martes, 4 de diciembre de 2018

Ensayo en paracaídas



I, a universe of atoms, an atom in the universe.
Richard Feynman

Disa Fernanda Villada Montaño
El siguiente trabajo tiene como finalidad dar cuenta del manifiesto creacionista de Huidobro y ver cómo se refleja en el prefacio y en el Canto I de éste mismo. Además, planteo como hipótesis el quiebre del creacionismo en una parte del Canto I para así después llegar a la conclusión. Me gustaría dejar claro que la ruptura que señalo es un parecer mío, sin embargo, el corpus en el cual me apoyo tiene un carácter académico y  aparecerá en la bibliografía. Quedará sujeto a cada lector si, una vez terminado este ensayo, está de acuerdo conmigo o no.
         Vicente Huidobro (1893 – 1948) nació en Santiago, Chile; es considerado uno de los más destacados poetas chilenos, junto con Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Nicanor Parra y Pablo de Rokha. Tras algunas publicaciones de poesía, en 1925 expone sus Manifestes, una recopilación de las ideas expuestas en años anteriores sobre la creación poética.
         Allí señala que el poema debe situar al lector en lo inhabitual, alejarlo de aquello que acostumbra percibir. El objetivo del poema es “emocionar a nuestras raíces”. Sin embargo, lo inhabitual debe referir a las cosas habituales para que así el lector pueda identificar aquello que está fuera de lo normal, además, en palabras de Benjamín Valdivia, doctor en Humanidades y Artes: el lector debe compartir cierta proporción del código poético del autor, en tanto que el resto, le debe ser totalmente nuevo.
         Es importante señalar que Huidobro, a diferencia del surrealismo, ensalza la poesía consciente: “la poesía ha de ser creada por el poeta, con toda la fuerza de sus sentidos más despiertos que nunca, pues surge de nuestra superconsciencia”, después continúa: “¿acaso creéis que un hombre dormido es más hombre –o menos interesante- que uno despierto?”
         Ahora bien, siguiendo el hilo de Huidobro, en su Manifiesto creacionista presenta que al poema “nada se le parece en el mundo externo”, y para lograrlo el poeta utiliza tres recursos compositivos: la imagen creada, la situación creada y el concepto creado. No se debe seguir copiando al mundo, sino hay que postularlo con palabras.
         A su vez, nos indica que dicha creación debe tener un lenguaje cuidado, el verso constituye la superación de la naturaleza normal de las cosas “inventa nuevos mundos y cuida tu palabra; el adjetivo cuando no da vida, mata”. Por lo que, este segundo plano de significación es el que ocupa un lenguaje conocido para asignar nuevas relaciones de significación.
Según Benjamín Valdivia, los siguientes elementos se destacan en la obra de Huidobro: la decisión sobre el lenguaje, la ausencia de improvisación, la intervención creadora de la voluntad ante la naturaleza mediante un proceso similar al de la magia, y por magia se entiende a la comparación entre el poeta y Dios.
Una vez expuesto el creacionismo, considero pertinente hablar de una estrella en particular: Betelgeuse, es la novena estrella más brillante en nuestro cielo nocturno, pertenece a la constelación de Orión, o mejor dicho, se puede ubicar fácilmente allí puesto que ha sido expulsada. También, se encuentra a 430 años luz de la Tierra aproximadamente es una supergigante roja; su masa es 20 veces la masa del Sol y su tamaño es 600 veces mayor.
Al mirar el cielo, uno tal vez no se percate que la luz de las estrellas que vemos no es instantánea, sino que tarda en llegar a nuestros ojos, he ahí que se hable de distancias en años luz. Estamos viendo específicamente 430 años al pasado y como su combustible está llegando a su fin (porque los soles nacen y mueren) es posible que Betelgeuse haya explotado y tan solo la vemos como a una fotografía que viaja por el gran cementerio celeste.
Sin embargo, para nosotros aún está allí y es tan masiva que los planetas que la orbitan deben ser proporcionales a su tamaño, lo que significaría una Tierra 600 veces más grande y, bueno, dejo a la imaginación del lector la descripción de sus habitantes si es que éstos existieran.
La astronomía es una ciencia que sobre todo enseña humildad, como Carl Sagan (astrónomo, astrofísico, cosmólogo, escritor y divulgador científico estadounidense) bien señaló. A tales magnitudes, y si uno se detiene a pensarlo un poco, resulta un tanto ridículo el egocentrismo humano. Por supuesto que hay cosas más pequeñas que nosotros pero también más grandes, tanto que no podemos imaginarlas, sino tan solo cuantificarlas.
Retomando al creacionismo, encontramos como ejemplo algunas situaciones creadas: “La cola de un cometa me azota el rostro y pasa relleno de eternidad”, “Mi madre bordaba lágrimas desiertas en los primeros arcoíris” o bien “El universo se rompe en olas a mis pies, los planetas giran en torno a mi cabeza y me despeinan al pasar con el viento que desplazan”.
Todas esas situaciones están impregnadas de imágenes que han sido inventadas por Huidobro, que declaran claramente un Non serviam tal como él mismo lo expresa en su prólogo: “Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser”. Incluso al tocar la puerta de lo absurdo el creacionismo sigue permeando: “Los cuatro puntos cardinales son tres: el Sur y el Norte”.
No obstante, en el Canto I, escribe: “¿Quién eres tú habitante de este diminuto cadáver estelar? ¿Qué son tus náuseas de infinito y tu ambición de eternidad?” No hay imágenes ni situaciones creadas conforme las bases postuladas anteriormente, lo que comienza a hacer es una descripción en términos cosmológicos; continúa: ¿Quién se preocupa por tu planeta? Inquietud miserable”.
A mi parecer, el efecto que hasta ahora logra está emparentado con una lección de humildad al compararnos con la bóveda celeste: “Despojo del desprecio que por ti sentiría un habitante de Betelgeuse”. Mas, tras mi breve repaso de astronomía, sabemos que Betelgeuse existe y es lo suficientemente grande como para escarnecernos.
Por lo tanto, no existe una imagen, situación o concepto creado, sino que en realidad nos hallamos ante una descripción poética del universo, pero, ¿no acaso se había proclamado un Non serviam? Resulta curioso que para muchos lectores pasa desapercibido esa parte del Canto I, tal vez porque Huidobro supo diluirla entre su demás imaginario.
Es evidente que desde el inicio nos sitúa en el espacio, junto con las estrellas y los planetas, viajando por el cosmos cual principitos en busca de respuestas. Solo debemos recordar que el universo es, dejando a un lado el infinito, posiblemente tan grande como viejo y en él todo el tiempo pasan cosas extraordinarias, incluyendo la vida.
         En conclusión, me gustaría señalar que si uno se detiene a investigar un poco, la realidad supera nuestra imaginación y desconozco si Huidobro tenía alguna idea sobre el tamaño de Betelgeuse, empero, por el vocabulario que utiliza sería menos probable que desconociera la materia. Mi intención no es desvalorizar su obra, en cambio, la considero una odisea en el espacio, y es por eso que, cuando uno habla sobre el cosmos, es difícil lograr un creacionismo tan estricto.
Por lo cual, le invito, lector, a buscar las fotos que el Hubble ha publicado sobre nebulosas, galaxias, planetas, cometas, etc.; a buscar información sobre las leyes que rigen el comportamiento del universo para que así no se extrañe, o confunda con ficción, si un viejo astrónomo le dice que usted es polvo de estrellas.

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