viernes, 11 de diciembre de 2015

Un día abrí mis puertas

Manuel Gámez Fernández

Un día abrí mis puertas
El silencio cedió
Miré también como un rayito de luz
Se enroscó como un gusano ardiendo:
La luz también temía entrar en este arcano
Pero había libertad para los elementos:

“El fuego me incendió
Corrió un velo de recuerdos rojos como un corazón de durazno
El agua fue buena y amable sensación
Fresca mañanita que impregnó todo el cuerpo
La tierra movió los montes y tras el cerro quebrado
Abrió un horizonte esmeralda de presagios
Y el viento, siempre impaciente
Sopló hacia las márgenes del sentimiento
Y encontró las cavernas sin fin
Donde ya no salió”.

Los ojos entrecerrados miraron un cielo tejido
Que aprisionaba la naturaleza
Y los bosques, los animales, la vida entera
Respondían con fidelidad al cielo
Que hablaba como un profeta sin lengua
El cielo que cantaba con música celeste
Miraba con ojos de bestias y de insectos
Con mirada de ciego
Con mirar hacia adentro
Porque era un todo mirar y mirar
Así era el cielo.

Entró un amigo leal a tocar este sueño
Y tocó su música de ser imperfecto
Fuimos canto de jóvenes rodantes y rostro de poetas
Las canciones eran hilo de estrella
Peñasco de arrecife marino
Laberinto de mármol transparente
Sus palabras decían una poesía
Convocaban al viento
Y al amor de una mujer aún desconocida.

Entró el pasado como una campanada de metales férreos
Atravesó riberas de anchos ríos
El sonido inundó los cuerpos y las almas
Templó el porvenir de todas las personas
Marcó las mil veredas por donde caminó el ángel de los amigos muertos
Y entró un signo de nostalgia seca
Polvosa sensación de ahogo y hueco
Vacío sin fin ni principio
Sordo malestar de un pozo insensible
Temor de espíritu
Aullido del ser que llora su extinción
Su ayer que ya no existe.

Abrí mis puertas sin temor ni osadía
Tampoco fui rendido
Solo esperé la voz que todo lo traspasa
Fui fiel al helado estímulo de la palabra
La palabra fluyó del interior de la vida
Soltó su esencia de fruta y alimento
Su dimensión de luna buena
De blanca nube extraviada en un azul sin fin
La palabra maldita y torpe
La palabra muerta
El éxtasis del gozo más secreto
Allí estaba el rostro de todos los sueños
La vida y la muerte juntas
Unidas en un signo continuo e infinito
Que es solo indescriptible:
Como una esfera sin centro.

Los animales que inventó la creación
Respingaron de pronto y sus siluetas astutas
Suaves cadencias incrustadas en la pared de roca
También bajaron a beber del manantial
En el fondo verdoso del paraíso
Allí se recostaron y nacieron de nuevo
Ellos lamieron la mano que los convocó
Los tocó para sentir sus tibias pieles
Sus caparachos duros y espinozos
La mano del otro animal solitario
Como un lobo sin luna
Los llenó de caricias intemporales
Y así fueron también parte de una canción
Que está en el principio de todas las edades.

Un día abrí las puertas sin límite del alma
Donde el ser cae de pronto
Al más profundo caos
Donde se mezclan sensaciones inusitadas
Formas vivas de ideas y conceptos
Seres fugaces que se crean para abrir
Una puerta más.

Las puertas del ser más profundo permanecieron abiertas
Y estaba allí la existencia pletórica de enigmas
Las formas de la vida palpitaron
En su más puro origen
Surgieron los volúmenes
Las densidades, las conexiones exactas
Las duras líneas angulares
Y las redondas y elípticas figuras
Blandas superficies amoldadas al tacto
Fogosas cumbres de trapecios
Y encumbradas líneas triangulares.

La cabeza nocturna del tiempo
Se asomó a la vida
Sacó sus fauces húmedas a través de los ojos
De todos los animales
Y miró por detrás de todos los secretos
Y así fue creado el primer gran misterio
Que es todo sensación de vigilia:
Como si solo existiera un transcurrir insomne
Sin retorno.

Otro misterio mitad persona mitad elefante
Mitad sangrantes ritos
Mitad sabiduría universal y ciencia ilimitada
Sigiloso animal de sufrimiento y de miseria
Santa bestia que entrega su furor de fe desesperada
Dios animal sagrado y venerado que vive en cada humano
Dios que no tiene forma real, solo rostro de mito y de creencia ancestral
Surgió de la pregunta del ser sobre sí mismo y se volvió conciencia de ser nada
Por eso se quedó atrapado en los rituales diarios de los hombres creyentes
Como un lago intangible de múltiples formas, ceremonias y leyendas, vivo y real.

En el cantar de una sirena se escondió el secreto de la vida
La melodía más extraña y críptica describió este misterio
Fue un canto de voces marinas intemporales
Se escuchó hasta el otro lado del mundo
Y todos los seres vivientes respondieron guardando eterno secreto.

Vino la lluvia y en el deseo del agua
Sus transparencias y brillos impregnaron el cielo
Dejando escrito en la niebla el misterio de la muerte:
Mariposa negra marcada en el espacio
Celosa dimensión de lo intangible
Caminito de enigmas y símbolos funestos
Tumba de medianoche
Vida que ya no es vida
Inevitable amanecer sin retorno
Maremoto indescriptible en el centro de toda persona
Palabras sin poder.
Cenizas.

Otro misterio nació como un arquetipo del propio ser y se hizo gusano
Se escondió bajo el humus de la tierra y allí se creó la mente
Y ya después salió convertido en un ser alado llamado cigarra
Que eleva con el sol un canto ríspido y metálico para informar a todos
Que el mensaje está grabado en las tonalidades del mediodía
Quien lo sepa leer sabrá lo que es la mente.

Finalmente el destino se unió a todos los misterios
Y construyó un camino para que los hombres
Pudieran transitar hacia si mismos
Y otro camino de imágenes y enigmas
Para conocer la realidad externa y material del universo
Por eso el destino abarca todo lo visible e invisible
Y une a todos los misterios en la vida interior de los humanos.

Un día abrí mis puertas
El silencio cedió
Muchas voces-imágenes-significados-misterios florecieron
Muchos templos subterráneos hablaron
Solo queda escuchar sus campanadas y entender sus augurios.

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