Lourdes Hernández Quiñones
La reunión de seis voces
femeninas en torno a la poesía no es cualquier asunto literario. Sobre todo
cuando se trata de la escritura de versos a partir del romance con la palabra y
la literatura, ese amor a veces tormentoso, a veces placentero, que da forma a
las letras de este sexteto de mujeres de diversas edades y trayectorias: Alicia
Soto Palomino, María Rosa Muñoz Ceballos, Elissa Rashkin, Itzel Amor García
Gutiérrez, Xareni Reyes Soto y Esperanza Pino Méndez.
El título del libro, Encuentros
y murmullos,es una descripción del sentir de estas seis poetas en
relación con la escritura y con el ser mujer durante los primeros veinte años
del siglo XXI. Es en ese sentido que
el título honra a los encuentros de una con la otra, unas con las otras, los
que han enriquecido de manera especial su vida; y a partir de tales
coincidencias en el tiempo y el espacio, surgen también los encuentros con la
poesía y con las y los lectores. Pues si bien la palabra poética les pertenece
en el momento de la creación, y se dice casi en secreto, murmurándola apenas,
al compartirla con sus lectores deja de ser la palabra propia, para volverse
palabra de los otros, quienes se apropian de ella al recorrerla con la mirada y
leerla en silencio.
Esta antología es una constancia
de cómo la lectura dedicada, apasionada y casi adictiva, lleva naturalmente a
la escritura, cerrando un círculo virtuoso que continúa en el movimiento
perpetuo de la escritura-lectura-escritura y de la invención de mundos
literarios que son la vida misma.
Pero además, el libro Encuentros
y murmullos nos permite conocer y reconocer a mujeres poetas que nacen
entre la neblina y la lluvia discreta que humedece sus rostros; escritoras que
bordan palabras a la par de acariciar los pétalos de las flores y deshojar
amores. Son mujeres que sueñan con encontrar a la abuela entre las palabras que
guarda el fogón y las voces que son herencia en el calor de la cocina.
Para estas mujeres poetas el amor
es alegría en la descendencia, y pasión en la intimidad de la alcoba. Es
también la posibilidad de escuchar sus pasos en un camino que las conduce al
encuentro de las amigas para guardar silencio entre lágrimas y abrazos.
Si bien cada una tiene una voz
propia en la poesía, existen coincidencias en los temas y motivos de sus
letras: el júbilo por la abundancia y diversidad de flores que pueblan este
territorio de niebla, otorgando aromas y colores a los jardines y parques; las
calles empedradas que son un reto para quien deambula por sus subidas y
bajadas; los amores idos como recuerdos bien guardados.
Así, encontramos en Alicia Soto
Palomino un Vendaval de sentimientos,
en el que la constante es la referencia al amante que se va y regresa, el
siempre presente, quien en distintas etapas de su vida ilumina su camino y le
dan esperanzas para seguir adelante;
asimismo, el amor maternal que ha vivido y gozado con sus hijas tiene una
presencia significativa en sus poemas.
María Rosa Muñoz Ceballos agrupa
sus palabras bajo el título Murmullos del
alma, y así nos obsequia estampas poéticas que se refieren a vivencias
íntimas de la vida familiar como la longevidad de su madre, la fortuna de
ser abuela, un rol que le ha brindado alegrías enormes. Y junto a estos
instantes, también nos comparte, con versos bien hilvanados, otros momentos que
rondan la tristeza profunda al reconocer la presencia del Alzheimer en su
querida amiga.
Elissa Rashkin, con el título Sustento,deambula con inteligencia e
ironía por los caminos del estridentismo –uno de sus temas de estudio como
investigadora – y nos regala versos que nos devuelven la imagen de Xalapa con
sus problemas y bellezas contrastantes y, con ella, la figura de la propia
autora como madre severa con ella misma, crítica y luminosa, pero que no deja
de lado su amor por México sus tradiciones y su gente.
Itzel Amor García Gutiérrez, en Un encuentro con mi esperanza,
estructura parte de su discurso poético en dos figuras que pueden ser la
naturaleza o el amor, y a través de la metáfora va tejiendo versos en torno al
sentido amoroso; también construye un homenaje poético a su padre a sus
orígenes y a su anhelo de ser una mujer feliz.
Xareni Reyes Soto, la más joven
de esta antología, con el título Alma
viajera nos obsequia varios textos a través de los cuales desnuda su alma
de niña y se transmuta, como las mariposas de las que escribe, en una mujer con
anhelos de estudio y de retos constantes, enlazados al crecimiento personal y
espiritual.
La antología cierra con Esperanza
Pino Méndez, quien con el título Meditaciones
anuncia ya la estructura e intención de sus versos que guardan un tiempo
pausado en el que se percibe el deseo de disfrutar la vida en todos sus
detalles. Se trata de poemas muy bien estructurados, con cadencia, ritmo,
sonoridad. Aquí también, Xalapa se nos muestra desde perspectivas bien
conocidas por la autora, como el Colegio Preparatorio o las noches de neblina.
Su vocación como docente enamorada de la palabra y la imagen se reflejan en
estos versos escritos en tiempos actuales y nos permiten conocerla más de cerca.
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