lunes, 13 de abril de 2015

El gran experimento


Manuel Gámez Fernández
Cuando miró a su esposa, se dio cuenta que aunque todo en ella era exactamente igual, nada quedaba del cuerpo original. Más de dos millones de micro trasplantes la habían sustituido por completo; entonces le nació la incertidumbre de que si en el fondo de su naturaleza sobrehumana lo que había conseguido era vivir eternamente o morir eternamente.

Bajo la blanca luz de las lámparas solares, en la clínica experimental donde se habían reunido los científicos mas especializados de la Unión de Naciones para lograr el prodigio de convertir un ser prácticamente muerto en una nueva persona, Astix esperaba que su esposa abriera los ojos.

Con una ansiedad inusitada que por otra parte nunca pudo ocultar, deseaba que este momento nunca hubiera Ilegado, sin embargo, Ana Mas comenzó a parpadear. Sus ojos azules, con el azul más fuerte de la naturaleza, se orientaron hacia su esposo que aguardaba desde hacía muchas semanas.

Astix sabía que cada una de las células del cuerpo de su esposa eran exactamente iguales a las que tenía antes de que se iniciara el Gran Experimento. Una por una y por grupos afines las células fueron sustituidas para convertir un ser decrépito y maltrecho en otro joven y de reciente vitalidad.

El color de la piel era exactamente el mismo, la forma de las uñas, el largo de las pestañas, lo tupido de sus cejas, las pequeñas pecas de sus mejillas, el tamaño de sus orejas, la suavidad de sus cabellos. Cada detalle había sido cuidadosamente controlado para evitar hasta el más mínimo error detectable.

Indudablemente, como consecuencia de los avances logrados durante los diez años que duró el experimento, se habían conseguido descubrimientos sorprendentes.

Los transplantes iniciados en el cuerpo de Ana Mas corroboraron la hipótesis de que una especie de mente original podía transmitirse de tejido a tejido si se daba el tiempo suficiente al organismo para hacer el traspaso. Lo anterior obligó a sustituir las antiguas teorías genéticas por unas más novedosas, profundas y complicadas.

Se tuvieron que inventar diversos aparatos: microscopios mucho más  audaces que el electrónico permitieron observar en vitro, los transplantes y la forma como los tejidos se iban estructurando en el nuevo cuerpo.

Los veinte cerebros colosales que se tenían distribuidos estratégicamente en el planeta, permitieron la conducción del experimento órgano por órgano y célula por célula como subsistemas y microsistemas que después se unificaban en un sistema totalizador al que denominaron Cuerpo Experimental.

Las ideas sobre la mente y el cerebro fueron revolucionadas cuando al estar sustituyendo grupos de células en ese órgano vital del cuerpo, se encontró que la información y los procesos de pensamiento podían transmitirse intactos si los grupos de células se implantaban de la manera correcta según la técnica patentada como "adición escalonada de celdillas".

Aunque Astix estaba preparado emocionalmente para recibir este momento, no daba crédito a lo que veía. Recordaba haber estado en los laboratorios donde en cientos de miles de cajas Petri se reproducían las células que después serían implantadas en el cuerpo de Ana Mas.

Los prodigiosos resultados del cultivo de tejidos habían tenido también efectos secundarios no deseados, como los denominados "fantasmas de colágeno" que se esparcían en este año del 2074 por toda la atmósfera del planeta.
Era frecuente observar en las mañanas y en las noches heladas la presencia de masas de tejido que se confundían con las nubes y semejaban una tela de araña que colgaba de un espacio desconocido. Los fantasmas se multiplicaban gracias a la gran facultad de sobrevivencia inducida artificialmente en los laboratorios del Gran Experimento, de los cuales escaparon sin que nadie pudiera evitarlo. No obstante, eran inofensivos y algunas veces parecían curiosas e inesperadas criaturas del futuro.

Los ojos de Billy Dan, el genio creador del Gran Experimento observaban tras el monitor la escena del encuentro de la pareja y percibían en ese instante que a pesar del fabuloso desarrollo alcanzado por la humanidad, en la parte interna de las personas lo que verdaderamente importaba continuaba siendo, al igual que lo fue durante las épocas tortuosas de las tierra, de tipo mental y sensitivo. Como corolario de su reflexión concluyó que, la superficie de los seres podía esconder hasta el más audaz secreto de amor o de pesar y podía generar la venganza más desastrosa sin que su aspecto externo se inmutara en lo más mínimo.

Mientras el resto del mundo celebraba con regocijo el éxito del Experimento, Billy Dan, preocupado, recordaba las peripecias y sacrificios que se tuvieron que pasar para poder llegar finalmente hasta este momento definitivo.

En las instalaciones centrales del proyecto Cuerpo Experimental, a 1500 metros bajo tierra y en medio de miles de terminales de computadoras, junto a los veinte mil técnicos que participaban en el proyecto, Billy Dan observaba los monitores donde las cámaras penetraban en lo más íntimo del encuentro de Astix y Ana Mas.

En el instante que Ana Mas percibió a su marido y lo racionalizó como el ser amado al que no sabía cuánto tiempo había dejado de ver, pero que ahora lo encontraba intacto y lo descubría con la misma pasión de hace diez años, una lucha tenaz se inició en el cuerpo interior de la mujer.

La pupila de Ana Mas se dilató momentáneamente para atrapar completa, aunque fugazmente, la figura total de Astix, con quien había vivido durante noventa y dos años y ahora, como al despertar de una mañana en el hogar, la recibía con una sonrisa amable y amorosa.

En lo más íntimo de los sentimientos de Ana Mas, una necesidad de aniquilar se contraponía al deseo de entregar su cariño. En el intento de ofrecer la mejor imagen de la mañana, un resentimiento oculto e instantáneo, como una venganza visceral, se desbocó por todo su cuerpo. El hombre amado era el hombre odiado.

La pupila se contrajo en el mar azul de sus ojos y quedó como una cabecita de alfiler oscura y analítica. Una mirada de odio suplantó a la primera y en los momentos siguientes, todos los actos de Ana Mas reflejaron la más deplorable reacción de odio de un ser humano hacia otro. Primero un grito agudísimo, como un primitivo gemido del instinto, desfiguró la tierna imagen de Ana Mas, y luego el intento de destrozar a su esposo con todo lo que se encontraba a la mano y la entrada de la enfermeras y médicos para salvar la vida de Astix que sangraba de la cabeza, todo fue grabado por los monitores de Billy Dan ya que la transmisión al público fue suspendida de inmediato.

Nadie, excepto Billy Dan que fue el constructor de esta experiencia trascendental, imaginó nunca la verdadera razón de la respuesta que Ana Mas expresó en los instantes definitivos de su encuentro con Astix. Pero en los diez años de sueño inducido por el experimento, esos pequeños saltos del micro-encefalógrafo que habían quedado registrados en las gráficas y que se consideraban normales, tenían grabados la historia de una tragedia.

Cada pequeñísima desviación de la línea que continuamente grababa los estados internos de la mujer, significaba toda una secuencia de acontecimientos interiores. El sistema de anestesia de alta profundidad que utilizaron en el experimento, desde el primer día provocó en Ana Mas un estado de adormecimiento que indujo la continuación de su vida interior, no como un sueño normal, sino como una realidad espantosa

La sorprendente imaginación durmiente de Ana Mas la condujo a crear una fabulosa historia en la que ella padecía un accidente nuclear que la obligó a permanecer diez años recluida en una cúpula aislada de todo el mundo, donde millones de microtransplantes debieron realizarse para sustituir prácticamente una por una las células de su cuerpo y devolverle su naturaleza original, durante ese tiempo, su amante esposo Astix, víctima de las circunstancias y olvidando las promesas filiales del matrimonio encontró una joven científica con la que convivió sin ningún remordimiento.

Al final del experimento que habían hecho con su cuerpo, diez años después Ana Mas abría por vez primera los ojos en una atmósfera de tenues luminosidades, hasta que las figuras definidas pudieron percibirse encontró frente a ella, de manera imprevista, como una ofensa innoble de la vida, al mayor desleal de su existencia, su esposo Astix que la miraba con una ternura fingida.

Fue entonces que resurgió a la vida, perdió la dimensión de su entorno y dejó que sus más animales sentimientos destruyeran esa figura de fantoche y lo maltrataran físicamente para hacerlo padecer por lo  menos un instante de dolor infinito.

El experimento fue declarado por la Unión de Naciones como una iniciativa fallida de las ciencias aplicadas que había dejado, no obstante, innumerables avances para las especialidades disciplinarias.

En la clínica de recuperación psicológica “Alfa Centauro” todos los días se recibía desde el exilio una flor roja para Anas Mas, y el mensaje invariablemente traía la leyenda: Lo siento, mi deseo más intenso fue siempre que volvieras al paraíso de tu vida: Billy Dan.

Después se supo que Billy  Dan se había suicidado mediante el método de la inyección de nanocristales inteligentes en la sangre.


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