Joel Hurtado Ramón
Entre tantas verdades y mentiras
que se leen y se escuchan sobre los últimos acontecimientos sucedidos en el
país sobresale algo que nadie discute, a menos que viva en el mejor de los
mundos imposibles: México debe cambiar y para que México cambie debemos cambiar
los mexicanos.
Un país no cambia solo porque se
cambien las leyes o se hagan reformas estructurales, un país cambia cuando
cambian sus habitantes y esto implica un cambio de actitud.
El cambio de actitud no es fácil
de lograr por todos los intereses personales en juego y porque un cambio de
actitud no se logra de un día para otro. En México existe corrupción en la
llamada clase política, que conforman personas de todos los partidos políticos,
en este punto nadie puede lanzar la primera piedra, sin embargo los pocos políticos
en la cárcel son la excepción que confirma la regla.
En México se lavan millones de
dólares al año, provenientes del narcotráfico, pero las personas acusadas por
este delito son prácticamente inexistentes.
Los ejemplos serian muchos si
nos pusiéramos a enumerarlos porque se encuentran por todas partes sin que esto
quiera decir que no existan personas honestas, porque entonces si estaríamos
perdidos.
El Foro Económico Mundial (WEF,
por sus siglas en inglés) informó, recientemente, que México pasó del sitio
número 53 al 55 en el ranking 2013. La corrupción y la falta de eficiencia en
el mercado laboral hicieron que México cayera dos lugares en el Informe Global
de Competitividad
Entre los principales obstáculos
para hacer negocios en México están la corrupción, el crimen, la burocracia
gubernamental, los impuestos, el acceso al financiamiento y la estructura del
mercado laboral.
El WEF define la competitividad
como la serie de instituciones, políticas y factores que determinan la
productividad de un país, y la calcula al reunir datos en 12 categorías. En el
rubro de educación superior y capacitación, México también quedó entre los peor
calificados, al ocupar el lugar 85 entre 148 países.
Expertos coincidieron con el
punto de vista del organismo al destacar los escándalos de corrupción y los
bajos niveles de calidad educativa que imperan en el país.
"Los empresarios reconocen
que se tienen que hacer pagos por fuera para de alguna manera ganar
licitaciones", señaló la directora de proyectos de desarrollo urbano del
Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Gabriela Alarcón.
Otro síntoma de la corrupción es
la malversación de recursos públicos. "En lugar de terminar en mejores
servicios públicos o mejor infraestructura terminan en el bolsillo de algunos
funcionarios corruptos", apuntó.
"Falta mejorar la calidad
de los maestros, actualizar los programas de educación y que sea un modelo en
el que se les enseñe a los alumnos a pensar en lugar de memorizar. En educación
superior, falta conectar los programas de estudio con las necesidades
laborales".
En la estructura del mercado
laboral, México ocupó el lugar 113 de entre 148 países evaluados por el WEF. Es
el rubro donde sale peor calificado pese a que en 2012 el Congreso aprobó la
reforma laboral, la cual busca regular la llamada subcontratación de personal,
así como el pago por hora y los salarios vencidos del trabajador, entre otros
aspectos.
Gabriela Alarcón llamó a aprobar
las leyes secundarias de la reforma laboral, que aborden "qué tan fácil es
contratar a personas, qué tan costoso es un juicio, y qué tanta seguridad
jurídica tienen las empresas si se tiene que despedir a alguien".
El país se encuentra en
competitividad por debajo de otras economías de América Latina como Chile que
se ubica en el lugar 34, así como de Panamá y Costa Rica que se ubican en las
posiciones 40 y 54, respectivamente.
Sin embargo, el WEF advierte que
la competitividad se está estancando en América Latina y que se necesitan
reformas e inversiones que aseguren el futuro crecimiento económico.
"La región sigue afectada
por un funcionamiento de las instituciones débil, infraestructura deficiente e
ineficiencia en la asignación de factores de producción", recalcó.
El país más competitivo a nivel
mundial es Suiza por sus instituciones de calidad, así como su infraestructura,
educación y mercado laboral, mientras que el menos competitivo es Chad.
En otro análisis el articulista
Alberto Begné Guerra afirma que las reformas aprobadas desde la suscripción del
Pacto por México, ahora abandonado por Obrador, no sólo reflejaba una genuina
voluntad de cambio, sino también el equilibrio de una pluralidad de ideas y
visiones, lo que era un avance, ya que en muchos años no habían sido generadas
las condiciones para negociar y construir acuerdos en materias estratégicas
para el país, reconociendo que quizá lo más importante era que, con ellos, se
perfilaba un cambio sustantivo en el modelo de desarrollo y se recuperaban
territorios que habían sido arrancados de la esfera pública y cercados en los
dominios de intereses particulares, lo mismo empresariales que sindicales.
La iniciativa de reformas
fiscales se inscribía en esa línea, con dos destacados atributos: colocaba el
acento en la exigencia de equidad social y confería al Estado un papel más
activo en la promoción de un desarrollo social y regionalmente equilibrado. Era
una clara señal de ruptura con la concepción dogmática del liberalismo
económico, cuyas limitaciones y distorsiones están a la vista en los saldos de
las dos pasadas décadas. Lejos de la sana competencia del libre mercado, la
economía está asfixiada por estructuras monopólicas; lejos del crecimiento
económico requerido, el promedio de los últimos 20 años apenas alcanzaba el 2%,
ahora con la cuarta transformación estamos en ceros; lejos de un desarrollo
incluyente, la desigualdad y la pobreza se han agudizado. Si realmente queremos
que este país prospere debemos cambiar todos para que todo cambie.
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