viernes, 7 de septiembre de 2012

LA IMPORTANCIA DE LA SOCIOLOGÍA EN LA EDUCACIÓN EN MÉXICO EN EL SIGLO XXI

“La Educación: ¿un proceso que conduce a la transformación?”
Por: Mario Jesús Hernández Pérez
Cuantas veces hemos escuchado a pedagogos, psicólogos, sociólogos, antropólogos, filósofos, políticos, docentes, líderes sindicales, padres de familia o simplemente a los estudiantes de cualquier nivel educativo en nuestro país, hablar, opinar o tratar de definir ¿qué es la educación? Algunos dicen que es un proceso complejo, otros que son políticas gubernamentales y que deben actualizarse o reformarse, que si le corresponde a la familia, a la escuela, a la iglesia, al gobierno, educar a los niños y jóvenes. Discusión que finalmente pareciera que nos conduce al mismo extremo de donde partimos y que no hay una solución apropiada a la extensa y rica discusión que sobre el tema surge en todo momento, incluso cómo lema de muchos políticos en tiempo de elecciones, “…un tema demasiado serio para que lo abandonemos exclusivamente en manos de los políticos, que no se ocuparán de él sino lo suponen de interés urgente para su provecho electoral…”. (Savater, F.; 1997; p. 14).
Pero vayamos por partes, porque pareciera que muchos conceptos teóricos o epistemológicos, se han quedado estancados en el tiempo a pesar que aseguramos que el mundo ha cambiado y que el hombre a tenido una evolución sustantiva en los últimos siglos; pero no se diga que en las últimas décadas se ve un avance importante de la tecnología que no va acorde con la evolución o desarrollo del pensamiento.  Así  por ejemplo,  para algunos autores como Mander, nos dice que estamos ante los elementos de un nuevo paradigma pro-tecnológico en el que “no cabe duda de que la revolución científica que enunció una teoría mecanicista de la naturaleza y la humanidad modificó los puntos de vista predominantes sobre la vida y fomentó la fascinación por la máquina y la dependencia de la misma”. (Mander, J.; 1996; p. 43). Y continúa diciendo, que todo ello es “… un proceso de aceleración que nos hace girar cada vez más de prisa y hace que nuestra vida parezca más emocionante…”. (Mander, J.; 1996; p. 82)
Pero esta situación es únicamente en el ámbito de la tecnología, puesto que los preceptos filosóficos y conocimientos que sustentan estas teorías, que siguen teniendo vigencia en la actualidad, provienen desde la antigua Grecia, con Aristóteles, Platón, Pitágoras, Sócrates, por mencionar sólo a algunos de ellos, y cuando entramos al asunto especial que hoy nos ocupa, o sea la educación y más específicamente la Sociología de la Educación, nos remontamos a pensadores de finales del siglo XVIII y  del siglo XIX, cómo los que hasta la fecha le dan un sustento especial a estos temas: Comte, Durkheim, Weber y Marx, por mencionar sólo a los más destacados. Observamos cómo es que el asunto no queda ahí, estando en pleno siglo XXI, con más de una década transcurrida, seguimos teniendo nuestro fundamento, del tipo que queramos, pedagógico, filosófico, económico, social, epistemológico, etc., con las teorías, métodos, programas o políticas, que se iniciaron y se pusieron en práctica, en nuestro país y en el mundo, durante el siglo XX, ¿es qué acaso falta quien se atreva a innovar para transformar la educación y en especial a su producto, o sea los estudiantes?
Que complicado se vuelve el asunto, pero quizás que fácil sea resolverlo, y esta situación sólo tendría un sustento innovador en la posibilidad de realizar un cambio de paradigma sobre todo lo que se ha escrito, reflexionado y aportado a la educación, y entonces cabría preguntar: ¿cuál es el verdadero papel de la educación en nuestros tiempos?
La educación se ha sustentado históricamente, en una relación simple de alumno-docente-escuela-padres de familia, pero precisamente por ser tan simple se convierte en compleja, porque cuando se considera a la educación cómo un fenómeno social entonces la escena se matiza de muchos actores que intervienen en él. Una forma de intentar definir a la educación se dio con Durkheim, que expresó “la educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado el grado de madurez necesario para la vida social” (Durkheim, E.; 1999; p. 49)
En este contexto ¿qué debemos entender por madurez?, sencillamente, que una generación adulta se encargue de educar a una generación más joven, es una situación que siempre ha existido, pero la madurez ¿tendrá que ver con el grado de conciencia? Y esta conciencia ¿tendrá ciertas características? O solamente se referirá a la madurez vista cómo la experiencia de los años, pero ¿los años formando parte de un contexto histórico o solamente los años de una práctica social? Cómo asegura Freire “al posibilitar ésta (la conciencia) la inserción de los hombres en el proceso histórico, como sujetos, evita los fanatismos y los inscribe en la búsqueda de su afirmación” (Freire, P.; 1970; p. 22). Y esto los lleve a alcanzar un grado de conciencia que deja de ser mecánica para convertirse en conciencia crítica.
Una afirmación en el contexto social de todos los individuos que participan en el proceso educativo, sea bueno o sea malo, “en cualquier educación por buena o mala que sea, hay los suficientes aspectos positivos como para despertar en quien la ha recibido el deseo de hacerlo mejor con aquellos de los que luego será responsable. La educación no es una fatalidad irreversible y cualquiera puede reponerse de lo malo que había en la suya, pero ello no implica que se vuelva indiferente ante la de sus hijos, sino más bien todo lo contrario” (Savater, F.; 1997; pp. 16-17).
Pero en nuestro país ¿se educa de una generación adulta a una joven?, quizá estemos en el parámetro de esa premisa, y en pleno siglo XXI estemos buscando redescubrir quien tiene que educar y cómo; ya que esta situación que se la han peleado antaño y en la actualidad, el estado, la familia y la escuela, no termina de dirimirse; situación que nos lleva a remontarnos a la antigüedad, cuando el Estado inició la disputa con la Iglesia por la rectoría de la educación; en Europa, posteriormente en América iniciando en Estados Unidos y posteriormente en México, en el periodo de Reforma con Benito Juárez. Así estas remembranzas históricas, nos remontan a la actualidad con la existencia de una serie de normas, reglas, acuerdos, que basados en el Artículo 3° Constitucional, le han dado el sustento al Sistema Educativo Nacional desde el siglo pasado, cuando en 1921 se crea la Secretaría de Educación Publica. 
De este modo entramos en el tema de la Sociología de la Educación cómo una ciencia que ha buscado dar una explicación distinta a la definición del proceso educativo, y decimos distinto, porque la pedagogía ha hecho su intento, o la psicología a través de todas las teorías de aprendizaje que consideran que los procesos cognitivos y de la mente deben supeditar el aprendizaje. Pero es posible que afirmemos que “los procesos de aprendizaje por medio de las nuevas tecnologías, el continuado perfeccionamiento de los métodos de investigación cualitativa, el continuo desarrollo de los paradigmas hermenéutico y tecnológico, o las nuevas metodologías de la educación a distancia constituyan algunos de los nuevos elementos de la Sociología de la Educación” (Pont, V. J.; 2000; p. 9); y entonces empezamos a tener otras explicaciones y posibilidades de poder llegar a encontrar esa ansiada definición, que a muchos les quita el sueño.
Pero si la Sociología se encarga de todo lo que relaciona al hombre con la sociedad, que llegó “…hasta su culminación en la ciencia de la conducta humana, que originariamente Comte llamó <física social> y luego rebautizó con el nombre de <sociología>” (Giddens, A.; 1997; p. 155); hasta llegar a lo que conocemos cómo Sociología Educativa, “…que puede ser definida como el estudio científico de los factores sociales de la educación…pero que no entra en el problema de la técnica educativa…” (García, Hoz V.; 1960; pp. 135, 136).
Y aunque la Sociología de la Educación junto con otras ciencias y disciplinas, por medio de las Ciencias de la Educación, siguen en busca de esos nuevos conceptos, esos nuevos enfoques, no dejamos de reconocer que finalmente desde la óptica de la ciencia de estudio, los resultados siempre tendrán un sesgo que llevará a una conclusión subjetiva del punto de vista de la ciencia que lo emite. Pero sí, es importante mencionar que todas las ciencias en su conjunto buscan encontrar una relación transdisciplinaria entre todas ellas, participando en el estudio del proceso educativo mirándolo cómo un proceso único, a pesar que cada ciencia dé sus puntos de vista y las diferencias en ocasiones sean muy marcadas.
Por ejemplo, Durkheim decía que la Sociología es la ciencia de la educación, mientras que la Pedagogía es el estudio de las ideologías sobre educación. En estas diferencias, la Sociología de la Educación ha ido encontrando la definición de su campo de estudio, así afirmaba Ottaway, “…estudiando la educación desde el punto de vista sociológico, se trata de un estudio de relaciones sociales… la relación entre la educación y la sociedad es la relación entre un proceso social y otro más grande. La Sociología de la Educación enfoca las fuerzas sociales mediante las cuales se obtiene experiencia”. (Ottaway: 1965, 18; en Pont, V.J.; 2000; p. 17).
En nuestro país, parece que la Sociología de la Educación ha aportado poco al estudio del fenómeno social denominado educación, quizás por muchos factores que nos llevan a un mundo de intereses creados, de grupos de poder, en la toma de decisiones y en la relación del Estado y sindicatos; pero también observamos un gran deterioro de las relaciones entre el Estado, la familia, la escuela y la sociedad en su conjunto, “…la calidad de nuestros servicios públicos, por ejemplo de seguridad o de salud, se ha degradado y se sigue degradando; seguimos poniendo en riesgo la sustentabilidad del país, consumiendo recursos no renovables, contaminando el agua y desforestando bosques y selvas a un ritmo sin precedente; la corrupción y la impunidad siguen generalizadas, ya aceptadas como hábitos de vida irreversibles, la inseguridad, el narcotráfico y el crimen organizado van en aumento.” (Latapí, P; 2007; p. 6).
Todos estos factores que se relacionan con la educación, son el resultado de un fracaso, que sino total, si rotundo y contundente, que inicia desde el seno de familia, pero también en gran medida con la perdida de la parte sustantiva de lo que consideraríamos como una verdadera educación que proporcione la escuela y que no sólo sea un reproductor de un sistema de gobierno que de igual manera, adolece mucho en las prácticas educativas, políticas, y todo lo que les concierne en el nivel de toma de decisiones. Examinemos cuales son las energías que en nuestra sociedad tendrían la potencialidad de producir una educación de calidad, de detonar un proceso gradual pero firme para llegar a tener un sistema educativo moderno, eficiente, equitativo y responsable. Recorramos los actores en los que residen esas energías: los gobernantes, las elites, los maestros, la sociedad misma; ¿advertimos que están aplicando su energía a transformar el sistema educativo? Hagamos esto no con la intención de encontrar culpables si no para comprender las razones por las que nuestra educación es mala”. (Latapi; 2007; p. 7).
Por definición, la educación es una actividad que persigue la transformación de la persona mediante el aprendizaje y, como consecuencia, de su entorno natural y social. (Schmelkes, S; 2001; p. 43); está definición nos lleva entonces a preguntarnos si ¿realmente la educación está cumpliendo con este objetivo?¿transformar a la persona es sólo una definición más, inconclusa por la mala educación que se ofrece en nuestro país?
Luego entonces, surge la pregunta ¿qué tipo de escuelas son mejores, si la pública o la privada?, pero, “tenemos que confesar que la gran mayoría de mexicanos adultos, sea que tengan a sus hijos en escuelas públicas o privadas, son indiferentes o están resignados ante a deficiencia del sistema educativo ¿Quién exige una educación de calidad como derecho?...” (Latapi, P.; 2007; p. 10).
Es por esta razón, que “…la educación es tarea de sujetos, no objetos ni mecanismos de precisión: de ahí que venga sellada por un fuerte componente histórico-subjetivo, tanto en quien la imparte como en quien la recibe…que viene determinado por la tradición, las leyes, la cultura y los valores predominantes de la sociedad en que ambos establecen su contacto”. (Savater, F.; 1997; p.156).
Y por lo tanto, si consideramos que la educación es un proceso transformador, que inicia buscando transformar al individuo, para que éste transforme su conciencia, la realidad social y las relaciones sociales; pero que en la práctica cotidiana y verdadera no es capaz de transformar las relaciones con el Estado, porque “la sociedad prepara a sus nuevos miembros del modo que le parece más conveniente para su conservación, no para su destrucción: quiere formar buenos socios, no enemigos ni singularidades antisociales” (Savater, F; 1997; p. 158).
Por esta razón, en la actualidad se seguirá buscando que la educación sea transformadora, y se deberá empezar por el individuo de forma particular, para que éste vaya transformando su entorno social en base a su conciencia crítica, que desarrolle hombres libres. Mientras tanto, por el momento será importante considerar el planteamiento de Savater, cuando nos dice que educar es universalizar, “…que el ideal básico que la educación actual debe conservar y promocionar es la universalidad democrática…los dos miembros de esa fórmula prestigiosa que, como es sabido, no siempre han ido ni van juntos…” (Savater, F; 1997; p.164).

BIBLIOGRAFÍA
1.    Durkheim, Émile (1999) “La educación, su naturaleza y su papel” en Mariano Fernández Enguita, (editor) Sociología de la Educación, Barcelona: Ariel, pp. 43-49.
2.    Freire, Paulo (1970) Pedagogía del Oprimido, Tierra Nueva, Montevideo Uruguay, Siglo XXI Editores.
3.    García, Hoz Víctor (1960) “Concepto y Contenido de la Sociología de la Educación” en Principios de Pedagogía Sistemática. Madrid, RIALP Ediciones, pp. 134-166.
4.    Giddens, Anthony (1997) “Comte, Popper y el Positivismo” en Política, Sociología y Teoría Social. Reflexiones sobre el Pensamiento Social Clásico y Contemporáneo, España: Editorial Paidós Estado y Sociedad, pp. 151-181.
5.    Latapí Sarre, Pablo (2007). “Recuperar la esperanza: La investigación educativa entre pasado y futuro” en Conferencia de Clausura, IX Congreso Nacional de Investigación Educativa. Mérida, Yuc., 5-9 noviembre de 2007.  
6.    Mander, Jerry (1996) “Fantasía y realidad” en En ausencia de lo sagrado, España: PLENUM 4 Madre Tierra, pp. 37-91.
7.    Pont, Vidal Joseph (2000) “Estatuto Epistemológico de la Sociología de la Educación” en Paciano Fermoso Estébañez y Joseph Pont Vidal  Sociología de la Educación, España: NAU Libres, pp. 9-24.
8.    Savater, Fernando (1997) El Valor de Educar, Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América, México D.F.
9.    Schmelkes, Silvia (2001) “Los valores del Investigador en Educación” en Investigación y Política educativas. Ensayos en honor de Pablo Latapí, México: Aula XXI Santillana, pp. 39-53.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

me parecio muy interesante y conciso , me fue de utilidad para aclarar dudas relacionadas con el tema.

José Alfredo Sánchez dijo...

Bien dicho