miércoles, 13 de noviembre de 2013

LAS FIESTAS DE TODOS SANTOS, ALLÁ DONDE COMIENZA LA HUASTECA ALTA


Un lazo de unión y convivencia entre los vivos y los muertos


Benito Carmona Grajales
benitocarnona52@hotmail.com

El 18 de octubre, el día de san Lucas, para los habitantes del pueblo de Ixhuatlán de Madero, parece un día como todos los demás; el airecillo de otoño que llega a la montaña  anuncia la proximidad del Todos Santos. Alguien de la familia llena unos botes con tierra; se depositan unas cuantas semillas de maíz, se les pone un poco de agua y comienza así todo el ritual que habrá de tomar más fuerza y color al terminar el mes, y al darle la bienvenida a los primeros días de noviembre.
     El 30 de octubre, el tianguis que se pone cada año en el centro del pueblo marca el gran inicio de la fiesta. Contemplar la plaza desde los balcones de la presidencia municipal o desde algún cerro, es encontrarnos con un cuadro multicolor en movimiento, una colmena humana que se concentra con la única finalidad de surtir la despensa y comprar los artículos que habrán de completar los altares que son, realmente, lo más emblemático de esas tradiciones.
    Terminar un altar se lleva de entre 12 a 24 horas de labor. Para este día ya todas las visitas, amigos y familiares llegaron o vienen en camino. Es la fecha de más labores en la cocina: se matan los puercos, las gallinas y guajolotes. Se hace el mole, los tamales y todo lo que habrá de alimentar a los pobladores, a los visitantes y a las ánimas.
    El día primero de noviembre, es el de Todos Santos. Los familiares comparten lo que han preparado: el mole, el chocolate, el pan, y se congregan frente a los altares para recibir a las ánimas que llegan desde las doce del día. Se les recibe con una gama de cuetería, que niños  y adultos hacen explotar en los aires.
   Por la noche, personal de este medio de difusión recorrió una parte del pueblo. Es admirable ver cómo los habitantes, haciendo patente su gran amabilidad, los invitaban a pasar y les ofrecen de lo que han preparado. Esa experiencia de humanismo y de tradición queda grabada para siempre, tanto en el sentir de los caseros como en el de los visitantes.


LOS ALTARES
Aprovechamos para resaltar lo más simbólico de estas fechas: sus altares. El altar es una especie de portal, confeccionado con elementos naturales. Puede ser curvo o cuadrado, su estructura es de varas de árboles delgados o de bambú (ellos le llaman tarro). Los amarres se hacen con fibras de jonote. La armazón debe ser fuerte, se cubre con palmilla (tepejilotes), con flores de cempoalxóchitl, o flor de muerto, y se le cuelgan frutas como naranjas, plátano de castilla y manzanas. También lleva unas flores que le llaman olotillo y mano de león.
    Enmarcados por el arco, encontramos otra estructura central que simboliza al cielo, la tierra y el purgatorio. En esta parte central se ubican algunas figuras, entre las que destacan fotografías de algunos difuntos importantes de la familia, como los papás, si ya murieron,  los abuelos y bisabuelos. En frente, se coloca una mesa que contiene las ofrendas franqueadas por los recipientes, con tierra que contiene las matas de maíz que sembraron el día de san Lucas (los nacidos).

    El maíz significa la vida, la tierra, nuestro origen, y a donde debe regresar nuestro cuerpo. Las ofrendas representan todo lo que le gustaba al difunto: alimentos varios, como pan, chocolate, tamales, mole, entre otros. También se ponen objetos que usó en vida el difunto, como alguna prenda de vestir, su sombrero y su morral, u otras.
   Se encontraron altares con ofrendas como aguardiente, café, cervezas, jamoncillos, chocolate y otros más. Cabe aclarar que el aguardiente, el chocolate y el café se procesan en la región, no vienen de fábricas.
    Frente a la mesa se pone un tallo de mata de plátano donde se montan las velas. Más abajo está el sahumerio con esencias de copal, para purificar el ambiente y una cruz de cal que simboliza la expiación de las culpas. Ahí se encuentra una cruz de pétalos de flor de muerto, que es parte de un camino que se pone para que las ánimas se orienten.
    Ante el altar, junto con la familia y visitantes, no deben faltar la música de violín y jarana, que tocan la música del Xantolo. Los sones deleitan tanto a vivos como a muertos y le dan sabor a la convivencia. Otros componentes del altar también son la sal, el agua, un pan blanco y el papel picado. Unos soles de palma, junto con las veladoras, simbolizan la luz eterna.
   El dos de noviembre es el día de muertos. A las doce las ánimas se despiden en silencio y los niños les dicen adiós con sus cohetes, mientras sigue la convivencia. Ese día se visita el panteón. Los visitantes comienzan a despedirse, aunque la mayoría parte al día siguiente, con la esperanza de volver el año próximo.

   Aprovechamos para enviarle un afectuoso saludo al Dr. Víctor Manuel Espinoza Tolentino, presidente electo del municipio, por esta invitación y por su relevante actitud frente a esta manifestación cultural de las tradiciones, ya que recorrió el pueblo visitando los altares y a las familias de Ixhuatlán de Madero, a quienes les expresó su reconocimiento por conservar ese aspecto importante de la cultura huasteca. También nuestro agradecimiento a las familias que nos abrieron las puertas de sus hogares.

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