lunes, 7 de noviembre de 2016

IMPORTANCIA DEL DÍA DE MUERTOS


Jesús Jiménez Castillo
Academia Mexicana de la Educación
Sección Veracruz
Como ocurre cada año, los días 1 y 2 de noviembre se celebra el Día de Muertos, aunque en algunos lugares inicia desde el 31 de octubre uniendo, en un sincretismo cultural, antiguas tradiciones indígenas que celebraban a los fieles difuntos, con la celebración católica de Todos los santos, traída por los españoles. De esta manera nació una de las festividades más representativas de nuestro país, difundida por todas sus regiones, países centroamericanos y en muchas comunidades de los Estaos Unidos donde viven personas provenientes de México y Centroamérica.
El Día de muertos implica hablar de misticismo, simbología, raíces prehispánicas, altares, ofrendas, historia, creencias enel más allá, conexión con el inframundo y de la espiritualidad que conforma nuestra naturaleza.Por diversas razones, de índole social, económico y comercial, entre otras, en los últimos años se viene observando un renacimiento de la celebración de estas festividades, fenómeno de gran importancia por los diferentes significados y simbolismo que dicha celebración representa, especialmente, para los mexicanos.
Por ejemplo, en los antiguos mexicas había por lo menos seis festejos dedicados a los muertos. El más importante, cercano al mes de agosto, lo presidía la diosa Mictecacíhuatl, señora de los muertos y reina de Mictlán, y por el dios Mictlantecuhtli, señor del lugar de los muertos y las sombras. Además, existían el Tonatiuhichan, donde llegaban los que morían en guerra o de parto; el Tlalocán, donde iban los que fallecían por causa de agua, rayos, o enfermedades; por último, el Tonacacuauhtitlan, al que iban los niños que no habían comido maíz, símbolo de la tierra;por lo tanto, no habían tenido contacto con la muerte, allí, eran alimentados por el árbol del sustento donde permanecían hasta que recibían la oportunidad de una segunda vida.
Para los indígenas, a diferencia de las creencias religiosas cristianas, en el Mictlán no existían el infierno ni el paraíso, pero sídiversas pruebas que tenían que salvar en los diferentes niveles del inframundo, hasta llegar al lugar de su eterno reposo y liberarse de su tonalli o alma y recibir la presencia de Tonatiuh, el dios Sol. Fue hasta la llegada de los conquistadores, cuando la divulgación del cristianismo introdujo en nuestra cultura el terror a la muerte y al infierno.
Debemos valorar y apreciar la importancia que tiene el Día de muertos en nuestra vida familiar y social. Desde mi punto de vista, la festividad debería llamarse “Día de muertos y celebración de la vida”, pues, es justamente lo que hacemos. Pocas festividades reúnen tantos elementos que vinculen nuestra existencia con el proceso de la vida -con toda su riqueza-, desde el nacimiento hasta la finalización de la misma.Esta conmemoración nos hace recordar, con pristina propiedad,los versos del poeta tabasqueño, Carlos Pellicer: “Tiempo soy entre dos eternidades.Antes de mí la eternidad y luego de mí, la eternidad.” Definición bien caracterizada por la celebración mencionada.
El Día de muertos tiene, en sus orígenes, el respeto por lo sagrado, por los que ya se han ido y pertenecen al ámbito de lo divino. Es una forma de mantenerlos presentes en este mundo y en la vida de los familiares y seres que formaron parte de su existencia. Son los días que se dedican expresamente a recordar, con sus virtudes y defectos, a las personas que también contribuyeron, de distinta manera, positiva o negativa, a construir la historia de la humanidad.
Las costumbres que existen en muchas de las comunidades mexicanas y veracruzanas, de intercambiar ofrendas y platillos tradicionales entre familiares, compadres y amigos; así como la oportunidad que ofrecen estas prácticas para recordar a los familiares, amigos y personas ya fallecidas, sus relaciones, vivencias y protagonismo familiar o comunitario, son un factor importante para la preservación de la memoria histórica de los pueblos, así como los valores y tradiciones que en el seno de cada generación se van transmitiendo. Estas formas de convivencia, constituyen, además, una forma de fomentar las relaciones sociales entre los grupos que integran la vida comunitaria.
Uno de los bienes más preciados, que son herencia de las costumbres y tradiciones del Día de muertos, es lo relativo a la gastronomía. La variedad y riqueza del tipo de alimentos que se consumen en estos días, prácticamente no tienen límites: tamales: de carne, elote, dulce, verduras, frijol, calabaza, pescado, etc; mole, Zacahuil, barbacoas, pan de muerto: de manteca, dulce, mantequilla, etc; atoles diversos: de harina, chocolate, maíz, capulín, frutas, etc; chocolate, champurrado, etc: así como dulces, en una variedad impresionante: Igualmente se pueden mencionar los licores, infusiones y los ponches, y muchos más. Gracias a estas festividades la gastronómicamexicana incrementa notablemente su riqueza.
Un capítulo aparte merece el arte y las artesanías, tanto en las formas tradicionales, como en su evolución, relacionadas con las prácticas y costumbres de cada comunidad: el altar de muertos, elaboración de flores y coronas con diversos materiales, velas, veladoras, inciensos; las formas de decoración y adornos, tanto de las casas como de los altares, así como la simbología y las diferentes formas de agradar a los difuntos y a los vivos. Adicionalmente a las prácticas de la celebración al interior de las casas, se deben considerar las expresiones musicales y dancísticas, que representan un sincretismo intenso de las culturas madre de nuestra nacionalidad: españoles, africanos, indígenas y otras etnias que conforman nuestra identidad.
El Día de muertos implica también formas de prácticas religiosas que varían de comunidad en comunidad, y que también obedecen a un sincretismo cultural que se ha conservado en el tiempo como rasgo de identidad. En este mismo sentido se debe incluir el ceremonial que se realiza en la visita a los panteones, su arreglo, limpieza y adorno, y en los cuales se realizan formas diversas de convivencia entre vivos y difuntos.

Por último, se debe destacar el aspecto económico implícito en toda la celebración, particularmente la producción de bienes apropiados para las festividades: flores en grandes cantidades, palmilla, varas, bejucos, velas, veladoras, frutas, artículos de decoración, productos alimenticios, etc. A ello contribuyen miles, probablemente millones, de personas que trabajan en el cultivo y elaboración de los productos que son consumidos en estos días. Basta analizar un poco el fenómeno, y nos daremos cuenta del valor económico, impresionante, que tiene el Día de muertos para muchas poblaciones de México. Por esta y por las razones ya comentadas, es importante conservar y fomentar los valores y tradiciones que le dan sentido, forma y sustento a nuestra mexicanidad. 

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