miércoles, 11 de diciembre de 2013

Sombras del camino


   

Tamarhu-caheri     


Alicia Soto Palomino       

 

Apenas había salido de la escuela Normal y esperaba que me asignaran una plaza en algún poblado  no muy alejado de  la gran ciudad. Logré que me enviaran  a una  comunidad  que se encontraba cerca de los límites de Tabasco y Veracruz, el lugar se llamaba El Zapotal, no sé si ese nombre se lo dieron porque existían muchos árboles de zapote o porque había demasiados sapos. Llegué a una casa de campesinos, los cuales fueron muy amables conmigo, el señor se quedó viéndome a los ojos y me dijo que mi cara le era conocida, que le recordaba a una de las maestras que habían llegado a ese mismo sitio hace no mucho tiempo… 

Eran tres maestras que vivían en una choza, no tenían agua potable, debían acarrearla del río y almacenarla en un tanque, de ahí  la tomaban  para hacer todos sus quehaceres.

Tampoco contaban con luz, tenían que alumbrarse con velas y cuando corría un fuerte viento se quedaban a obscuras.

La vida en esa comunidad era muy apacible, por tal motivo, las tres mujeres se sentían solas y aburridas. Una noche fueron invitadas a un baile y debían caminar una gran distancia  para llegar a la comunidad vecina. Decidieron ir al baile, ponerse muy guapas, se vistieron de  manera  elegante, luego se fueron caminando. Los rayos del sol alumbraban aún el sendero y  poco a poco  la luz se fue extinguiendo. Llegaron en medio del campo y una sensación extraña invadió sus cuerpos, un escalofríos recorría su piel,  un aire repentino comenzó a soplar sobre sus cabezas,  de pronto un aullido les hizo detenerse, se fijaron hacia todos lados, no lograron ver nada, nuevamente el aullido se escuchó y una de ellas buscó un palo, dijo que con eso se protegerían, las otras dos mujeres se escondieron tras la que tenía el palo y caminaron en fila. Afortunadamente el aullido ya no se volvió a escuchar. No podían quedarse allí, la distancia hacia cualquier lugar era la misma, ya sea que regresaran a su choza o que fueran a la fiesta, así que se dieron valor, siguieron la ruta hacia la fiesta. A lo lejos vieron la figura de un hombre montado en un corcel,  se escuchaba el trote del  caballo, nuevamente sintieron  que un frío intenso  les calaba los huesos, esperaron un

 

momento para ver si se acercaba ese hombre, de repente tomó otra ruta y súbitamente desapareció. Era como si el aire se lo hubiera llevado.

Siguieron caminando, el sendero se les hacía cada vez más largo y pesado,  era como si el tiempo se hubiera detenido. No llevaban reloj, pero se guiaban por algunas señales como las estrellas, los contornos de las montañas o algunos árboles que conocían bien, pero a pesar de todo, sentían que el tiempo se había detenido y que sus fuerzas se estaban agotando.

Sus pies ya no podían caminar más, tuvieron que buscar unas rocas  para sentarse, una vez que las encontraron decidieron descansar unos minutos. Una de ellas dijo que  debían apresurarse, pues lo más pesado de la noche se acercaba,  además lo mejor de la fiesta  estaría por empezar.

Le hicieron caso,  prosiguieron su camino. Para no sentir miedo comenzaron a cantar y sus voces en un principio se escuchaban con una gran intensidad,  luego  se fueron apagando, solamente les salía de las gargantas un rasguño de voz, era como si algo les hubiera quitado  el sonido. Así sucedió con sus fuerzas, también se fueron debilitando, sus pasos que eran rápidos, sonoros, cadenciosos se fueron haciendo lentos, después imperceptibles…Llegó un momento en el que una ráfaga de luz iluminó sus rostros y se vieron unas a otras, diferentes, irreconocibles, eran como cadáveres que deambulaban por esos caminos.

No creían lo que estaban viendo, eran como seres espectrales que se dejaban llevar por el viento…

Comenzaron a llorar a abrazarse unas a otras y sus lágrimas mojaban la ropa que llevaban enredada en el pecho. Las lágrimas en vez de limpiar sus rostros hicieron que  se tiñeran de color sombrío sus mejillas y perdieran el poco color que quedaba.

Se preguntaban ¿por qué  les habían sucedido estas cosas? Una de ellas recordó la advertencia que les hizo una anciana del pueblo: “No se te ocurra salir de noche el 24 de junio, porque pasan cosas muy extrañas por estos lugares… El tiempo se

 

detiene, las personas se van hacia otros confines y a veces no regresan”.  En ese justo momento recordaron la fecha prohibida y vieron que era justamente la fecha en la que no debían alejarse  del pueblo, era la fiesta de San Juan. Un llanto contenido quiso salir de sus adentros pero no pudo, se quedó encerrado en sus entrañas.

Se miraron sin hablar, tomaron sus manos y cerraron fuertemente los ojos, pensaron en sus seres queridos, en sus familias, sus alumnos, los niños más pequeños de la comunidad y trataron de revivir los momentos más hermosos de sus vidas.

Una de ellas, recordó el primer día de clases cuando llegó a la comunidad y vio los rostros de los niños sonrientes, con sus ojos negros  gritaban que querían aprender muchas cosas, como leer, escribir, contar, dibujar y que sin duda ella sería la encargada de fincar en sus niños el amor por el estudio y ayudar a construir un futuro mejor para esos pequeños soñadores.

Recuerda a Mirla, una pequeña de piel morena, pelo negro chino, con una boca pequeña pero que platicaba como perico, cómo le costó trabajo hacer que se callara y que solamente contestara lo que se le pedía. Lo emocionante fue escucharla leer por primera vez, fue como haber encontrado un tesoro.

También recuerda a Félix, que era el más tímido del grupo y que no quería levantar la voz cuando se le pedía que contestara algo y al  terminar el curso era el más participativo del salón e incluso se animó a decir la poesía del día de la madre.

Otra de las compañeras recordaba a los niños más grandes de la escuela y a sus padres, con quienes guardaba una comunicación constante, pues los problemas de los adolescentes le interesaban mucho, sus vidas eran como una novela que seguía de cerca y lo más importante que sabía que sus consejos y opiniones les podían servir para evitar algunos problemas futuros. Recuerda que gracias a su intervención Domitila, la pequeña hija de don Pánfilo había logrado esquivarse de un enlace matrimonial no planeado. 

 

La última de las compañeras no podía quitarse del pensamiento la mirada enternecedora de su alumno, Miguel, chico de lento aprendizaje, con el cual había entablado una comunicación especial, él era como su arcángel, que le infundía ánimos, entusiasmo y cada noche preparaba lo mejor posible sus clases, hacía cuadros, pinturas, mapas, juegos, para que él se integrara de manera sencilla y eficaz con sus compañeros. En el tiempo dedicado a la lectura, buscaba los cuentos más adecuados para integrarlos a la lección, ensayaba las voces de los distintos personajes, los tonos, buscaba material para hacer más accesible el contenido y cada día era una fiesta para sus pequeños, los cuales añoraban sus clases… Eso era lo que más lamentaba, dejar a sus niños y perderse de esa enorme sonrisa y de la chispa que salía de sus ojos cada mañana que la recibían.

Ante lo desconocido, se aferraban a su mundo,  a sus recuerdos, mientras una neblina intensa las iba cubriendo. De repente  una ráfaga de luz y una nube las cubrieron por completo. Sin explicación desaparecieron, por más que las buscaron al día siguiente no hallaron rastro alguno.

Algunos dicen que cuando aullan los perros, cerca del Día de San Juan, ellas aparecen, pues viven en las cuevas que rodean el lugar. Se han convertido en nahuales que vigilan las veredas del bosque y cuidan a los niños que se dirigen a la escuela.

Yo apenas llegué a estas tierras y respeto sus anécdotas tan valiosas. Precisamente hoy es 23 de junio, mañana es la fiesta del pueblo vecino, si tengo suerte, escucharé  aullar  a los perros y quizás logre ver a las mujeres que salen de las cuevas para cuidar a los caminantes, o a lo mejor me pierda con ellas y no regrese jamás a este paraje terrenal.

Sombras del camino   

Tamarhu-caheri  

No hay comentarios: