martes, 11 de octubre de 2016

Viviendo 4º año de su décima década




Víctor Manuel Vásquez Gándara
Tres de septiembre de 2016 integra otra página más de la antología vivencial del profesor Wilfrido Sánchez Márquez. Memorable fecha al desbordar una vez más muestras de: amor, amistad, alegría, gratitud, reconocimiento, aprecio, admiración, agradecimiento... hacia el Maestro, maestro al convertirse, sin constituir su pretensión, en guía  moral e intelectual de familiares, amigos y conocidos.
El Maestro y su señora esposa profesora Celia Sánchez de Sánchez nuevamente abrieron de par en par puertas de su residencia particular, su corazón, su alma creando ambiente propicio,  derivándose correspondencia total a nobles actitudes.
Cordial bienvenida fue el principio de inolvidable celebración del nonagésimo cuarto aniversario de vida del festejado: sonriente la profesora Mirna, su esposo Daniel, uno a uno de los invitados fuimos recibidos y conducidos a lugares reservados para cada quien: compañeros de Academia Mexicana de Educación, Instituto cultural Mexicano Cubano Flores Magón-Mella y Comunidad Istmeña.
Acompañaron en la mesa de honor al profesor dos de sus hermanas realizando viaje especial y vivir el festejo. Nietos, sobrinos y demás familiares hicieron presencia también.
Mojito, bebida simbólica cubana, quesos, cacahuates y botanas diversase consumieron entre charlas de pequeños grupos. Paulatinamente, posterior al saludo entre los reunidos, cada lugar fue ocupado iniciando el consumo de alimentos; frijoles charros, arroz, chiles rellenos en frío, carnitas y bebidas: tequila, mezcal, vino tinto, refresco de sabores. La delicia de sabores integró parte del contexto. Es evidente, compartir los alimentos forma parte del simbolismo cultural, práctica de la familia Sáchez.
Desde el principio la música aderezó el convivió. Al son de marimba integrada por ahora jóvenes, en fiestas anteriores aún niños. Previo a concluir degustación de alimentos, la maestra Mirna presentó al grupo musical, orquesta  intérprete de música representativa, tradicional de etnias zapotecas, del Istmo, de Oaxaca, integrando el grupo jóvenes nativos de allá y estudiantes actualmente en esta capital veracruzana.
La alegría ya en pleno se desbordó. El Maestro Willy, feliz al borde la lágrima contagiando a la audiencia. Claro, La Sandunga, El Feo fueron sólo algunas melodías del amplio repertorio interpretado invitando tonalidad de instrumentos al baile. Flautas, trombón, saxofón, cornetas, clarines en harmonía impulsaron, motivaron, removieron el alma y bailables, en pareja, en grupo crearon estampas inolvidables. Tres horas de música transcurrieron sin prisa alguna, y curiosamente fue como breve sueño, un abrir y cerrar de ojos.
Belleza femenina, vestuario tehuano plasmaron sello de costumbres de cultura zapoteca, sin faltar expresiones en ese idioma. Breves intervenciones, emotivas palabras fueron externadas, felicitando al maestro Willy.
Enumerar asistentes siempre es complejo para el cronista. Memoria y desconocimiento de nombres completos impide, sin embargo citaría entre un medio centenar a: Rafael Mario Islas Ojeda, Romeo Cuervo Téllez, Alberto de la Rosa, Irma Reyes Hernández, Gloria Sánchez, Lorena Bautista Carvallo, Víctor Manuel Vázquez Reyes,
Qué mejor homenaje al maestro, lúcido, consciente y en otra muestra de vocación, generosidad, obsequió una de sus obras literarias: Alfabetización funcional, Andragogía y educación permanente.
Esta página escrita con tinta indeleble con puño y letra de esta fraternidad será recordada en largo tiempo: felicidades Maestro,

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