lunes, 15 de agosto de 2016

INSECTOS MARAVILLA


 Manuel Gámez Fernández


El abejorro

El abejorro es una borla de peluche con rayas negras y amarillas que la naturaleza sostiene ingrávido en el aire más cálido de los jardines, con dos pequeñísimas alas escondidas tanto, que el vuelo se convierte en magia solar o tal vez en un resplandor de hojas o en el parpadeo de una mariposa.
Su recorrido es siempre al ras de los follajes golpeteado de pólenes y pétalos, es un vuelo espectacularmente pesado, sin rumbo definido, es todo risas y plácemes que se desbordan como si fuera un insecto ebrio de sensaciones que lo guían siempre hacia las flores más llenas de miel donde éste se zambulle y se embadurna sin límite de los tintes espléndidos de las corolas. Zumba que zumba en su balanceo de barco y salta que salta de una corola a otra el abejorro canta canciones a la aurora y baila con el sentir de los gitanos.


La mariposa

La mariposa tiene mirada de papel de china y un ángel escondido en su estructura, cuando vuela es un surco de color y deja tras de sí una estela de anhelos.
 La mariposa es una cascarita que cae del paraíso, que se posa en los lugares húmedos y dulces y cobra vida nueva en cada vuelo; retoza en su aleteo con las caricias invisibles de los dioses y es por eso que siempre sonríe.
Cuando la ves llegar es también como si la vieras partir, porque su tiempo es único, como el presente eterno de su mirada que solo ve el azul del firmamento.


La luciérnaga

Este insecto es un pedacito de chispa verde que instantáneamente se desvanece y deja de ser luz. Su deambular comienza durante la penumbra, cuando nadie puede mirar su forma y es pura oscuridad su negra y sedosa piel, sus alitas negras, su cuerpecito blando que de pronto se enciende en rayos esmeraldas y nos deslumbra con su verdor que resplandece.
También suele convertirse en estrellitas de la maleza para formar los primeros cielos de fantasía que conocen los niños.
Es en definitiva un insecto espectral, brillante y errabundo, que va hacia el centro de la oscuridad y sale del más terrible océano de negrura convertido en antorcha fosforescente.
Por ello es una especie de héroe luminoso y todos le recuerdan  como el más fantástico insecto que se incendia.

El mosquito

Zig zag de la obscuridad, emerge en líneas negras y zumbantes, trae recuerdos cálidos de la ribera de los ríos y se pierde a la vista con sorprendente rapidez cuando se vuelve pura luz o pura sombra, cuando se vuelve una zeta que cruje casi en el umbral de lo inaudible y azota su látigo minúsculo bajo la piel y agita una cosquilla que es solo una punta de piel rasgada por la hebra de un aguijón picoso que se convierte en éxtasis triunfal y entonces se traslada nuevamente a la nada dejando un escozor de agujitas delgadas que le dan existencia, peso, forma y lugar, quedando así grabado en el recuerdo alado de las personas.

La libélula

La libélula es princesa de las aguas y pertenece a la realeza de las hadas. Su cuerpo esbelto es un tenso cordón de colores que se prepara en cada vuelo para un viaje hacia un océano de humedades, hacia lagunas y arroyuelos de terciopelo.
La libélula tiene ojos inmensos que miran como esferas infinitas hacia la profundidad de los colores y las inagotables formas naturales. Vuela en soledad o acompañada y va raspando el agua como un ser que salió de la nada y es puro amor del día suspendido en sus alas.
La libélula es el alma del lago, la musa del espejo, la amorosa pareja que en el aire  se engendra y goza con el equilibrio de sus transparentes alas.
Algunas  veces el amor la sorprende con el destello solar de la mañana y es frecuente escuchar de su boca callada un suspiro instantáneo que es como un eco de pétalos cayendo sobre el agua.

La catarina

La catarina es el payasito de los jardines y deja en quien la mira una emoción de ternura. Camina siempre hacia un tiempo de sueños como si en sus lunares de viva fantasía se reflejara el espejo de un lago metálico.
Es un insecto igual que una pelota partida a la mitad con un par de pequeñas alitas que lo transportan mágicamente hasta el más profundo azul de todos los cielos.
Pequeño insecto que se resbala en los dedos y habla con el polen de la mañana y por la tarde desaparece cual si durmiera en ámbitos eternos.
Su caminar sobre el verdor de prados y hojarasca es un gracioso deslizarse en lentas evoluciones que engañan la mirada, al caminar sin caminar, y hacer sus bromas torpes ante el acecho de las aves y los insectos mayores que astutamente desvían la mirada ante la gracia de la catarina.



No hay comentarios: