lunes, 12 de diciembre de 2011

Presencia combativa de Carlos A. Carrillo

Por: Wilfrido Sánchez Márquez El ser que hasta los veinte años había sido solamente un receptor de conocimientos, una persona dócil y dúctil a las influencias del hogar, de la escuela y de la iglesia; el joven sumiso y taciturno, retraido y endeble, se transformó en un apasionado, vehemente y hasta violento adalid de la escuela moderna. Carrillo no se conformó con ejercer la docencia; por el contrario se convirtió en activo combatiente de la moderna educación, en el ariete demoledor de las estructuras de la escuela tradicional, en forjador de la reforma pedagógica de la escuela elemental. El maestro Carrillo, convertido en revolucionario de la pedagogía veracruzana y nacional, no es comprendido por los profesores de su tiempo; las rutinarias prácticas docentes, los viejos modelos atipedagógicos, las costumbres arraigadas y la resistencia al cambio, constituyeron valladares que se interpusieron a sus propósitos y esfuerzos de renovación. Estas circunstacias adversas produjeron en su psiquis sentimientos de ansiedad, desesperación e impotencia, reacciones anímicas que describió magistralmente en su escrito “Malditos libros”, impreso el 16 de diciembre de 1885, artículo en el que expuso sus angustias, su credo, su doctrina pedagógica, con fuerza y vehemencia, con pureza de lenguaje y extraordinaria estructura literaria, que no obstante los 126 años transcurridos, su contenido mantiene actualidad y validez. Carrillo defendió el derecho de los niños a una formación integral y armónica, racional y científica, objetiva, realista y práctica, graduada y adaptada a sus intereses. Fue un juez incorruptible al servicio de la verdad y el bien que formuló su veredicto, su sentencia, en un cuerpo de principios y normas pedagógicas, cuyos postulados aún tienen vigencia en nuestra época, que como en la suya, es de encrucijada, de crisis y de revisión de valores, de descomposición y renovación del régimen social imperante. En el momento histórico que vivimos, preñado de peligros y amenazas, de penurias y necesidades insatisfechas, cuando los pueblos, víctimas de la explotación, la pobreza extrema, la marginación y la ignorancia, luchan para emerger del subdesarrollo y aspiran al establecimiento de un régimen con justicia social, capaz de alcanzar para los hoy desposeídos, mejores niveles económicos, sociales y culturales; cobran renovado valor los ideales y postulados pedagógicos por los que luchó y entregó su vida el maestro Carrillo. En estos tiempos dramáticos, nuestro héroe civil milita simbólicamente al lado de quienes se entregan con pasión, sin regateos de tiempo y energía, a las causas más nobles de su colectividad, animando con su trayectoria ejemplar a los espíritus inquietos con ansias de superación y guiando con sus luces a los estudiantes normalistas, futuros educadores que compartirán, como él lo hizo, el deber y la responsabilidad de formar en sus educando a los constructores del México nuevo, a los hacedores de la patria regenerada, a la que todos los mexicanos aspiramos. ¡Vivan por siempre la memoria y los ejemplos del sublime maestro Carlos A. Carrillo! Fragmento de la presentación del libro “Carlos A. Carrillo en su contexto social e histórico”

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