Por Jorge Arturo Gámez
Indicadores de una crisis.
Este ensayo está escrito con la convicción de que hoy, más que nunca, es urgente una visión diferente de la educación básica, un modelo educativo distinto, con un enfoque abierto y flexible, congruente con las exigencias democráticas.
La educación básica como soporte inicial de todo el sistema educativo nacional, es la base de la pirámide educativa, y atraviesa una crisis de resultados: no logra aprobar las evaluaciones que se le hacen, ni las externas (OCDE), ni las propias (INEE).
Esas evaluaciones indican que son indispensables cambios profundos. Mientras se sigan aplicando las mismas políticas, el mismo modelo educativo, los resultados también serán los mismos.
Escuela privada.
Existen diferencias importantes entre las escuelas públicas y las privadas. En primer lugar el origen de su financiamiento.
Las escuelas privadas están sujetas a la dinámica de la oferta y la demanda, pero lo que puede ser un problema también resulta ser una de sus fortalezas más interesantes.
Los padres que inscriben a sus hijos en una escuela privada pagan directamente por los servicios educativos que reciben. Libremente escogen el tipo de educación que desean para sus hijos.
Este financiamiento le da a la escuela privada tres características. La primera, que tiene recursos propios y los puede invertir sin mayores trámites; con una relativa rapidez puede invertir en instalaciones, materiales, equipamiento, etc. En segundo término, dado que sus recursos provienen directamente de los padres de familia, se tiene conciencia de que se depende de ellos y siempre se les debe tomar en consideración. Y en tercer lugar, una escuela privada genera utilidades a sus propietarios, razón adicional para cuidar la calidad de los servicios educativos proporcionados.
Pero por ello mismo, los padres pueden influir en la calidad de las escuelas privadas.
Desde que los padres eligen la escuela, toman en cuenta ciertas características que quieren para que sus hijos las experimenten. Normalmente tienen expectativas sobre el futuro de sus hijos y ven en la escuela un medio para lograrlas.
Para todas las escuelas de educación básica, públicas y privadas, el Gobierno establece los planes y programas, con carácter de obligatorios, pero están enfocados más que nada hacia los aspectos cognoscitivos.
Los aspectos formativos más importantes, que tienen que ver con el desarrollo emocional, la motivación, las actitudes y los valores, quedan abiertos para definirse en el nivel de la escuela, o en el aula.
Esta flexibilidad le permite a las escuelas privadas diferenciarse en términos de su oferta formativa que atrae a los padres de familia. Las escuelas privadas se hacen de sus propios prestigios, conforme a sus ofertas educativas, sus sistemas disciplinarios, métodos pedagógicos, actividades complementarias, etc.
Los maestros en las escuelas privadas no tienen plazas vitalicias. Están sujetos al escrutinio de los alumnos, de los padres y de la administración escolar. Esta situación les obliga a estar muy atentos de su nivel de desempeño.
Los sistemas de educación privada son más pequeños, y pueden adaptarse mucho más rápidamente a los cambios, a las innovaciones tecnológicas, a las necesidades sociales.
Las escuelas particulares comprometidas con el desarrollo libre y democrático de este país, pueden más fácilmente llevar a la práctica propuestas pedagógicas como las que discutimos en los párrafos que siguen.
Variabilidad.
Tomemos como punto de partida el hecho objetivo de la heterogeneidad, tanto en la naturaleza como en la sociedad: no existen dos seres o dos cosas idénticas. La identidad existe como concepto, como un elemento lógico o para efectos prácticos.
No es posible hallar dos personas idénticas, ni aun siendo hermanos gemelos, habiendo heredado la “misma” carga genética y vivido siempre en la misma familia. Los procesos genéticos están diseñados de tal manera que se garantiza que no habrá dos seres humanos idénticos.
Desde el punto de vista genético la variabilidad humana será infinita, mientras el hombre exista y se reproduzca.
De ello deriva la riqueza humana. La posibilidad de cambiar constantemente, como un efecto de las diferencias. Por eso la creatividad humana es infinita.
Normalmente los primeros en reconocer las diferencias de los niños son sus padres. Perciben que sus hijos son distintos y, sin estar necesariamente concientes de ello, contribuyen a acentuar las diferencias tratándolos “como cada uno lo necesita”.
Llevando al extremo esta intuición, cada niño necesitaría una educación singular, de acuerdo a su naturaleza e inclinaciones, a sus tiempos, sus etapas de desarrollo físico, biológico, mental y emocional.
La pedagogía de la homogeneidad considera a todos iguales, y se propone conducirlos a los mismos resultados en los mismos tiempos. Los resultados negativos se le atribuyen al alumno o al maestro.
El trato igualitario en contextos legales es un acto de justicia, pero en la educación puede producir el efecto opuesto. Si existen diferencias en los educandos y en las comunidades educativas, es indispensable que el sistema las contemple.
La educación básica de este país requiere una pedagogía de la variabilidad para identificar, respetar y aprovechar la heterogeneidad de sus estudiantes.
Orden.
Sin embargo, aunque sea un hecho real, los seres humanos no logran vivir con la incertidumbre de que todo es diferente cada momento. Mentalmente es necesario el orden. La vida es un orden natural que se impone sobre la tendencia al caos.
En una forma similar a la naturaleza, la sociedad humana busca la estabilidad, los puntos de referencia que den certeza, equilibrio.
Socialmente, para los efectos de orden, se institucionaliza la vida humana, se instituyen normas, rutinas y rituales que proporcionan la seguridad social, psíquica y emocional.
Las instituciones son la fuerza social más poderosa para homogeneizar los comportamientos.
La educación como institución se define a través del sistema educativo, sus subsistemas, los objetivos educacionales, planes y programas, libros de texto y muchos otros componentes.
En cualquier sociedad es fundamental el respeto al orden social, a las instituciones, al estado de derecho. Una nación fuerte impone el respeto a las instituciones.
La pedagogía del orden es fundamental para este país, más aún en esta etapa en la que se encuentra luchando por superar hábitos de negligencia, de incumplimiento de las leyes, de corrupción, de complicidades.
La pedagogía del orden ciertamente forma a los niños en disciplina, esfuerzo, lucha y trabajo.
Pero la rigidez de la institucionalización tiene el riesgo de producir otros efectos. Por ejemplo, en la religión, donde el sistema de rituales ha llegado a sustituir a los mismos principios que le dieron origen.
Se atenúan los temores, se proporcionan certidumbres, pero se alejan los principios originales.
Y así como en la religión, el sistema educativo se ha llenado de rutinas y rituales que, en la búsqueda del orden institucional, se han distanciado de las necesidades de sus educandos.
Libertad.
La libertad es una de las fuerzas humanas más poderosas. Es condición básica para promover el desarrollo del ser humano, de su creatividad, de su motivación, de su empatía. La libertad es la fuerza del cambio que este país requiere.
Para la educación básica de este país es urgente una pedagogía de la libertad.
Pero la libertad siempre es relativa. No hay libertad absoluta. En el contexto social la libertad llega hasta donde no se afectan los derechos de los otros. Es una premisa fundamental del estado de derecho garantizar la libertad de unos como los derechos de los otros.
La educación básica es uno de los medios para formar a los ciudadanos libres, sobre la base del respeto al estado de derecho.
Los países donde se han alcanzado altos niveles de calidad de vida, han recorrido una larga historia de definición de sus leyes y respeto por ellas.
El aprovechamiento pedagógico de la libertad es un reto de los educadores. Una educación para la formación de hombres libres que aprenden a convivir con sus diferencias, que respetan y valoran a quienes son y piensan diferente a ellos.
Democracia.
La democracia no es sólo votar para elegir a los gobernantes. La democracia como sistema social se vive cotidianamente. El sistema democrático implica la justicia, la aplicación de la ley a todos sin distinción.
En términos de la movilidad social, un sistema democrático ofrece oportunidades para que los ciudadanos se muevan a través de las escalas sociales.
Un gobierno demócrata destaca su sistema educativo, le destina recursos suficientes, enfatiza la educación básica, la dota de contenidos y metodologías para formar ciudadanos libres.
Los sistemas democráticos consideran a la mayoría porque con su voto se elige a los gobernantes, pero no desatiende a los grupos minoritarios. Tienen mecanismos de pluralidad.
La democracia necesita de la honestidad; la corrupción corrompe a la democracia.
El respeto a las diferencias, es un requisito de la democracia, contrario a los gobiernos totalitarios que eliminan la libertad y la justicia.
Un país democrático inculca sus principios en los niños y los jóvenes, para el presente y el futuro.
La educación básica de este país necesita urgentemente de una pedagogía democrática.
Escuela pública.
Es un hecho que los sistemas de educación privada tienen mejores condiciones para desarrollar una pedagogía de la variabilidad. Su pedagogía puede reconocer y aprovechar la heterogeneidad de los estudiantes y, simultáneamente, practicar los principios de orden y disciplina. La influencia de los padres de familia les da una connotación específica.
Por su parte, las transformaciones de la escuela pública dependen de las autoridades educativas, y deben pasar por una negociación con su sindicato de maestros. Los padres de familia están prácticamente ausentes.
Los sistemas de escuelas públicas son mucho más grandes, con mayor carga administrativa y con empleados contratados prácticamente por toda su vida laboral. Son sistemas mucho más lentos de reaccionar. La aplicación de sus recursos financieros también sigue un proceso lento y, por ello, menos oportuno.
Pedagogía social.
Pero el sistema educativo no está aislado de los hechos sociales, políticos y económicos, y recibe directamente sus influencias. Los niños y los jóvenes reciben las mayores influencias formativas directamente de la vida social.
La vida diaria produce una pedagogía social fuera de las aulas, con el comportamiento de los actores sociales: autoridades, políticos, empresarios, líderes religiosos, organizaciones, medios de comunicación, etc.
La manipulación de la ley, la corrupción, las incongruencias políticas, le dan una orientación a esa pedagogía social y desactivan lo que hayan trabajado los maestros con sus alumnos.
La pedagogía social puede ser más influyente que todo el trabajo pedagógico desarrollado por los maestros en la escuela.
Normalmente la escuela va detrás de la política y de la economía. Y como hoy este país se encuentra en un proceso de transformación, el sistema educativo tendrá que incorporarse y participar de los cambios.
Justicia, legalidad, honestidad, respeto, pluralidad, libertad, transparencia, son los valores que luchan por implantarse en los diferentes ámbitos de la vida política y social.
Las elecciones políticas son únicamente el paso más visible de la transformación que se ha iniciado, que deberá llegar hasta retomar los principios originales.
México requiere con urgencia una educación básica diferente, con otros resultados, con mediciones competitivas a nivel mundial.
¿Podrá la educación básica reaccionar e incorporarse a la dinámica social de construcción democrática? ¿Podrá flexibilizarse y ser oportuna? ¿Será capaz de implantarse a si misma esquemas y modelos que respeten y promuevan la libertad, la variabilidad y el orden? ¿Seremos capaces los mexicanos de dotarnos de una pedagogía social congruente?
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