miércoles, 11 de noviembre de 2020

Del despotismo oriental a la burocracia digital.

 

Javier Ortiz Aguilar

 

“La burocracia es la parte irracional de la sociedad”

ax Weber

 

 

 

Max Weber, en su intento por comprender y explicar la modernidad, construye los modelos tipo, comunidad y sociedad. El primero es la organización preindustrial,  donde se produce lo que se consume, por ello, los bienes materiales, se le llaman satisfactores, precisamente porque está destinada a mitigar las necesidades naturales de las poblaciones pequeñas, En cambio la sociedad, fincada en  una economía de mercado, el producto es una mercancía cuya finalidad es la acumulación de riqueza. La economía moderna abandona el carácter ético para transformarse en un medio de acumulación de capital.  Por ello Marx decía que la producción fundamental del capitalismo industrial son las necesidades superfluas. El llamado consumismo es producto del capitalismo industrial: “compro, luego existo”, dice Soledad Loaeza.

          La sociedad moderna no es solo un sistema productivo, sino un estado especial, conocido como estado nacional que organiza una sociedad más compleja.

 

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El Medio Oriente y el Extremo Oriente constituyen el espacio donde surgen los procesos civilizatorios. La sedentarización de las primeras organizaciones humanas, producto de dos grandes revoluciones: la revolución agrícola la revolución urbana. La primera divide el trabajo entre asentamientos agrícolas y ganaderos, sustituyendo la división sexual del trabajo, terminando con ello la división sexual del trabajo. La segunda resultado de la presencia de comerciantes y artesanos, las religiones primitivas y por supuesto de un poder capaz de organizar una sociedad compleja, que por el aumento de la producción de bienes materiales, el incremento de riquezas. Incrementa su población, con conocimientos extraordinarios, y por supuesto la división del trabajo se vuelve más compleja.

          Prácticamente es el mismo modelo de organización social y política en los inicios de la civilización en  Mesopotamia, Egipto, la india y China. Estos asentamientos humanos están ubicados en las riveras de ríos caudalosos., que exigen el trabajo de toda la población para construir canales que impidan el desbordamiento y la aniquilación de los asentamientos humanos. La situación geográfica exige la concentración de los habitantes de la región. Claro está, el máximo gobernante está envuelto en un velo ideológico, que lo presenta como jefe del poder civil y del poder religioso, como hijo de Dios y como Dios mismo. Es el caso del Faraón, el mandarín y todos los gobernantes de las civilizaciones primitivas.

          En realidad esta organización de la primera fase de la civilización. No es ignorada por los pensadores del siglo XIX y del siglo XX. Hegel llamó esta forma de organización  Despotismo oriental,  Marx la define, en su folleto, Modo de producción asiático, texto que descalifico Stalin, hecho que condicionó  la ideologización de la historiografía marxista. Después de la desestalinizaciòn iniciada  en 1956, Este acontecimiento permite reiniciar las investigaciones marxistas desde esta perspectiva. Karl Wittfogel acuña el nombre a estas civilizaciones como Sociedades Hidráulicas, Enrique Semo las designa como despotismo tributario y  Rodolfo Stavenhagen. En cambio, las denomina  Sociedades Agrarias. Todos ellos coinciden en asociar el despotismo con una protoburocracia, que les permita controlar la población para movilizarlas en cualquier momento de la esperada inundación que amenaza la existencia de la población, y por supuesto la construcción de las impresionantes construcciones religiosas.

 

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          Después,  existe un desplazamiento de la población urbana al ámbito rural, surgiendo así los feudos. Con la dispersión de la población desaparece la necesidad de la protoburocracia, para transformarse en pequeñas cortes que rodean el fraccionamiento del poder. El feudo es controlado fácilmente por los señores feudales y la nueva nobleza feudal.

          Si bien, afirma Marx, el molino de viento crea el feudalismo, la máquina de vapor crea el capitalismo industrial. Con esta expresión Marx, explica las reminiscencias del feudalismo.

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El tránsito del feudalismo al Capitalismo industrial dura tres siglos. La instancia que conduce este proceso es el absolutismo, germen del estado nacional. La definición de la forma moderna del ejercicio del poder, la construye Max Weber: “el monopolio de la violencia legítima”. Es decir que la violencia ejercida por los particulares es delito. Así surge la modernidad política 

          Esa medida centra el poder en la entidad estatal, Derivando la rectoría del nuevo estado, gracias a la concepción de que el origen de la autoridad reside en la voluntad popular que se expresa en el voto. Esta legitimidad permite el ejercicio de la soberanía y la rectoría de la actividad económica y da la función de arbitrar los conflictos entre los factores de la producción. En esas condiciones es fácil comprender la propiedad estatal de la industria básica, que le permite la rectoría de la economía, la masificación de las clases trabajadoras, y el carácter asistencialista de la nueva entidad  política. Para cumplir estas funciones es necesario ampliar la burocracia. De esta manera controla el desempleo, generado por la tecnificación de las actividades productivas.

La burocracia nace con dos intenciones, la primera consiste en ser la parte media entre la cúpula del poder político y la sociedad. Segunda la burocracia política constituye el ámbito de demanda de la producción de artículos suntuarios, que por la desigualdad social carecían de demanda.

Resulta evidente la diferencia de los países donde el capitalismo industrial surge por el mismo desarrollo de las ciencias básicas y las ciencias aplicadas, como del surgimiento de la sociedad civil y los países donde el capitalismo se impone. A los primeros el capitalismo los lleva al desarrollo económico y/o a la vez la sociedad civil contiene las tendencias autoritarias. A los segundos el estado nacional es un obstáculo a las promesas del desarrollo social, político y económico. El capitalismo los lleva al subdesarrollo y la dependencia. Las pugnas de los obreros en el mundo moderno, están dirigidos contra la burguesía,  En el mundo subdesarrollado los movimientos proletarios van contra el estado.

Hay una diferencia en las burocracias. En el mundo capitalista, la burocracia oficial, solamente se encarga de planear y administrar las cuestiones generales del país, puesto que la iniciativa privada lleva su propio control de los negocios particulares.

La burocracia de la empresa resulta más eficiente en la administración de la producción privada que la oficial, Lo que provoca un desprestigio la burocracia entre los ciudadanos, acusando de alguna manera la lentitud del servicio público

Si bien la eficiencia está ausente, resulta un medio eficaz para el control. Esa es una reminiscencia de la burocracia precapitalista, que obstaculiza el desarrollo industrial y la vida democrática. Por ello, el estado nacional, es una  institución fuerte, capaz de negociar en situación favorable con los empresarios nacionales y extranjeros y las fuerzas políticas en su intento de presionar. Weber considera a la burocracia como la contradicción de la racionalidad moderna. Pero en el mundo subdesarrollado es el obstáculo para la incorporación a los tiempos modernos.

 

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El capitalismo industrial, como todo fenómeno histórico, no es un sistema estático, o meta última de los procesos sociales. El desarrollo de la ciencia y la tecnología generan cambios que van alterando cambios hasta llegar a la misma estructura del capital. Esos cambios transforman las formas de lucha popular.

Las siguientes expresiones del capitalismo del siglo XX son: a) el capital financiero. Esta forma del capital privilegia la dinámica de los valores sobre la producción de mercancías.  b) el capital imperialista, donde la exportación de capital sobre las mercancías, y c) el capital trasnacional. Esta forma de capital sustituye las empresas nacionales por corporaciones de capitales de varios países.

Estos cambios efectuados en los países capitalistas metropolitanos invaden el mundo periférico o subdesarrollado, alternado tanto los estados nacionales como la organización  burocrática.

En la etapa imperialista las  exportaciones son de capital, es decir en las inversiones directas a la producción, comercialización y servicios, y las indirectas en los préstamos a las países periféricos, que por causa del intercambio desigual siempre la balanza de pagos está en déficit. La justificación de esta medida consiste en ocupar el préstamo para pagar el gasto del estado, y este tiene que dar garantías a las inversiones directas en la producción para incrementar las exportaciones de mercancías y de servicios, mediante disminución de impuestos y gravámenes  a la inversión extranjera. El resultado es la perdida de negociación del estado nacional y la perdida de la soberanía nacional, base del poder del estado nacional.

Una empresa extranjera con capital, personal calificado  y tecnología, queda al margen en la práctica, de la jurisdicción constitucional de los países importadores de las  inversiones directas a la producción de bienes materiales y de servicios.

 

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Ulrich Beck puntualiza las características de la globalización: La concentración en 500 empresas corporativas trasnacionales la producción, distribución, y los llamados medios de comunicación en el mundo, y operan frente a un agotado estado nacional. Incluso su permanencia depende del sistema fiscal que los favorezca en sus ganancias, exención de impuestos, y disminución de salario real de los trabajadores y un sistema educativo adecuado a sus intereses.

La correlación entre una entidad moderna débil y las empresas corporativas es completamente desigual, coincide con el desarrollo de la administración digital de industria privada que llega a convertirse en el modelo de la administración pública. En esas circunstancias el interés público queda subordinado a los intereses privado del capitalismo global,

En los países de origen colonial, convertidos en países dependientes, y por esa razón arrastra reminiscencias que impiden las prácticas democráticas. Esa tendencia condiciona el sometimiento absoluto no  es a un hombre o a una clase social, sino a la lógica implacable de una máquina. Este sometimiento está tanto en el subsistema económico como en el subsistema educativo.

 

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La discusión por definir el nuevo orden sostenido por las redes y las tecnologías de la información y la comunicación resulta interesante y convincente, desde la propuesta de que la globalización es una  tercera ola, la sociedad red o la sociedad de riesgo. No obstante la inclusión repentina de los países de origen colonial y dependientes, hacen pensar a Canclini que la globalización es imaginaria en estos espacios.

En México, por ejemplo, la pandemia del coronavirus, lleva a utilizar los medios virtuales en actividades que permanecían resistentes ante el uso de las tecnologías de punta en la vida cotidiana.   

Y este apresuramiento fortalece, especialmente en el mundo periférico, la irracionalidad burocrática. Pues al dar más importancia a los protocolos que a la eficiencia, a los medios más que a los fines, amplifica la lentitud burocrática, e impide la evaluación de los resultados.

   Cecilia Güemes, presenta una ponencia en el XIII AEPA, realizado del 20 al 22 de septiembre de 2017 en Santiago de Compostela, titulada Veo veo, ¿que ves?. Y precisamente plantea un problema interesante: ¿hasta dónde existe confianza en la sociedad latinoamericana que busca el camino para instituir una democracia moderna con una burocracia digital?

          En estos momentos  de incertidumbre y parálisis es necesario replantear el problema, como no es posible retroceder o eliminar la tecnosfera, tendrá sentido darle una orientación humana a la convivencia y a la administración social?

 

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