sábado, 14 de enero de 2017

El Hombre Obscuro Rafael Fernández de Lara Mateos


Víctor Manuel Vásquez Gándara

Al leer originales de El hombre Obscuro, privilegios al prologar y editar, además de remontar a tiempos pasados, dos siglos atrás, permite recordar el género paulatinamente olvidado o dejado al lado del camino: novela de ficción. Ficción y realidad en diccionarios se consideran antónimos y sin embargo sólo les separa una endeble línea divisoria. El cerebro confunde consciente o inconscientemente; para Mónica Lavín, por ejemplo, el lector se constituye en cómplice.
En los albores del siglo XXI realidad supera la ficción, se considera vivir increíbles sucesos; ficción a su vez en las artes es ilimitada, imaginando hechos insospechados como realidad: pintura, escultura, literatura. Ficción, en literatura, no únicamente es recurso literario sino elemento fundamental. Expresa Jorge Volpi (1968): “todo el tiempo, a todas horas, no sólo percibimos nuestro entorno, sino que lo recreamos, lo manipulamos y lo reordenamos en el oscuro interior de nuestros cerebros -no sólo somos testigos, sino artífices de la realidad”, ello referido a ficción y procesos mentales.
El hombre y su cultura arrastran una serie de creencias entre mitos y leyendas transitando de realidad a ficción y viceversa. Rafael Fernández de Lara Mateos en su narrativa recrea esa preocupación humana del ser planteando el problema existencial de racionalidad, racionalidad contrastante entre desarrollo social, económico, tecnológico y animalidad en plena era actual: lucha inacabada, inacabable entre bien y mal.
El Hombre Obscuro atrapa en su lectura. Expone esa lucha al interior de Yopkin personaje principal y su contexto. Forma y fondo, inseparables, coadyuvan al logro de su objetivo literario: comprender el mundo, entender a nosotros mismos en esa riña permanente, constante. El lado oscuro aqueja a sociedades, paradójicamente las más desarrolladas y metafóricamente sólo el amor posibilita triunfante al bien sobre el mal.
Si un ámbito posee capacidad de hacer comprender la esencia humana, ese entorno es la literatura. Rafael Fernández de Lara Mateos confirma en su novela una invariable en el ser humano, esa bipolaridad existencial e implícitamente abre nuevamente la incógnita ¿qué es el hombre?. Al respecto Platón concibió al hombre formado por una realidad dual, el cuerpo y el alma, que considera la idea de lo material y lo inmaterial o espiritual como opuestos.
Según Aristóteles alma y cuerpo son una sola sustancia que componen al hombre, con ello deshace la tesis dualista platónica. La relación entre alma y cuerpo es la de forma y materia o acto y potencia, siendo el alma la que anima al cuerpo. Platón dice que el cuerpo es material, mortal y se degrada o corrompe, en definitiva, que con el envejecimiento se produce el deterioro del cuerpo. Sin embargo con el cuerpo es como estamos en el mundo sensible y es a través del mismo que lo percibimos. Según Platón esta percepción es incompleta y en realidad estorba a la más completa percepción de las cosas que tendría el alma.
Desde una perspectiva hermenéutica El Hombre Obscuro induce a repensar entre líneas de la historia sobre la decadencia humana producto del capitalismo exacerbado capaz de devorar inmisericordiosamente y si el amor como en el caso de Frederick puede sobreponer el bienestar social al individual.
Xalapa, Veracruz, México
Otoño de 2016

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