AGENDA CIUDADANA
Rebecca Arenas
El capítulo México
del caso Odebrecht, el mayor escándalo
global de corrupción de los últimos tiempos, tendrá que salir a la luz, no
obstante las muchas triquiñuelas para postergarlo desde diciembre de 2016, en
que el Departamento de Justicia de los Estados Unidos publicó la investigación sobre
la descomunal red de sobornos de la empresa Oderbrecht en doce países, entre
los cuales figura México.
En su acuerdo, reconociendo su
culpabilidad ante la justicia estadunidense, Odebrecht señala que los sobornos eran pagados a altos funcionarios de
los gobiernos para asegurar su ventaja en la obtención de contratos gubernamentales
para la construcción de obras públicas de gran calado. Los pagos iban de una cuenta fraudulenta a otra; a veces
pasaban hasta por cuatro cuentas bancarias fantasma antes de llegar al destino
final: el bolsillo de los funcionarios y políticos. Como resultado de esa corrupción Odebrecht obtuvo beneficios
por más de mil 400 millones de dólares.
En México, la corrupción del gigante brasileño Odebrecht tuvo como
intermediario a Luis Inazio Lula da Silva,
el expresidente brasileño ( hoy en la cárcel ) quien recibía de dicha empresa favores
y fuertes compensaciones económicas y materiales. Lula fue quien les abrió la
puerta, consiguiéndoles citas al más alto nivel en el gobierno del presidente
Peña Nieto. Entre 2010 y 2014,
Odebrecht estuvo vinculada a pagos por valor de 10.5 millones de dólares, para
ganar contratos de obras públicas mexicanas que le generaron beneficios por más
de 39 millones de dólares.
Hoy ya es público que en 2012 hubo un
pago de Odebrecht a gente cercana a la campaña de Peña Nieto, y que en 2013 hubo
otro pago a un alto funcionario de la paraestatal PEMEX. De ahí que en 2014, Odebrecht ganara la
licitación de Pemex, a través de su filial Tag Pipelines, para construir el tramo
II del colosal desarrollo del gasoducto Los
Ramones, que recorre los estados de Nuevo León, San Luis Potosí y
Tamaulipas. El contrato fue de 935 millones de dólares, y el pago del soborno
de 10.5 millones de dólares.
Un año antes, en 2011 Odebrecht
obtuvo un contrato para la construcción del Complejo Petroquímico Etileno XXI,
en Coatzacoalcos, Veracruz, el complejo más grande de su tipo en América
Latina, y contó con todo el apoyo de los gobernadores Fidel Herrera y Javier
Duarte. Esa obra dio fuertes ganancias a los brasileños y muchos beneficios
indirectos a Duarte y su círculo cercano, que poco antes compraron terrenos a
bajo costo en la zona del complejo, cuya plusvalía de inmediato se disparó.
Un tercer caso, que igualmente
apunta hacia un alto directivo de PEMEX, es la construcción de la refinería de
Tula, licitación ganada en 2015 por Odebrecht, actualmente en ejecución.
Como resultado de la investigación de
la justicia estadunidense, la empresa Odebrecht tuvo
que pagar una multa de tres mil 500 millones de dólares –la más alta en la
historia de Estados Unidos–, por haber utilizado el sistema de pagos de esa
nación para sus operaciones ilegales.
Las autoridades
estadounidenses, en coordinación con las suizas y las brasileñas, ya hicieron
parte de su trabajo. En México seguimos en déficit.
El pasado febrero, el abogado de la Nación Raúl
Cervantes, firmó un acuerdo para investigar el caso Odebrecht junto con los
procuradores y fiscales generales de los otros once países involucrados. En
México aún no se ha señalado a ningún implicado.
De aquí al 2018, no habrá un momento
adecuado para destapar la cloaca de corrupción
complicidad y abuso de confianza que conlleva estar en la lista de
Odebrecht. Cualquier momento será malo para el partido en el gobierno, porque
los mexicanos ya están hasta la coronilla de ver caminar de la mano a
corrupción e impunidad. Por ello demandan saber quiénes han sido los
responsables y beneficiarios de los escandalosos mega sobornos, para exigir su
castigo y la reparación del daño.
Cada día que pasa, la presión crece.
Rumbo al 2018, Oderbrech-México impactará para mal, al partido en el gobierno.
Al tiempo.
rayarenas@gmail.com.
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