La Rosa Blanca”.
XXXIX
Cultivo una rosa
blanca
En Julio como en
Enero,
Para el amigo
sincero
Que me da su mano
franca.
Y para el cruel que
me arranca
El corazón con que
vivo,
Cardo ni ortiga
cultivo:
Cultivo una rosa
blanca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario