Gilberto Nieto Aguilar
La
legalidad es un sistema de normas que constituyen el derecho positivo de un
país. Es la calidad de legal que tiene un acto. El principio de la legalidad es
un principio general del derecho, reconocido en toda la Constitución General y
que otorga seguridad jurídica en la medida que la práctica del derecho está más
arraigada.
Esto
supone el sometimiento pleno de la Administración Pública a la ley y el derecho,
y significa la supremacía de la Constitución General de la República frente a
todos los poderes públicos y la sujeción de la Administración a sus propias
normas y reglamentos. No se trata de que los funcionarios hagan lo que se les
ocurre, si no que hagan lo que tienen que hacer, lo que se traduce en las
atribuciones y facultades del servidor público.
La cultura de la
legalidad es la aceptación y práctica de las normas jurídicas por parte de
todos los ciudadanos. Aceptar las normas debe ser un acto consiente donde es
necesario conocer por qué y para qué hay reglas, y por qué son importantes. Las
familias estarían obligadas a vivenciar con los niños desde su nacimiento una
cultura de la ética y de la legalidad para integrar en la sociedad futura una
forma espontánea de ser y de actuar.
Como
dice Tena Ramírez: “el derecho constitucional es el derecho del Estado, cuando
el Estado es de derecho.” Lo curioso es que en la historia de México se ha
otorgado en el discurso un lugar fundamental al derecho, pero en la práctica el
derecho ha sido ignorado, pisoteado, omitido, superado por las decisiones
políticas y arbitrarias de quienes ostentan el poder.
De esta
manera, en la proclama, el derecho ha sido el impulsor de la mejoría social; pero
en la práctica, su incumplimiento nos ha llevado a la corrupción generalizada y
a la hecatombe de las instituciones políticas. Una verdadera contradicción
donde se observan dos aspectos fundamentales: por un lado la falta de respeto
por la legalidad se traduce en inseguridad jurídica y descomposición social; y,
por otro, la amenaza que impide la erradicación del autoritarismo, la impunidad
y la corrupción.
El
derecho y el poder son dos caras de una misma moneda que una sociedad bien organizada
necesita para moverse hacia el progreso. Cuando el derecho no funciona, ni
impone al poder límites claros y precisos, hay el peligro social de anarquía,
despotismo o dictadura. Y cuando el poder no existe, hay un vacío de autoridad
que nulifican la realización de hechos que afecta gravemente el rumbo de una
nación.
El mundo
de la política es sombrío. Se maneja en varios niveles que el ciudadano común
intuye y de los cuales únicamente especula. No es sólo un simple juego de
inteligencias, como el tablero de ajedrez… Hay en ella algo más. Hay una forma
de interpretar el mundo en cada jugador de la política, una capacidad para la
realización, un estilo personal de vivir los valores, una actitud para servir a
los demás... o para servirse de ellos.
gilnieto2012@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario