domingo, 7 de julio de 2013

La autoestima en los adultos mayores


 

Tefani Donashi Jiménez Palestino

 

“Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve… Cuanto mayor es el conocimiento  inherente a una cosa, más grande es el amor… Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas nada sabe acerca de las uvas.”

PARACELSO

 

´Hoy, viven en México ocho millones de adultos mayores. La organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que de continuar las tendencias actuales, en el 2005 los Adultos mayores en América Latina y el Caribe constituirán el 14.1% de la población del planeta, incrementándose hasta el 22.6% en 2050, cuando menos uno de cada cuatro habitantes pertenecerá al grupo de población de más de 65 años.´(Aguirre, 2009). Con base en lo anterior nos damos cuenta que cada vez la sociedad tendrá un mayor trato con personas que han llegado a la etapa de “adulto mayor”, por lo que se reflexionamos cómo están nuestros principios en correlación a las obligaciones y derechos que tenemos dentro de este nivel de organización social, resaltara el hecho de que todos en algún determinado momento apartamos a alejamos todo aquello que provoque la obstrucción en la realización de ciertas actividades que antes se realizaban de una manera más fácil y rápidas.  (Cuando “juzgamos realmente a los hombre, no lo hacemos por lo que hacen en el momento, sino que juzgamos ciertas fuerza de que intuimos, y que creemos pueden pasar a primer plano en un momento futuro y en determinadas circunstancias”.) (Fromm, 1968, p. 101) Es en este punto donde la familia (padres e hijos) entran en un papel importante; ya que principalmente los hijos son los primeros en mirar a sus padres, y estos en mirar la actitud de sus hijos con ellos, empezando así ambas partes a reflexionar sobre los posibles cambios radicales en sus vidas en un tiempo futuro, poniendo énfasis en los problemas y distractores que se podrán tener cuando los padres avancen a una edad mucho mayor de la que ya están cargando. Iniciándose la búsqueda de los pros y los contras que llevaran a cabo los hijos para con sus padres: examinando si estos seguirán siendo parte de sus vidas hasta donde el tiempo les permita vivir o dando pasó  a la posible opción de que permanezcan el resto de su vida en una casa de reposo. Siendo aquí el inicio de la baja autoestima “un concepto, un sentimiento, una imagen; como la capacidad para valorar el yo y tratarse con dignidad, amor y realidad, y como el juicio personal que hace el individuo acerca de su propio valor” (Canto, 2004, p. 258). Tomando en cuenta a su vez características imprescindibles como las actitudes, comportamientos, percepciones y actividades; todo esto en ambos casos se está poniendo a discusión en el trayecto futuro de la vida de los adultos mayores.

En diversas investigaciones se ha demostrado que el periodo previo al ingreso del adulto mayor a las instituciones ´se presenta de forma crítica […] durante este tiempo se le presenta un episodio intenso de estrés e incertidumbre debido al miedo y expectativas hacia las condiciones y situaciones del lugar, ocasionando así tenciones internas en el adulto mayor´(Canto, 2004). Por lo que es claro que cada vez las decisiones que se toman a nivel político deberían estar influidas por el bienestar y el sentido de propósito de las personas. Es decir, el bienestar y el propósito son valiosos en sí mismos, pero también estos son componentes que completan los actuales indicadores económicos. Un ejemplo que nos ofrece A. Ortiz y S. Castro (2009) dice: “los indicadores económicos han aumentado, por el contrario la tasa de depresión, ha duplicado su magnitud, pasando a formar parte de un problema de salud pública en la tercera edad”.

A través de los años la palabra “viejo” se ha utilizado para reconocer aquello que ha de alguna forma pasado de tiempo. También este concepto ha sido considerado para H. Aguirre (2009) “adjudicar el reconocimiento que corresponde a lo añejo o a lo que se ha convertido en clásico; en ese dicho podemos encontrar  los buenos vinos, la música de grandes maestros como Mozart o Beethoven”. Las anteriores definiciones hacen alusión a la palabra “viejo”. Es verdad que es este el termino más usado o también el de “anciano” para referirnos a las personas de edad avanzada; pero yo les llamaré “adulto mayor”; porque en realidad el tener una edad de entre 65 a 70 años puede en otro tiempo cambiar; quizás sea nuevamente gracias a la intervención de la ciencia que este rango de edad permanezca todavía a los adultos, y a los “viejos” se les prolongue el rango de edad para considerarles como tales. Y es que recordando en años anteriores la calidad de vida era mínima (en los años de la Revolución Mexicana) a los 40 años en las mujeres y a los 45 años en los hombres ya se consideraba a la persona como “vieja”. Es por eso que considero que hasta no haber una referencia  exacta de cuando inicia el periodo para denominarle a alguien “viejo”, se tome en cuenta el concepto que le antecede a esta etapa; el cual es “adulto” y para diferenciarlo del concepto ya establecido como tal, se le agregue la palabra “mayor”, quedándose para este ensayo el término “adulto mayor”.

Los gerontólogos son parte del equipo que debe cuidar de los adultos mayores, y por lo general son los que saben un poco más a profundidad como están en todos sus sentidos los adultos mayores. Pero no solo ellos deberían saberlo, nosotros podríamos ver que tienen mucho valor y virtudes como la honestidad, la solidaridad, dignidad, modestia y entre otra el amor; que como dice Fromm (2012) “es un poder activo en el hombre; un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los demás; el amor lo capacita para superar sus sentimientos de aislamiento y separatidad, y no obstante le permite ser él mismo, mantener su integridad.” Otro factor como ya lo mencionábamos es la ´separatidad  que provoca angustia; la cual es por cierto, la fuente de toda angustia. “Estar separado significa estar aislado, sin posibilidad alguna para utilizar mis poderes humanos. De ahí que estar separado signifique estar desvalido, ser incapaz de aferrar el mundo –las cosas y las personas- activamente; significa que el mundo puede invadirme sin que yo pueda reaccionar. Así, pues, la separatidad es la fuente de una intensa angustia. Por otra parte produce vergüenza y un sentimiento de culpa” (Fromm, 2012, p. 19). Del mismo modo la ´ansiedad normal es una respuesta apropiada ante una situación amenazante. De la misma forma, se diferencia del miedo en que la ansiedad es una respuesta a una amenaza desconocida, interior o conflictiva, mientras que el miedo es una respuesta a una amenaza conocida.´(Canto, 2004).

Por lo que el hombre sólo puede ir y ver hacia adelante desarrollando y encontrando una nueva armonía  en reemplazo de la que ya está irremediablemente perdida. Es por eso que se proponen hacer actividades, es decir; cualquier tipo de tarea creadora, donde la persona que ´crea se une con su material, que representa el mundo exterior a él. Lo cual sólo es válido para el trabajo productivo, para la tarea en la que yo planeo, produzco y veo el resultado de mi labor.´(Fromm, 2013). De esta forma se tomara una actitud “que se enfocará en un objetivo especifico, o en una situación; con una finalidad deseada” (Ramos y Xavier, 1978, p. 335). Mismo que nos llevara a relacionarnos con la “percepción o apreciación subjetiva de sentirse o hallarse bien, de estar de buen ánimo, de sentirse satisfecho” (Ortiz, 2009, p. 27-28). Colaborando a llevar un mejor comportamiento “proceso personal o social, que no se puede mantener inmóvil para observarlo; es cambiante” (Skinner, citado en Fadiman y Frager, 1979). Además este “debe ser observable por más de una persona, debido a que la conducta se fortalece o debilita por medio de los eventos que siguen a la repsuesta; por lo tanto es controlada por sus consecuencias” (Reese, citado en Fadiman y Frager, 1979, p. 259).

Ahora bien, si es que realmente tomamos conciencia de los pasos (conceptos anteriores) y los aplicamos a nuestra persona mayor, observaremos como sus ideas, opiniones y percepciones (componente cognitivo y afectivo) para interpretar acontecimientos de su ambiente ha cambiado. Todo debido a que ahora se valora más como la persona agradable que es, o puede llegar  a ser si ella así lo decide.

Todo lo anterior me remonta a decir que por lo tanto “la importancia de la autoestima radica en que es un factor clave en el desarrollo de un buen ajuste emocional, cognitivo y práctico, afectando de un modo importante todas las áreas de la vida” (Ortiz, 2009, p. 30-31) pero en especial la del adulto mayor. Y es que para la tercera edad, la autoestima es clave, debido a que el adulto mayor debe valorar sus habilidades y características, las que han sufrido cambios en comparación con años atrás. La dificultad para mí radica principalmente en el momento en que se realiza esta investigación, ya que el adulto mayor se encuentra en una situación física, social y culturalmente confundida, motivo por el cual se siente o sienten rechazados y perciben que la sociedad los valora negativamente, debido al mayor aprecio a los valores asociados a la belleza de la juventud (por parte de la sociedad) y del menos aprecio a la experiencia y sabiduría, como valores propios de la tercera edad. Además se ha de saber que entre unos de los aspectos más importantes en la autoestima se encuentran todas aquellas conductas que promueven la salud, por tal motivo es trascendental mantenerla y promoverla a niveles de bienestar adecuados con los adultos mayores. Atendiendo a su vez a la participación activa de tareas y relacionadas principalmente con su estado de bienestar y de salud. De esta forma “no me cabe duda de que es posible construir una sociedad industrial centrada en el pleno desarrollo del hombre, y no en la producción y el consumo máximos” (Fromm, 1968, p. 106).

 

Referencias

Aguirre G.H., Fajardo D.G., Mahuina E.C.C., Jorge M.C. y Javier R.S., (2009). Recomendaciones para el cuidado de la salud del adulto mayor. Revista CONAMED, vol. 14, núm. 3, p. 44-59

Canto P.H.G. y Castro R.E.K. (2004). Depresión, autoestima y ansiedad en la tercera edad: un estudio comparativo. Consejo Nacional para la enseñanza en Investigación en Psicología, México, vol. 9, núm. 2, p. 257-270

Fromm E., (2013).El arte de amar. Edición décima cuarta reimpresión. Culturales Paidós, S.A. de C.V., México, D.F. p. 18-30

Fromm E., (1968). Planificación humanista. Instituto de Ciencias de la Administración por el permiso para publicarlo. Los Ángeles, California. P. 101 y 106

Ortiz A.J.B. y Castro S.M. (2009). Bienestar psicológico de los adultos mayores, su relación con la autoestima y la eficacia: Contribución de enfermería. Ciencia y enfermería, vol. 15, núm. 1, p. 25-31. Doi: 10.4067/50717-955320099000100004

Ramos E.  y E. Xavier E., (1978).La mansión de los valores humanos. Revista Latinoamericana de Psicología: Fundación Universitaria Konrad Lorenz, Colombia, vol. 10, núm. 3 p. 327-336

 

 

 

 

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