Gilberto Nieto Aguilar
En nuestra época sabemos más pero comprendemos menos.
Eduardo Nicol
Desde el célebre libro de Daniel Goleman
sobre inteligencia emocional, muchas personas por fin comprendieron la importancia
de autorregular las emociones en aras de sostener relaciones sociales más ricas
y productivas, esforzándose por evitar situaciones fuera de control ocasionadas
por el mal comportamiento en el trabajo y la convivencia con los demás. La inclusión de la educación de las emociones en la
educación básica responde a problemáticas de índole social, a consideraciones de
tipo filosófico y científico y a necesidades pedagógicas.
La educación socioemocional llega
a los planes y programas de estudio como un intercambio con los alumnos. La gran
mayoría de los docentes deberán adentrarse en los conceptos que la fundamentan,
vivenciando junto con los alumnos temas y experiencias que ayuden a crear un
ambiente propicio para la convivencia y el aprendizaje dentro del aula, que
pueda extenderse a la escuela y la comunidad escolar para que, más tarde, pueda ser parte de una sociedad que necesita “llevarse bien”
y ocuparse positivamente de sí mismos y de los demás.
Según la Reforma en discusión, donde al parecer
sobre vive en el Plan de estudio, pues con la implementación de esta área de desarrollo
y el trabajo de los tutores, los alumnos deberán desarrollar habilidades, comportamientos,
actitudes y rasgos de la personalidad que les permita aprender a conocerse y comprenderse
a sí mismos, entender y regular sus emociones, mostrar empatía hacia los demás,
establecer y mantener relaciones interpersonales armónicas y desarrollar un sentido
de comunidad.
Los propósitos generales de la educación socioemocional
en la Educación Básica son lograr el autoconocimiento a partir de la exploración
de las motivaciones, necesidades, pensamientos y emociones propias, así como su
efecto en la conducta y en los vínculos que se establecen con otros y con el entorno.
Aprender a autorregular las emociones.
Comprender al otro de manera empática.
Fortalecer la autoconfianza y la
capacidad de elegir. Aprender a escuchar
y a respetar las ideas de los otros. Cultivar
una actitud responsable, positiva y optimista. Desarrollar la capacidad de resiliencia. Minimizar la vulnerabilidad y prevenir el consumo de drogas, los embarazos
no deseados, la deserción escolar, el estrés, la ansiedad, la depresión, la violencia
y el suicidio, entre otros.
El enfoque pedagógico requiere de una transversalidad
para ser más efectiva. Que haya oportunidades de trabajar las cinco dimensiones
socioemocionales, como el autoconocimiento, la autorregulación, la autonomía, la
empatía y la colaboración, para que el educando comience a construir su identidad
personal.
La adolescencia es una etapa de transición entre la
infancia y la adultez. Una carencia que debe irse llenando con los cambios lentos
y progresivos que se experimentan durante este periodo. El comportamiento de los
adolescentes se comprende a partir de los cambios cerebrales propios de esta etapa,
en los cuales la cercanía y el acompañamiento de los tutores, el intercambio con
maestros, el ambiente escolar, el interés familiar y escolar en sus problemas como
personas en crecimiento, se vuelven relevantes.
gilnieto2012@gmail.com
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