sábado, 9 de febrero de 2013

Es preciso vivir entre los que sufren

CELEBRACIÓN DEL CLX ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE JOSÉ MARTÍ.

Wilfrido  Sánchez Márquez

Distinguidos representantes de connotadas instituciones de Xalapa.
Estimados amigos y compañeros:

Como parte de este acto conmemorativo del centésimo sexagésimo aniversario del natalicio de José Martí, apóstol, libertador,  poeta y maestro de América, estoy ante ustedes para comentar y leer algunos de los poemas representativos de la escuela martiana de la poesía hispano americana.
Empezaré esta intervención con la lectura de versos que constituyen un autorretrato de nuestro homenajeado:
Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma
Y antes de morirme quiero
echar los versos del alma.

Arpa soy, salterio soy
donde vibra el Universo
vengo del sol, y al sol voy
soy el amor, soy el verso.
En la introducción de su poemario VERSOS LIBRES, nos dejó una clara  y precisa explicación de su particular concepto de su creación poética:
“Estos son mis versos. Son como son. A nadie los pedí prestados. La poesía tiene su honradez y yo he querido siempre ser honrado…Así como cada hombre trae su fisonomía, cada inspiración trae su lenguaje. Amo las sonoridades difíciles, el verso escultórico, vibrante como la porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava”.

Por lo que hace a la forma y el estilo de su vena poética, nos dejó dicho:

“Amo la sencillez y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sencillas. Contra el verso ornado, el verso natural”

Esta tendencia se advierte con claridad en el siguiente cuarteto:

 “Mi verso es de un verde claro
y de un carmín encendido:
mi verso es un ciervo herido
que busca en el monte amparo”.

Martí se inclina decididamente y lo demuestra con hechos concretos por la función social del arte y de la estética explicándola de esta manera:

“Lo que ha de hacer el poeta de ahora es aconsejar a los hombres que se quieran bien, y pintar todo lo hermoso del mundo de manera que se vea en los versos como si estuviera pintando con colores, y castigar con la poesía, como un látigo, a los que quieren quitar a los hombres su libertad, o roben con leyes pícaras el dinero de los pueblos, o quieren que los hombres de su país los obedezcan como ovejas y les laman las manos como perros”.

Martí era partidario de una literatura que facilite al pueblo, aún en condiciones sociales y culturales adversas, encontrar acceso al arte. Para clarificar su ideario político escribió:
“Para andar entre las multitudes, de cuyos sentimientos y alegrías el poeta quiere hacerse intérprete, ha de oír todos los suspiros, presenciar todas las agonías, sentir todos los goces e inspirarse en las pasiones comunes de todos…Es preciso vivir entre los que sufren. Por grande que sea el poeta, antes de que pueda encontrar los sonidos vigorosos que alientan los corazones, anuncian los grandes sucesos y los inmortalizan, fuerza es que el pueblo goce, bendiga, espere y condene. Sin estas condiciones, el poeta es planta tropical en clima frío. No puede florecer.”

Algunas de las creaciones encuadradas en la escuela poética martiana son las siguientes:

Oculto en mi pecho bravo
La pena que me lo hiere:
El hijo de un pueblo esclavo
Vive por él, calla y muere.

Estimo a quien de un revés
Echa po tierra un tirano:
Lo estimo si es un cubano
Lo mismo que aragonés.

Una evocación de un hecho acaecido durante su niñez Martí escribió los versos siguientes:

El rayo surca, sangriento,
El lóbrego nubarrón.
Echa el barco, ciento  a ciento
Los negros por el portón.
El viento fiero quebraba
Los almácigos copudos;
Andaba la hilera, andaba,
De los esclavos desnudos.

El temporal sacudía
Los barracones henchidos:
Una madre con su cría
   Pasaba dando alaridos.

 Rojo como en el desierto,
 Salió el sol del horizonte;
Y alumbró a unesclavo muerto,
Colgado a un ceibo del monte.

Un niño lo vió, tembló
De pasión por lo que gimen:
¡Y al pie del muerto , juró
Lavar con su vida el crimen!


 La problemática social es una constante en la poesía martiana.
Esta corriente influye en los creadores e intérpretes de la  expresión artística de la música, la danza, la pintura y el teatro de su tiempo y después de él.

Su estancia en México fue aleccionadora y productiva. Entabló relaciones intelectuales y anímicas con notables personalidades, entre ellas: a Manuel Mercado, Guillermo Prieto, Ignacio M. Altamirano, Ignacio Ramírez (el Nigromante), Juan de Dios Peza, Justo Sierra, Agustín F. Cuenca y Manuel María Flores, entre otras.  


Fue proverbial la amistad que cultivó con D. Manuel Mercado a quien dedicó estos versos:

Tiene el conde su abolengo,
Tiene la aurora un mendigo,
Tiene ala el ave: ¡Yo tengo
Allá en México un amigo.


Fue tan grande la influencia de Martí en la intelectualidad mexicana  que cuando el apóstol cubano murió combatiendo por la independencia de su país, Justo Sierra le dedicó este bello poema:

En la lira de América pondremos
Tu cadáver, así lo llevaremos,
En nuestros propios hombros a la Historia:
En la paz de tu noche funeraria
Acaso,  como lámpara de gloria
Brille un día tu estrella solitaria.

Y Juan de Dios Peza escribió:

Murió cual lo soñaba su ardimiento:
“Cuba libre” diciendo cual plegaria,
Y empapando con su sangre el campamento
Al fulgor de su estrella solitaria.

Podríamos seguir hablando largo tiempo sobre la vida y la obra del apóstol José Martí; sin embargo, deseo concluir mi modesta participación en este homenaje diciendo el poema clásico, pleno del más profundo humanismo, la joya de la poesía hispano americana: LA ROSA BLANCA:
Cultivo una rosa blanca
En julio como en enero,
Para el amigo sincero
Que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca
El corazón con que vivo,
Cardo ni ortiga cultivo:
Cultivo la rosa blanca.

Xalapa, Ver. A 28 de enero de 2013.

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