lunes, 15 de agosto de 2016

“Soy un permanente aprendiz de todos los que me rodean”




Javier Ortiz Aguilar)



Nunca me imaginé, aún en mis tiempos de delirio, y vaya que fueron de larga duración, que iba a ser tema de un libro, escrito por amigos que admiro. Amigos que nos conocimos en diferentes tiempos y espacios,  y desempeñando distintas actividades pero cuya amistad permanece afortunadamente. Un libro que me recordará las épocas de la  preparatoria, las luchas estudiantiles de los años sesenta, mi paso por la Facultad de Historia, la amistad y las actividades en la fundación de la Universidad Pedagógica Nacional, la experiencia en  la Academia de la Educación, la conformación espontánea de círculos de lecturas en los cafés de los alrededores de la ex Unidad de Humanidades. Por si fuera poco,  que esta obra colectiva, fuera presentada, por distinguidas personalidades como la Dra. Menase,  investigadora de Instituto de Investigaciones Filosóficas  y el Dr.  Hasler, Investigador de CIESAS-Golfo
´Por ello no sabía de las preparaciones de este acto, si lo hubiera sabido, posiblemente hubiera pedido, apelando a la amistad, no hacerlo; tal vez solicitaría como siempre, la invitación al café. Pero las cosas pasan; y no me queda más que agradecer a todos ustedes, de todo corazón, su inocultable generosidad.

Voy a leer un breve texto que preparé para esta ocasión

Este acto despierta en mí dos sentimientos contradictorios. En primer lugar, aceptar que es un reconocimiento que sin duda no merezco, y por otra parte, que me satisface porque no puedo ocultar que aquí se alimenta mi ego, y mi vanidad. En esta situación paradójica confieso a ustedes que desde temprana edad sentí el impulso de buscar amigos. Más tarde  intenté explicar esa necesidad, y busqué la causa en mi condición de ser hijo único, la educación familiar, la cultura campesina de donde son mis raíces, la influencias de la cultura indígena, o quizá por una instintiva búsqueda de  reconocimiento social. Hasta la fecha no lo sé, y ahora, a mis años ya no me preocupa. Sin embargo quiero subrayar que un acontecimiento definió mi vida, fue mí llegada a esta ciudad capital,  con el fin de cursar la preparatoria. Aquí, en ambiente de libertad encontré a un grupo de amigos que me ayudaron a tomar conciencia  de la necesidad de tender puentes con los demás. La amistad entonces tomó sentido en mi existencia
            Quiero subrayar que mi proceso de formación se da en el tiempo de la Guerra Fría Por tanto la decisión, ya sea por uno o por otro bando, era una decisión ética. Así lo vimos. Recuerdo a uno de mis amigos, que me invitó a leer y a comentar un libro que fue importante en mi formación Marx y el concepto del hombre de Erich Fromm. Puedo decirlo que desde ese entonces descubrí que mis amigos eran mis maestros y todos mis profesores, a su manera, mis amigos. Gracias a ellos entré al mundo y al compromiso.
            En cierta manera estas influencias inclinaron mi decisión para ingresar primero a la Facultad de pedagogía y posteriormente a la Escuela de Historia. Y la vida me llevó a la docencia. Puedo decir en honor a la verdad que aquella relación plural, incluyente de mi grupo estudiantil fue el modelo de mis relaciones con mis alumnos. Recuerdo muy bien un artículo de una revista de los primeros años de la década de los sesenta, que iniciaba con un enunciado contundente: “Quien busca la verdad es un maestro y quien la tiene es un propagandista” Independientemente de su intencionalidad, la idea influyó decisivamente
            Así entendí la docencia, como un dialogo cuya intención única es la búsqueda, cada uno, de acuerdo con sus circunstancias y tradiciones debería construirla o si se quiere  encontrarla
            Esto no significaba negar mis compromisos personales, sino respetar las convicciones y compromisos de todos y cada uno de los estudiantes que conformaban los grupos que tuve el gusto de atender. Creo que me entendieron. La discusión únicamente buscaba crear ambientes de diálogo no de adoctrinamiento.
Y creo que aquí radica  el secreto de una relación amistosa que ha perdurado entre muchas personas que compartimos los salones de clase en varias instituciones educativas.
            En ese ambiente de libertad llegué a la conclusión, que después de años de ser profesor jubilado, al fin tomé conciencia que soy un permanente aprendiz de todos los que me rodean. Por ello, solo puedo decirles a todos muchas gracias.

(Palabras pronunciadas en la presentación del libro Los amigos en turno de Javier

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