Gilberto
Nieto Aguilar
La
opinión es el juicio o concepto que se forma sobre algo debatible. Este proceso
comienza a formarse desde edades tempranas, con el trato de los padres y la
familia. Más tarde la escuela orienta el procesamiento y manejo de la
información para producir el conocimiento significativo, desde el cual la
opinión descansa sobre bases sólidas. Todas las personas tienen opiniones sobre
asuntos comunes, de la vida diaria, y pueden opinar sobre cuestiones relevantes
como la política, la filosofía, la economía y hasta las epidemias sanitarias y
sociales.
Los
asuntos comunes y de la vida diaria no son menos importantes, pues allí se
gestan las experiencias cotidianas que permiten la reflexión y la toma de
decisiones, pináculo de la opinión. Para las cuestiones relevantes se necesita
adquirir un acervo de información. Es el momento de leer y prestar atención a
lo que expresan los profesionales, especialistas o expertos en el tema, lo que
ayudará a asumir posiciones, externar opiniones y tomar decisiones.
Para
fortalecer el criterio y formar opinión, lo primero que se requiere es una
mente abierta para recibir información diversa y después cuestionarla y
analizarla de manera personal. Las ideas preconcebidas estorban para llegar a
una “buena” y genuina opinión personal. Igualmente las zonas de confort y los
compromisos institucionales.
La
fuente de donde se obtiene la información es muy valiosa, pues determina el
grado de confianza que inspira. Analizar los motivos de quienes expresan una
opinión fortalece la propia, porque el sesgo es muy común en los medios.
Entonces no podemos confiar en el WhatsApp porque se desconocen los motivos que
lo inducen y la fuente que inspiró tal información. Lo mismo ocurre con la
Internet, por lo que es recomendable navegar con precaución y buscar las
páginas más confiables.
Cuando
el asunto nos interesa, quizá debemos investigar hasta quedar satisfechos. Por
ejemplo, es confuso realizar un seguimiento de opinión sobre acciones políticas
porque encontramos que, en lugar de razonamientos, análisis y argumentos bien
fundados lo que abundan son las preferencias ideológicas. Entonces el
razonamiento descansa en sofismas que intentan justificar, no reflexionar sobre
los hechos. Esto es un sesgo de preferencia.
Cuando
la persona toma sólo lo que quiere o aquello que coincide con su preferencia,
pierde su mente abierta y pinta de un color sus imágenes de la realidad. Pierde
capacidad y amplitud de criterio y opinión. Lo más valiosos es y será siempre
la información veraz porque sólo con ella el ciudadano puede trabajar
formalmente en alcanzar su propia opinión.
Es
inapreciable respetar la opinión de todos, pero mantener alerta la intuición
personal y manejar las informaciones previas pueden orientar mejor a la opinión
propia. Hoy existen fuentes de información como jamás antes habían existido.
Sin embargo, la gente parece más desorientada. Esto se aprecia en la calidad de
sus expresiones, la capacidad de seguir el hilo de un razonamiento, la forma en
que puede ser convencida, incluso manipulada. Nos hemos vuelto expertos en la
queja y hemos perdido capacidad de analizar imparcialmente el contexto de
hechos y situaciones.
gnietoa@hotmail.com
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