lunes, 11 de marzo de 2013

Evaluación del Aprovechamiento Escolar



Wilfrido Sánchez Márquez

La constante preocupación que sentimos los maestros de grupo por tener el mayor rendimiento en nuestra labor docente, nos induce a preguntarnos repetida e insistentemente: ¿Cómo  van mis alumnos? El anhelo de los padres de familia de que sus hijos crezcan y obtengan en la escuela las mejores notas, también los hacen inquirir sobre la evolución de sus aprendizajes. Por otra parte, las autoridades educativas, preocupadas constantemente por mejorar el aprovechamiento escolar, se plantean una interrogante similar: ¿Cuáles son los índices de aprovechamiento escolar, en nuestras escuelas? Las preguntas anteriores involucran cuestiones capitales de la didáctica que han inmerecido la atención esmerada de educadores de todos los tiempos, que han motivado estudios profundos especulaciones y controversias y que generan problemas de orden teórico y teórico-práctico  de grandes proporciones.

El concepto de aprovechamiento escolar tiene connotaciones diferentes para los educadores, según la doctrina pedagógica que sustentan. Para los profesores que dedican mayor parte de sus esfuerzos a la transmisión de conocimientos, el aprovechamiento de los discípulos se entiende como la medida en que ellos retienen en la memoria las lecciones impartidas durante un tiempo determinado; para los maestros que conciben a la educación como un proceso de integración dinámica de la personalidad, el aprovechamiento es producto de los métodos del aprendizaje, es decir la asimilación de conocimientos y experiencias y la formación de hábitos, habilidades, capacidades y actitudes.

¿De qué medios nos valemos los maestros de enseñanza primaria para apreciar el adelanto o atraso del grupo y de cada uno de los alumnos que lo integran? Las técnicas de medición y de evaluación, como las de los otros campos de la didáctica, han experimentado un proceso evolutivo determinado por los avances de la pedagogía experimental y de sus ciencias auxiliares. Es evidente que entre el examinador que exige al pie de la letra, de las palabras del maestro o de párrafos de libros y apuntes y el que utiliza a las pruebas pedagógicas objetivas como instrumentos de medición, existen sustanciales diferencias y entre éstas  y la apreciación dinámica de los resultados del trabajo docente también hay una distancia considerable.

A pesar de los esfuerzos que el magisterio está realizando para aplicar los nuevos programas, no obstante los propósitos que se tienen de mejorar o sustituir los métodos y los procedimientos de trabajo de la escuela puramente informativa por medios didácticos activos y funcionales que conducen a la realización de las metas del verdadero aprendizaje, hasta el momento se continúan utilizando en nuestras escuelas los mismos recursos de medición, evaluación y registro del aprovechamiento escolar.

Las pruebas pedagógicas objetivas constituyen un recurso sumamente útil para medir los conocimientos y en algunos casos sirven también para auscultar las tendencias y las aptitudes de los alumnos; sin embargo, no son elegibles para determinar cuales son los hábitos, las habilidades y las formas de comportamiento adquiridas por el sujeto de la educación , a esto hay que agregar también las limitaciones que tienen en cuanto a su confiabilidad y validez en los casos en que las mismas pruebas son elaboradas para las escuelas ubicadas en diferentes medios y atendidas por personal docente heterogéneo.

Generalmente empleamos los “test” de conocimiento al final de un determinado período de actividad docente, como culminación de un tema de unidad de trabajo. Los exámenes (así se denomina la aplicación de la prueba) determinan un alto temporal  del proceso educativo y la aparición de un contexto peculiar que crea nuevas relaciones entre los educandos y el educador; el nexo entre el que enseña y aprende es sustituido por la relación entre el examinador y el examinado.

Las pruebas concebidas tan sólo por el  educador y muchas ocasiones ni por él mismo constituyen un recurso externo impuesto al alumno que, en la mayoría de los casos es motivo de temor, repudio y aversión. Afortunadamente, en el campo de la didáctica moderna se están abriendo nuevos horizontes; “la vieja práctica de calificar a intervalos más o menos largos, tiende a ceder su puesto a la apreciación día a día del trabajo y de los adelantos de los discípulos”.

Toda unidad didáctica o de trabajo, según Larroyo, comprende las siguientes etapas:
a)         Determinación y comprensión por parte del alumno de los fines que se proponen con la enseñanza-aprendizaje de tal unidad.
b)         Elaboración simultanea por maestros y alumnos del plan de trabajo a realizar.
c)         Ejecución del trabajo planeado
d)        Autocrítica de la obra realizada o en proceso de realización.

Por lo anterior, estamos de acuerdo con el maestro Jesús Álvarez Constantino cuando afirma que: “la apreciación de los resultados es un proceso simultáneo, concomitante, inherente al propio desarrollo del trabajo, que debe ejercitarse constantemente, desde el principio hasta su cabal realización. La planeación y evaluación del trabajo no son polos opuestos y autónomos, sino líneas paralelas que norman y dirigen la actividad inteligente del hombre. No hay mejor prueba para valorizar el trabajo, que la observación sistemática del proceso evolutivo del mismo…”

Cuando el alumno tiene conciencia de los fines del aprendizaje y se le mantiene informado de los progresos que realiza o mejor aún cuando él mismo, utilizando la autocrítica, evalúa los resultados parciales y finales de sus esfuerzos, se obtiene una estimulación extraordinaria que acentúan la motivación en forma considerable. Este estímulo adicional, actúa como incentivo extra que incrementa notablemente su interés por alcanzar las metas propuestas. La autocrítica es un proceso interno que, como el aprendizaje mismo, es realizado por el alumno bajo la dirección y guía del maestro. Esta forma de evaluación no genera temor ni aversión, ni coloca al educando en situación de inferioridad con respecto  al maestro y por otra parte además de aportar datos indicadores del aprovechamiento sirve para apreciar oportunamente los defectos o deficiencias de los métodos y procedimientos empleados en el proceso educativo.

Xalapa, Veracruz, 5 de marzo de 2013.

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