viernes, 23 de octubre de 2020

Irreversible


Carlos González Guzmán

Los disparos se oyeron entre los ruidos habituales de los motores de coches y camiones, su sonido penetró en el cerebro del comandante García, eran las 10:40 de la noche.

En una fracción de segundo, sin pensar volteó a ver el bote de basura, arrojó el vaso desechable de café caliente que acababa de pedir y corrió a los sanitarios situados enfrente de la caseta de pago. Al cruzar la autopista Zacatecas – Saltillo perdió momentos valiosos.

Los disparos habían salido de los baños, el de hombres estaba vacío con las puertas semiabiertas y sus luces encendidas. El de mujeres tenía la puerta cerrada y estaba en penumbras, encendió las luces y al entrar vio a Enríquez. Estaba tirado boca abajo en el piso, tenía una mancha de sangre en el pecho que casi llegaba al cuello de su camisa blanca. Su rostro reflejaba dolor y desesperación por el esfuerzo de arrastrarse lentamente hacia la salida.

García se inclinó hacia su amigo, dándose cuenta de la gravedad de la herida y sin pretender buscar al asesino le preguntó de manera apremiante ¿Quién fue Alberto, dime quién fue? ¿Qué sucedió?

Sus manos se aferraron a García y abriendo los ojos desesperadamente, entre sonidos casi inaudibles, le dijo… tráiler…  YCG 53 19… trae de Estados Unidos… irreversible… la organización… pero no alcanzó a decir más, su cuerpo convulsionó, sus dedos se enterraron en el brazo del Comandante, su boca se llenó de sangre y murió al momento de arrojar un borbotón al piso, quedando con los ojos abiertos.

La guardia militar había acudido el escuchar las detonaciones. Cuando entraron al baño el Comandante les mostró su identificación policial, y mientras un soldado trataba inútilmente de ayudar a García, otros tres salieron rápidamente empuñando sus armas, se dispersaron en semicírculo y se adentraron en esa oscuridad de la noche que solo permite correr en el campo por instinto.

Uno de los soldados avanzaba casi paralelamente a la carretera, el rugido de un motor saliendo de entre unos árboles y el rechinar de las llantas al tomar el asfalto sin encender las luces, hizo que disparara como a 500 metros de distancia, sin poder detener al vehículo que rápidamente se alejaba rumbo a Zacatecas.

II

Enríquez, el policía más experimentado y viejo amigo del Comandante, dentro de la policía del Estado de Zacatecas, había desaparecido hacía un par de meses para investigar una pista de contrabando en la frontera norte.

La información que tenían era escasa, sospechaban que el contrabando entraba por Laredo o Mc Allen y vía Saltillo llegaba hasta Zacatecas, podía ser cualquier enervante, alguien les había filtrado que era una sustancia muy peligrosa para la salud, pero hasta ahí, el soplón apareció muerto unos días después, atropellado en la carretera de La Escondida, cerca de San Felipe Nuevo Mercurio. No había más pistas.

Después de no comunicarse a la comandancia durante 15 días, Enríquez le había telefoneado a García a su casa únicamente para decirle que, al día siguiente, 9 de marzo a las once de la noche, se verían en la caseta de la autopista Saltillo – Zacatecas a la altura de Concepción del Oro, que fuera solo porque lo habían estado siguiendo. Le tenía información y necesitaba que le ayudara con datos que él no lograba entender, se trataba de un caso muy complejo.

García estaba ahí desde las 10.20 de la noche y sin saber en que forma llegaría su amigo y subalterno, pedía otro café cuando escuchó los disparos.

Ahora entendía porque Enríquez se había escondido en ese baño, tal vez esperaba que dieran las once para salir, la organización que había mencionado lo perseguía para matarlo.

III

Para el Comandante fue relativamente fácil y rápido averiguar que esa placa pertenecía a una línea transportista de tráileres de la compañía transnacional “Empresa Minera Rosycler S.A.” con casa matriz en Houston Texas. Desde 1975 se había establecido cerca de Nuevo Mercurio, municipio de Mazapil. La materia prima para la fabricación de sus productos la traían desde Estados Unidos a su fábrica en Zacatecas.

IV

Después de algunas dificultades, García logró convencer al Secretario de Gobierno sobre la importancia del caso. Le explicó los últimos acontecimientos, la muerte del soplón, el asesinato de Enríquez, y la información de este último, destacando la veracidad de los datos de la placa con los vehículos de esa empresa. Le aseguró que sólo se trataría de una visita y no perturbaría a los extranjeros que habían invertido en el municipio, beneficiando con dólares al Estado.

Después de meditarlo y sin estar muy convencido, éste aceptó. La visita se hará bajo su exclusiva responsabilidad García, le había dicho en tono amenazador mientras lo señalaba con el dedo índice. 

A las 5 de la tarde se presentó en las oficinas de la empresa, acompañado de dos de sus mejores agentes. Al personal administrativo le sorprendió ver a la policía en la entrada de la fábrica.

Al entrar, el comandante se dio cuenta que no tenían bitácora de registro de visitantes. A los tres se les permitió la entrada una vez que el jefe le mostró al vigilante su identificación oficial como Comandante de la Policía de Zacatecas.

Después de hacerlos esperar casi media hora, afuera de una oficina pequeña los llevaron hasta donde estaba el Gerente y su hijo a cuyo nombre estaba registrada la compañía, un tal John Nugent acompañado de su hijo Clarence William Nugent.

Éste los recibió extrañado mencionando despectivamente, como excusa por la tardanza, que estaba muy ocupado, agregando después que no acostumbraban a recibir visitas, y menos de la policía.

Era un tipo como de 1.90 de estatura, flaco y de piel seca, usaba lentes de arillo y llevaba un cigarrillo a medio consumir en la comisura de los labios. Su hijo, un tipo un poco más alto era aún más delgado que el viejo, usaba un viejo sombrero texano amarillento por el polvo y el sol, su vestimenta sucia y polvorienta lo hacía ver como si estuviera enfermo y debilucho.

García después de mencionar que era solo una visita de rutina, pidió ver la documentación de la empresa y los vehículos de transporte de materia prima. El gringo le preguntó sin mirarlo a la cara, al tiempo que apagaba su cigarrillo en un cenicero repleto de colillas, el porqué de su visita y mirando después a su reloj de pulsera agregó, venga otro día ya casi es la hora de salida.

Acto seguido tomó un viejo sombrero de pelo de un perchero que estaba junto a su escritorio y se dirigió a la puerta de salida. Abrió la puerta y gritó a uno de sus trabajadores; que acompañen a estos hombres a la salida de la fábrica, ya se van.

En ese momento el Comandante García le espetó en voz alta; su empresa está bajo sospecha de contrabando de estupefacientes, ¿quiere que le traiga una orden oficial de cateo o de inspección? ¿o prefiere que venga con la prensa y una orden de clausura?

IV

Con toda la rabia que sentía, reflejado en su rostro y en el tono de su voz, García tuvo que pedir disculpas al Señor Nugent y a su hijo por hacerles esperar hasta las 8.30 de la noche. Aún así, lo dijo sin querer reconocer su equivocación, sin aceptar su error y sin ofrecer disculpas por todo el lío que había provocado.

Él y sus hombres habían recorrido los patios de materia prima e inspeccionado las distintas bodegas con que contaba la empresa. Tardaron más de dos horas en revisar y prácticamente subirse a algunos de los diversos montículos del material que se acumulaba en los extensos terrenos que se perdían a la simple vista.

La revisión posterior de camiones de volteo y tráilers no le arrojó nada sospechoso. Todos los vehículos estaban estacionados, de manera ordenada en un área delimitada por una cerca de alambre.      

Cansados y sudorosos terminaron su revisión ocular y regresaron a la oficina del Gerente.

 

Él propio García se había encargado personalmente de revisar meticulosamente los papeles de exportación del material, autorizados por la aduana de los Estados Unidos, y los de recibo firmados por parte de la aduana mexicana.

Los permisos, las fechas y los sellos de autorización y revisión de los dos Laredos estaban en orden, los tres años de operación, 75-79 estaban correctos en papelería sellada y firmada.

Todo en orden- dijo entre dientes- y sin ver al rostro del gerente.

Nugent desde su escritorio, sin inmutarse, había escuchado a García en silencio, observándolo de reojo y cavilando que contestarle.

Esperó hasta que estaban a punto de partir, y con una sonrisa socarrona que hizo que el humo de su cigarrillo se moviera ligeramente por su mejilla, les dijo elevando la voz y arrastrando la rrr con mayor énfasis, ¿ya terrminarron señorres? ¿Estoy detenido? ¿Hay alguna acusación hacia mi emprrresa? ¿encontrrarron los estupefacientes? ¿cocaína, marriguana?... o de lo contrario pedirré a la embajada de mi país que se me de una disculpa por parrrte de ustedes…    

Nadie contestó, García se acomodó su sombrero por hacer cualquier movimiento y sin mirar a Nugent se dio la media vuelta seguido por sus hombres, para dirigirse a la puerta de salida. 

Mr. Nugent gritó en tono muy serio y a la vez en forma sarcástica, mientras limpiaba sus lentes transparentes con un pañuelo amarillento:

No se prreocupe Sr. García, está usted en su derecho de investigarr todo lo que desee en su país… perrro por favorr, sea un poco más inteligente la prróxima vez que trrate de averriguarr la cerrteza de sus conjeturas, o como dicen ustedes aquí en México… “sus corrazonadas”, rrecuerde que la intuición es una carracterrística femenina. En mi país la policía actúa de otrra manerra y por eso goza de muy buen prrestigio… perrro en fin… algunos son aprrendices en su oficio… buenas noches… Míster Garrcía… esperro no volverr a verrlo…

Casi lo había echado de una patada con todo y sus credenciales, sus ayudantes, y sus armas.

Seguramente el periódico local se encargaría del resto al día siguiente por órdenes del maldito Gerente, y lo más probable sería que el Gobernador del Estado también reaccionaría contra sus Superiores, al enterarse de este tipo de situaciones contra compañías extranjeras…

Ahora sólo le quedaba llegar a las oficinas y reconocer que después de haber recorrido gran parte de los terrenos; haber examinado la documentación de transporte de materia prima, y revisado minuciosamente varios vehículos hasta desforrar y desarmar posibles escondites ocultos, principalmente en uno de los que iban llegando en esos momentos, la compañía estaba en orden, y no había encontrado absolutamente nada que no fuera el material que traían a granel a Zacatecas.

El Comandante sabía qué si sus superiores eran molestados a través de algún periodicazo, a él le esperaba una enérgica llamada de atención por tratarse de un asunto vinculado al extranjero, podía incluso perder el empleo.

El camino de regreso se le hizo largo, tedioso y cansado.

La empresa estaba situada a 220 kilómetros de la ciudad de Zacatecas y durante el recorrido volvió a ver el rostro de su amigo Alberto que, aferrándose a sus brazos, con la mirada le decía todo aquello que ya nunca escucharía.

Esto sirvió para desconcertar aún más al Comandante pues con todo lo que había sucedido horas antes y lo que pudiese venir al día siguiente, estaba seguro de que algo había faltado… de que había un detalle que no sabía o que no alcanzaba a comprender…

Ya en casa no pudo conciliar el sueño, algo le revoloteaba en la cabeza, pero no sabía que, solo la intuición le decía que algo estaba oculto.

V

Eran como las seis de la mañana, la madrugada estaba fría y el Comandante llevaba ya un buen rato esperando. García estaba parapetado atrás de unas rocas en una elevación como de 5 metros de altura, ubicada al lado del camino vecinal que se desprendía de la carretera y llevaba a Rosycler.  Esta posición le permitía dominar la carretera y la desviación a la fábrica.

No tardó mucho en vislumbrar una nube de polvo en el camino de terracería que venía de San Felipe Nuevo Mercurio con rumbo a Rosycler.

El tráiler se acercaba lentamente, no podía distinguir el número en la placa, pero lo vio pintado sobre la lámina del compartimiento de carga. El color negro de los signos YCG 53 19 se destacaba en el costado del enorme vagón blanco que transportaba su secreto. Sus características eran similares a los tráilers que había encontrado estacionados el día anterior en su fallida visita.

El conductor no se notaba por el polvo que las ruedas levantaban y lo sucio del parabrisas, el polvo y la tierra ensuciaban el color rojo brillante de la cabina. El vehículo semejaba un gigantesco gusano blanco de cabeza roja que se arrastraba entre piedras y polvo con su carga mortífera.

Todavía tardaría unos minutos en pasar por ese tajo hecho al final de la falda de la pequeña colina a la que García había subido. Desde ese punto y dominando parte del paisaje, el Comandante recordó nuevamente que, durante su visita a la fábrica, ese tráiler no estaba, y los números coincidían con los datos que le había dicho Enríquez, lo más probable era que el contrabando lo llevaran ahí.

Sabía todo lo que estaba en juego en ese momento y sin pensarlo más, como en un acto reflejo, el rostro de su amigo apareció en su mente y con una fuerza nacida en ese instante, utilizó toda su energía y su coraje hasta lograr empujar una roca, para que ésta arrastrara a otras que rodaron estruendosamente cayendo sobre el camino y levantando una nube de polvo que no permitía ver la magnitud del derrumbe.

El conductor viró hacia la orilla opuesta al derrumbe, esquivando la mayor parte de las rocas, pero sin poder evitar que una llanta delantera se metiera a la cuneta y el tráiler se volcara a un lado, levantando una gran polvareda al reventar su carga, quedando acostado; como si el gusano blanco desparramara sus entrañas rugiendo sordamente al sentirse herido de muerte.

Después de que todo quedara en silencio y el polvo se despejara un poco, García pudo ver que el conductor lograba salir de la cabina y se arrastraba desesperadamente. El comandante bajó rápidamente rodeando por una pequeña vereda y a unos cuantos metros del vehículo lo encontró muerto, boca abajo, como había quedado en su intento de huir.

Tenía un sobre amarillo en su mano izquierda y en la derecha empuñaba una pistola. Lo volteó para registrarlo, pero al ver su pecho hundido, con las cotillas rotas, desistió de su intento. Recogió el sobre, corrió hacia la cabina y se asomó por el parabrisas ya sin vidrio, no había nada anormal. La materia prima de la caja de carga se había desparramado casi toda y no contenía ni guardaba nada… ni cajas, ni bolsas de plástico, ni compartimentos especiales… nada, solo la tierra como queriendo salir también de su prisión.

La maldita situación que se le presentaba no aclaraba nada.

Después de llegar hasta su automóvil, sin dar tiempo a que alguien llegara atraído por el estruendo, el Comandante García abrió el sobre y lo único que éste contenía eran dos hojas de papel en blanco perfectamente pegadas, una contra la otra, de manera tal que le fue imposible despegarlas

Rumbo a Zacatecas el camino se le hacía más largo. Los rayos del sol dándole de frente, lo obligaron a bajar el toldo para cubrirle de sombra la mitad del rostro… tenía que descubrir rápidamente la forma de separar las hojas para saber su contenido… de no resolver este problema estaba perdido… de no encontrar nada escrito en las hojas también…

La volcadura del tráiler, la muerte del conductor, su desaparición de las oficinas esa mañana, sería fácil pensó, atar cabos y llegar hasta él.

Estaba metido en un callejón sin salida y la única solución era averiguar el contenido de esas malditas hojas… era mejor hacerse a la idea de que ahí estaba la clave del contrabando y separarlas lo más pronto posible.

Al llegar a Zacatecas se dirigió a un laboratorio de análisis clínicos y explicó todo al QFB que lo atendió.

Después de pensar en la aplicación de diferentes líquidos y mezclas decidieron cortar un pedacito del papel. Midieron un centímetro de ancho a lo largo de la orilla inferior de la hoja y la tira obtenida la dividieron en pedacitos de un centímetro cuadrado.

Utilizaron primero agua destilada, sumergiendo el cuadrito y dejándolo unos minutos en reposo en un vaso de precipitados, lo sacaron con unas pinzas y lo frotaron suavemente con los dedos, el papel se deshizo poco a poco, por el agua y la ligera fricción… posteriormente emplearon una solución alcalina y otra ligeramente ácida con los mismos resultados.

La textura del papel tampoco resistió ni el alcohol ni la acetona, ni la gasolina blanca… tal vez se trataba de un líquido especial que sólo ellos conocían o algún proceso para lograr que el mismo pegamento diera consistencia al papel, anulando su efecto por acción del calor a determinada temperatura o posiblemente se tenía que agregar una mezcla y evaporarla en estufa para separar las hojas fácilmente.

El laboratorista dijo que encontrar la respuesta le podía tomar varios días y ocupar más material en las pruebas.

La única ventaja que veía era que la posible mezcla debía estar hecha a base de alcohol porque la muestra tratada con alcohol puro había permitido que el papel primero se viera brilloso y un poco como el papel cebolla y luego se deshiciera. Tal vez una combinación de alcohol con agua o algún otro líquido con alcohol y después un poco de calor en la estufa de secado podría resultar; era como humedecer las hojas y someterlas al calor para tostarlas un poco…

García agradeció sus ideas al laboratorista y después de que éste no quiso recibir ningún pago, mencionando que en realidad no había hecho nada, se despidió del Comandante diciéndole que le gustaría saber como resolvería ese problema, evidentemente le había despertado una gran curiosidad…

Antes de despedirse del laboratorista pidió hacer una llamada, el Comandante telefoneó a su esposa para decirle que tenía que salir urgentemente de la ciudad y posiblemente regresaría al día siguiente, por si alguien lo trataba de localizar.

Después de dar vueltas por las orillas de la ciudad, se dirigió a un hotel barato, alejado del centro y ahí se encerró para pensar en el nudo ciego en el que se encontraba.

Nadie lo buscaría en un sitio así, lo que le daba tiempo de pensar.

Sabía que tenía que separar las hojas para poder leer su contenido o lo que contuvieran, posiblemente habría que descifrar algún dato encriptado…

Estaba sólo, no tenía a quién recurrir.

VI

Miró su reloj de pulsera, faltaban diez minutos para las seis de la tarde, aún no tenía alguna idea clara y la cabeza le dolía.

A pesar de la hora no tenía hambre, y la cajetilla de Delicados estaba vacía.

En el cenicero del buró junto a la cama de la habitación, aplastó el último cigarrillo. Se amontonaban ya las colillas.

Llamó a una recamarera y le pidió que le comprara dos cajetillas de cigarros, unas tortas, un frasquito de Nescafé, un litro de leche y le proporcionara agua bien caliente. Mencionó que no quería salir argumentando sentirse resfriado y con dolor de cabeza por el viaje tan largo que había realizado manejando toda la noche. La chica no mencionó nada, tomo el dinero y salió en busca de lo requerido.

Una media hora después García escuchó que tocaban a la puerta de la habitación, abrió y recibió lo que había pedido. Dio una espléndida propina a la camarera y ésta desapareció después de agradecer con una sonrisa y darle las gracias.   

Era mejor no salir para nada.

Sabía que lo buscarían en las oficinas de policía o lo llamarían a su casa, posiblemente por alguna queja del Gerente y eso significaba problemas.

Mientras comía las tortas se le ocurrió intentar la separación de las hojas con el agua caliente y con el vapor del recipiente que la contenía, pero todo había resultado inútil. El vapor reblandeció tanto el pedacito de papel que también lo deshizo cuando intentó separarlo.

Como a las tres de la mañana, aún persistía el dolor de cabeza, el cenicero estaba nuevamente repleto de colillas blancas, el café que había preparado casi se había terminado, la leche estaba intacta y de las tortas solo quedaba la bolsita de papel y las servilletas donde venían envueltas las tortas, todas llenas de grasa relumbrando como papel cebolla, estiró la mano para tomar el último sorbo de café y sus dedos quedaron a escasos centímetros de la taza mientras sus ojos seguían viendo las servilletas grasientas y brillosas.

Algo le recorrió todo el cuerpo y soltando una risita apagada, mostró sus dientes blancos bajo el bigote que cubría completamente su labio superior, al mismo tiempo que tomaba por una punta la servilleta más cercana y levantándola contempló, sonriendo, su brillo transparente como de papel cebolla…

Con el puño de la mano derecha se dio un golpe en la frente. El dolor de cabeza pareció desaparecer como por arte de magia…

Embarró las hojas con la grasa de las servilletas y al momento de impregnarse de grasa, el papel se transparentó completamente. En el centro de las hojas aparecieron unas letras negras…

Nugent:

Reanudamos envíos de residuos de PCB. Se nos está acumulando en los patios y la EPA nos exige eliminarlos en noventa días a partir de esta fecha.

Volverán a inspeccionarnos y han amenazado con clausurar la fábrica por los problemas de contaminación ambiental.

Soborne a la gente con lo que sea necesario, compre a la prensa a cualquier precio y trate de acallar al policía por todos los medios, si es necesario elimínelo.

Triplicaremos el número de envíos en las próximas diez semanas.

No quiero fallas.

S. Z. N.

VII

A las diez de la mañana, el Secretario particular abrió una puerta y el Sr. Gobernador se levantó de su escritorio para saludar al Jefe de la Policía del Estado y al Comandante García, los tres se dirigieron a una salita de color verde musgo, mientras el particular cerraba la puerta y los dejaba solos.

El Gobernador leyó detenidamente la hoja del informe ejecutivo, después escuchó el relato haciendo preguntas directas al Comandante para conocer algunos detalles.

Una vez comprendido el asunto tocó un timbre que estaba a su lado, su Secretario particular entró nuevamente a la salita y el gobernador dijo, mientras le entrega el informe en mano. Lea esto, que venga el Dr. Álvarez, explíquele de que se trata y dígale que traiga la información que tenga sobre este asunto, incluyendo todo lo referente a esta empresa.

Veinte minutos después, el jefe de los Servicios Coordinados de salud Pública en el Estado, Dr. José Manuel Álvarez entró a la salita, fue presentado por el particular y escuchó atentamente los datos más importantes del caso de labios del Gobernador, después comenzó diciendo:

Señor Gobernador, señores; he traído conmigo el expediente donde están los papeles de tramitación de permisos oficiales de esta empresa ante Salubridad

Se trata de una compañía transnacional denominada “Empresa Minera Rosycler S.A.” su casa matriz está en Houston Texas. Se estableció en 1975 cerca de Nuevo Mercurio, en el municipio de Mazapil. La materia prima para la fabricación de sus productos la traen de Estados Unidos.

Curiosamente, la empresa inició actividades hace aproximadamente cinco años y no han tramitado su licencia sanitaria…no sabemos que giro comercial manejan. Sin embargo, presentaron una solicitud para transportar su materia prima, consistente en residuos industriales especiales como Diesel, cloro, bifenilos policlorados, jales, cenizas, catalizadoras de mercurio, desechos sólidos y sustancias corrosivas en tráilers de 55 toneladas de arrastre, propiedad de la empresa, especificando que querían realizar de 10 a 15 viajes por semana.

El Dr. Álvarez hizo una pausa, sacó una tarjetita de su portafolios y continuó;

Un cálculo conservador arroja la cantidad de 164,800 toneladas de residuos tóxicos, no regulados en México, ahora depositados en los terrenos de Rosycler.

La EPA, es decir, la agencia encargada de controlar la contaminación en los Estados Unidos publicó un documento con las características y efectos de los residuos de PBC.

Esta clase de compuestos orgánicos sintéticos puede traducirse como Bifenilos Policlorados y son unos aceites minerales utilizados principalmente en intercambiadores de calor y en los transformadores eléctricos.

Los residuos son altamente resistentes a la degradación térmica y la propia EPA estableció en 1976 una concentración máxima permisible de una millonésima de miligramo por litro de agua con vida acuática o para consumo humano.

No entiendo, dijo el gobernador.

Le explicaré señor, permítame darle un ejemplo; una gota de PCB contamina o envenena aproximadamente cinco mil litros de agua, o 25,000 tazas de café como la que usted está tomando en estos momentos.

El rostro del gobernador, del comandante García y el de su jefe quedaron boquiabiertos, miraron a sus respectivas tazas de café, y el gobernador exclamó.

¿Una gota de este aceite? ¿Quiere usted decir que 40 gotas de esta porquería serían suficientes para matar a toda la población de Zacatecas, si cada habitante tomara una taza de café?

Serían suficientes para que la población estuviera en riesgo de contraer cáncer.   

Déjeme agregar que, por otra parte, señor Gobernador, las partículas son tan pequeñas que por contacto penetran al cuerpo por los poros de la piel y se acumulan en el organismo pudiendo ser mutagénicas y resultar carcinógenas a largo plazo.

Su efecto es irreversible y prácticamente son indestructibles, es decir, no son biodegradables y pueden permanecer inalterables cincuenta o cien años, tal vez más, si han sido depositadas en suelo, en capas de un metro de profundidad.

En nuestro caso, Sr Gobernador pueden estar afectadas alrededor de 16 hectáreas; estaríamos hablando de una superficie cuadrada de 400 metros por lado. Esto sería suficiente para… 

El Gobernador no escuchó más, tocó el timbre y dijo a su Secretario:

Hablaré con el Sr. Presidente…    

 

Carlos González Guzmán

Chamilpa, Mor. Diciembre 2018


Corolario.

El Sol de Zacatecas

1980.- Se identifica en terrenos de la Mina Rosycler S.A., la presencia, a cielo abierto, de PCB´s.

Se recolectan 80 tambos vacíos y 750 metros cúbicos de tierra con aceite, en 3 has.

Se cercaron dos mil metros lineales con alambre de púas. Se clausuraron nueve tiros de mina.

Durante una inspección oficial, el encargado declaró que; los líquidos y los tambos con PCB´s fueron importados de los EEUU. Los líquidos fueron descargados a la intemperie y los tambos vendidos a los habitantes de la comunidad para depósito de agua potable.

1981.- A Clarence William Nugent se le denuncia y se le sigue proceso judicial ante la PGR en México, D. F, por parte de la Subsecretaría de Mejoramiento del Ambiente, por la introducción ilegal de estos residuos y por el delito de contrabando.

1983.- El 18 de marzo se dictó sentencia absolutoria a favor de Clarence Nugent, al no existir jurisdicción ambiental sobre el caso. 

2006.- La Universidad Autónoma de S.L.P, concluyó en un estudio; que en el sitió aún existía contaminación por bifenilos, clasificándose como sitio crítico del Estado de Zacatecas.

2014.- En La Jornada, el artículo "El pueblo fantasma de Nuevo Mercurio y la minería insostenible" explica que "hay pocas tiendas, un pequeño hospital y una telesecundaria; múltiples casas destruidas y abandonadas; no hay señal de televisión ni de teléfono (menos Internet).

Entre 1940 y 1970 (su auge ficticio) San Felipe llegó a tener 10,000 habitantes. Ahora, padecen entre otras cosas, el agotamiento de los recursos hídricos, la falta empleo, de servicios públicos, así como problemas de salud relacionados con vías respiratorias, presión arterial alta y diabetes. 
La historia de San Felipe de Nuevo Mercurio fue la misma que aconteció en los Municipios de; Noria de Ángeles, Concha del Oro y Vetagrande, es decir, primero el auge, la derrama económica ficticia y luego, cuando la riqueza del lugar es extraída, a los zacatecanos nos dejan múltiples problemas que nadie quiere resolver."

2018.- San Felipe Nuevo Mercurio (El Nuevo) cuenta con 305 habitantes, 161 hombres y 144 mujeres.

Otros datos. - Fox otorgó 2,156 concesiones, Calderón 6,102, Peña Nieto 1,808 hasta junio 2015.

Actualmente de 290 mineras en México, 211 son de Canadá.

Las mineras nacionales y extranjeras operan una extensión de 22 millones de hectáreas.

Hasta julio 2016, existían en México 25 mil 178 títulos de concesiones mineras. La concesión es otorgada hasta por un siglo.

¿No entendemos?, ¿Estarán ocurriendo situaciones similares a Nuevo Mercurio?        

 

No hay comentarios: